➥ Un joven músico descubre a un joven tocando el piano a mitad de la noche, su curiosidad lo llevará a querer conocer quién es y porqué tenía una una pequeña sonrisa que no llegaba a sus ojos en los cuales se refleja un sentimiento de anhelo oculto...
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Jungsu llegó a su habitación y dió un largo suspiro cansado.
—Oh...creo que estoy muy, muy cansado—cerró sus cortinas y se echó en su cama cerrando sus ojos de forma inmediata.
Aunque quería ver cómo se encontraba Gunil...abrió sus ojos y vio la hora dándose cuenta de que había dormido unas pocas horas pero se sentía de maravilla.
—Gunil...—soltó en cuanto se despertó por completo.
Ah...aún es de día, masculló en su mente.
Aunque recordó la gran capa que le regaló Hyeongjun en su cumpleaños número 118. Era una que lo cubría por completo y lo protegía de la luz del sol.
Hyeongjun le dijo que la utilizara en emergencias; ver a Gunil le urgía como una emergencia.
Se levantó rápidamente y tomó la capa poniéndosela encima.
El corazón de Jungsu se emocionó al salir por el balcón de su habitación.
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Gunil no había podido dormir ni un poco por su cuenta, el calmante le hizo efecto por una hora y el hecho de que sus dos amigos no dieran señales de vida, lo ponía con los nervios de punta.
Y no tenía su teléfono con él, lo cual lo hacía peor. Además, el doctor le había dicho que no recibiría visitas hasta llegada la tarde.
Suspiró de forma frustrada y cerró sus ojos intentando conciliar el sueño sin pensar en que sus amigos que al parecer eran una especie de cazadores de vampiros habían matado al...al vampiro.
En eso nota que la luz del sol ha sido cerrada por las gruesas cortinas, frunce el ceño aun sin abrir sus ojos, no creía que era una enfermera porque ellas abrían la puerta.
Abrió sus ojos encontrándose con una persona de capucha negra y larga.
¿Era la muerte? No de nuevo.
—No me mate, muerte, aun soy muy joven para morir—soltó rápidamente cuando la persona de capucha se giró hacia él.
Aunque una risa hizo que se tensara y sintiera un gran alivio.
Jungsu, era la linda risa de Jungsu.
—Qué cosas dices, Gunil. La muerte no te va a venir a buscar aun—el rubio se quitó la capucha y le sonrió.
Gunil sintió su corazón acelerarse porque esa sonrisa parecía verdadera y no solitaria como la vió en su momento.
Sin pensarlo e ignorando el hecho de que estaba conectado a una intravenosa, se levantó de su cama para abrazar al rubio más bajo.
