— Vuelve antes de que anochezca y no te alejes demasiado. — ordenó a su hermana. Kuina tan solo puso los ojos en blanco antes de agarrar su chaqueta. — Lo digo en serio, aún no conoces bien Tokyo, es peligroso.
— Nunca conoceré la ciudad si no salgo. — contestó ella con una pequeña sonrisa. Zoro sabía que estaba siendo demasiado sobreprotector, pero era inevitable. No hacía mucho que se mudaron los tres a su país natal y todo le parecía nuevo y aterrador. Sobre todo para Kuina. Tokyo era una ciudad hermosa, más todas esas luces y bares podrían tentar a una adolescente que comenzaba a disfrutar de la vida. — No te preocupes por mí, sabes que soy responsable. Mejor ve y disfruta de un rato a solas con Sanji, desde que llegamos estamos pegados como pegamento, así que estoy segura de que a él le hará mucha ilusión.
Contra eso no pudo oponerse. Era la verdad. Entre la búsqueda de apartamento y de un nuevo instituto para Kuina, casi no pudieron estar a solas. Apenas se daban besos y suaves caricias, y honestamente, a Zoro le comenzaba a doler las bolas.
— Llámame si tienes cualquier tipo de emergencia.
— Lo haré. Nos vemos en la cena. — dijo ella antes de que pudiera continuar con sus advertencias. Finalmente, agarró la mochila y salió de la casa.
Y Zoro se quedó allí parado delante de la puerta. Solos. Iban a estar solos por más de cuatro horas.
Miró la hora de su celular, Sanji llegaría en unos quince minutos del trabajo si no es que antes. Ahora que consiguieron abrir una sede de su empresa, el rubio se pasaba casi todos los días vigilando que todo fuera bien, pero oomo era el jefe no tenía un horario fijo. Aún así, Zoro sabía que nunca llegaría pasadas las seis, ya que le gustaba hacer la cena.
Bien, no tenía mucho tiempo, pero era suficiente para que pudiera prepararle una pequeña sorpresa. A toda prisa, comenzó a picar un poco de fruta y porqué no, también colocó un par de velas en la mesa y puso un vino en la hielera.
En seguida todo estuvo listo, y justo a tiempo para cuando escuchó la puerta abrirse.
Sanji entró, deteniéndose un momento para absorber la escena. La luz suave de las velas, la mesa perfectamente dispuesta, y Zoro esperándolo con una gran sonrisa. Caminó hacia él, sin decir nada, y le dio un pequeño beso en la mejilla.
— ¿A qué se debe la ocasión?
— Me apetecía ser romántico con mi novio.
— Kuina... — comenzó a decir el rubio antes de ser interrumpido por el moreno, que lo tomó de la cadera para darle un abrazo.
— Fue a pasear. Regresará tarde. — Automáticamente, Sanji se ruborizó al imaginar las posibilidades.
La cena transcurrió con tranquilidad. Hablaron de cosas ligeras, recordando momentos del pasado, riéndose de pequeños detalles que solo ellos entendían. A Zoro, sobre todo, le encantaba hacer bromas sobre la actitud del rubio cuando se conocieron. Ya hacía dos años de aquello pero aún lo recordaba como si hubiera sido ayer.
Después del "accidente" con los Vinsmoke, Sanji se negó a seguir viviendo en el mismo país que su padre. Incluso si Judge juró no volver a meterse en su vida, de todos modos temía por la seguridad de Zoro y su hermana. Por eso vendió todas sus acciones en Germa y se dedicó por completó a su propia empresa, y tras un año logró abrir una sucursal en Japón. Claro que no fue una coincidencia, pues tuvo presente la insistencia de Kuina, que estaba loca por mudarse.
Por otro lado, Zoro renunció a pesar de las protestas de su amigo Luffy. Tenía suficiente dinero ahorrado para vivir cómodamente, así que ponerse en peligro de forma constante ya no sería necesario nunca más. Eso sí, todavía insistió en encontrar un trabajo cómodo y relajado que le diera tiempo para pasar tiempo con Kuina y Sanji.
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Guardián del peligro (ZoSan +18 )
RandomZoro fue catalogado como uno de los mejores guardaespaldas de su agencia. Por lo mismo, siempre lo buscaban para trabajos peligrosos que terminaban por dejarlo exhausto. Aún así, aceptó cada uno de los encargos con tal de conseguir dinero y sacar ad...