7.

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Estabas aburrida, en tu quinto día de vacaciones. Era Julio y el calor sofocante era totalmente insoportable. Habías empezado temprano, primero, fuiste a la playa, seguido de una rápida parada en el supermercado para poder hacer el almuerzo. Después de una breve sesión en la cocina, preparando algo para comer, te encontrabas sola, mirando la televisión.

Lionel, tu novio, había estado encerrado durante todo el día en su oficina. Sabías que estaba trabajando duro porque se acercaba un amistoso importante, pero su ausencia se había extendido demasiado, Incluso cuando vos lo habías llamado para almorzar juntos, pero simplemente te respondió que no le rompas los huevos.

Estaba de mal humor por lo cual, vos decidiste no molestarlo.

Pero tu aburrimiento era total. Miraste el reloj y señalaba la hora de la merienda. Te dirigiste a la cocina para preparar mates y mientras veías el agua hervir, te diste cuenta de que quizás, solo quizás, querías merendar algo diferente.

Pensaste que tanto, en una escala del uno al diez, Lionel probablemente te podría sacar a la mierda, por lo que querías hacer.

Sin embargo, desde que se había metido hace unos días en la organización de partidos y otras actividades que vos no entendías del todo, no habían tenido ni siquiera un momento para estar juntos.

Si hay algo que te encantaba es la relacion que tenias con Scaloni, y ni hablar del sexo. Algo que solían hacer frecuentemente, especialmente en momentos como este, cuando se acercaba la fecha en la que tendría que volar de hacía Argentina.

Sus manos grandes dentro tuyo, o la forma en que solía tocar tu cuerpo, especialmente como te miraba. En la cama vos eras su presa, te manejaba como él quería y vos te dejabas.

Eso sí, cuando tomabas el mando te encantaba. Hacerlo sufrir y especialmente cuando te arrodillas para hacer lo que más le gusta, cuando toma tu cabeza y vos chupas como si de un chupetín se tratara.

Frente a estos recuerdos, tu intimidad había empezado a humedecerse, tenías que ir a sacarle ese mal humor.

—Ya fue— dijiste para vos misma, mientras apagabas la pava y te dirigías hacía el estudio.

Comenzaste a tocar la puerta pero no hubo respuesta.

Decidiste abrir la puerta sin esperar respuesta del otro lado. Encontraste a tu marido en el escritorio con auriculares, discutiendo con su cuerpo técnico a través de una videollamada.

Scaloni estaba de espaldas, concentrado en un video con la cámara apagada. Te acercaste lentamente y le tocaste suavemente el hombro.

Lionel se sobresaltó al sentir tu contacto repentino. —Que haces boluda, me cague del susto— te dijo mientras se tocaba el corazón.

— ¿Sigue de mal humor el técnico campeón del mundo? — le murmuraste al oído.

Lionel te conoce tanto que ya sabía por donde ibas a ir —Ni se te ocurra, estoy laburando—

— Te pregunte algo, Scaloni—

— Sí, estoy muy de mal humor para atenderte ahora, así que adiós— siguió con sus cosas mientras con una de sus enormes manos sacaba la tuya de sus hombros.

Te diste por vencida, y te das media vuelta para salir del cuarto, totalmente frustrada y enojada. Mientras agarrabas el picaporte, escuchaste una voz suave desde la distancia, — Te amo, nena—. Lionel te había hablado sin apartar la mirada de la computadora.

—No, no y no —volviste hacia él mientras regresabas a donde estaba Lionel. Te colocaste detrás de él y con tus dos brazos lo rodeaste hasta que tus manos tocaron sus grandes muslos.

Lionel Scaloni [One Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora