𝐒𝐚𝐫𝐯𝐞𝐧𝐭𝐞'𝐬 𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥 𝐒𝐭𝐨𝐫𝐦

𝐑𝐞𝐪𝐮𝐢𝐞𝐦 𝐟𝐨𝐫 𝐑𝐞𝐚𝐥𝐢𝐭𝐲 - 𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟑 (𝐀𝐜𝐭𝐨 𝟐)

Sarven y Erisa, la chica con orejas de gato, corrían a toda velocidad por los pasillos de las instalaciones subterráneas. El eco de sus pasos resonaba mientras avanzaban, dejando atrás la sala del Punto Cero y el cuerpo inerte de Sarv. Las alarmas comenzaron a sonar, y las luces de emergencia parpadeaban con una intensidad que hacía difícil ver el camino.

Sarven, con una expresión de preocupación, miró de reojo a Erisa. "¡Tenemos que salir de aquí antes de que sea demasiado tarde! ¡La corrupción del Punto Cero está desestabilizando todo!"

Erisa asintió, sus orejas agitándose nerviosamente. "Entendido. ¡Vamos, rápido!"

Ambas mujeres aceleraron el paso, subiendo las escaleras de metal que llevaban a la salida. Cuando finalmente empujaron la pesada puerta de acero y salieron al exterior, lo que encontraron las dejó sin aliento.

Donde antes había un bosque frondoso y vibrante, ahora solo había un desierto estéril. Los árboles estaban muertos, sus ramas secas y quebradizas. El suelo estaba cubierto de arena y polvo, y un aire pesado y caliente reemplazaba la frescura del bosque.

Sarven miró alrededor, su expresión de preocupación convirtiéndose en una mueca de frustración. "La corrupción se está extendiendo más rápido de lo que esperaba..."

Erisa, también asombrada por el cambio drástico en el paisaje, murmuró: "¿Que hacemos?, no quedará nada de este universo."

Sarven frunció el ceño y comenzó a caminar hacia adelante, con Erisa siguiéndola de cerca. "Tenemos que encontrar un lugar seguro y planificar nuestro siguiente movimiento. No podemos permitir que esto siga así."

Mientras se adentraban más en el desierto, las distorsiones en la realidad se hacían más evidentes. El cielo cambiaba de color, alternando entre un azul brillante y un rojo intenso. Rocas y estructuras aparecían y desaparecían, como si el universo mismo estuviera tratando de decidir qué forma tomar.

De repente, un fuerte temblor sacudió el suelo, haciendo que Sarven y Erisa perdieran el equilibrio por un momento. "¡Mierda!" exclamó Sarven, estabilizándose. "¡Esto es peor de lo que pensé!"

Erisa miró a Sarven con miedo. "¡Debemos escapar! No sé cuánto tiempo más podrá resistir este mundo."

Sarven negó, mirando hacia el horizonte. "No, Erisa. No vamos a seguir escapando, arreglaremos esto. De alguna forma... Primero necesitamos encontrar un lugar seguro donde podamos pensar con claridad."

Ambas siguieron caminando, adentrándose en lo desconocido, mientras la realidad a su alrededor continuaba fragmentándose y transformándose de maneras cada vez más caóticas. La corrupción del Punto Cero había comenzado, y el futuro del universo pendía de un hilo.

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Mientras caminaban, un grito desgarrador resonó detrás de ellas. Sarven y Erisa se detuvieron en seco y se giraron rápidamente, viendo a Taki, salir tambaleándose de las instalaciones. Estaba cubierta de heridas, la ropa rasgada y el rostro marcado por el dolor y la desesperación.

"Oh, mierda." Dijo Sarven, corriendo hacia ella.

Erisa frunció el ceño, desconfiada. "¿Qué estás haciendo? ¡No tenemos tiempo para esto!"

Sarven ignoró la advertencia y se arrodilló junto a Taki. La joven estaba al borde del colapso, sus ojos apenas abiertos por el esfuerzo. Sarven posó su mano sobre el hombro de Taki y concentró su energía. En cuestión de segundos, un resplandor cálido emanó de su mano, y las heridas de Taki comenzaron a sanar. La piel se cerró y los moretones se desvanecieron, dejando a Taki sorprendida y confundida.