Prólogo

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Yoongi sintió un aroma peculiar en el medio de la reunión. Uno que se le hacía demasiado familiar, pero que tenía una nota diferente en ese momento y lo hacía sentirse confundido.

El aroma era el del hombre sentado a la cabeza de la enorme mesa: fuerte, espeso, lleno de almizcle, como era común. Pero las notas de melaza: dulce y aromática eran más pronunciadas, predominando sobre el tinte terroso de la esencia distintiva. Un aroma delicioso, si se sabe apreciar el olor de un alfa, siendo también uno.

Lo extraño en sí no era la potencia inusual del aroma, sino el hecho de que parecía que sólo Yoongi podía sentir la no tan sutil diferencia, el cambio en el aire alrededor de la habitación. Sin embargo, Yoongi continuó prestando atención a la reunión de suma importancia en la que se encontraba.

Yoongi era el asesor financiero de una gran multinacional y casi, casi era considerado el jefe de todo el piso de gerencia, aunque no llevara el título de gerente, por la simple razón de manejar ampliamente los conocimientos necesarios para dirigir la empresa completa en las escasas ocasiones en que el jefe no estaba disponible para hacerlo.

No es que Yoongi haya hecho una campaña competitiva para obtener el puesto, reconocimiento y respeto que actualmente tenía; sino que se había empeñado en poner todo su esfuerzo y profesionalismo en ser visto como un empleado digno de la compañía para la que trabajaba y poder decir que se ganaba correctamente cada centavo de su muy bien calculado salario.

Era parte de lo que Yoongi se exigía a sí mismo para considerarse un buen alfa. Cumplir con el trabajo de la manera en que debe ser, ser honesto y confiable. Además, de ser capaz de sobresalir y ser visto como un prospecto para compañero digno y con las herramientas para proveer.

No es que Yoongi haya pensado en un compañero. No tenía tiempo para cortejar, para salir, para intentar consentir a un omega de alto mantenimiento afectivo. Su trabajo se había convertido en su única relación estable y aunque no pensaba quedarse como un solterón por el resto de su vida, le bastaba por el momento con concentrarse en su trabajo, en ser considerado un buen elemento para la empresa y satisfacer las exigencias del jefe.

Quizás, también existía un pequeño detalle que lo mantenía desinteresado en encontrar un omega para emparejarse. Un detalle que llevaba pantalones perfectamente entallados, el cabello castaño y los ojos marrón oscuro. Los puños de la camisa perfectamente ajustados y el distintivo aroma a melaza que parecía haber saturado completamente el aire de la sala sin que nadie más se diera cuenta. Un detalle en forma del alfa sentado a la cabeza de la mesa, presidiendo la junta y lanzando órdenes a diestra y siniestra.

Un detalle con el cuerpo, la cara y el nombre del CEO de la multinacional para la que Yoongi trabajaba.

Un simple detalle, porque Yoongi nunca ha gustado de los alfas, pero hay algo exquisito en el señor Park y su cabello perfectamente peinado, la cintura delicadamente entallada debajo de las camisas de traje y la perfecta curva de su trasero respingón. Masculino, imponente, dominante e inalcanzable.

Yoongi sabía que quizás la atracción era sólo por lo hermoso que el señor Park era. Todos en el edificio se le quedaban viendo por igual: alfas, betas, omegas. Demasiado impresionante en más de un sentido para ignorar y Yoongi pasaba demasiado tiempo de sus días viéndolo. En la sala de juntas para analizar datos, en las reuniones del consejo de empresarios de la ciudad cuando había asambleas a las que debía asistir en calidad del asesor que Yoongi era y en la oficina principal en el último piso cuando se le llamaba para entregar algún informe confidencial o para solicitar la tan trillada asesoría antes de considerar una propuesta comercial.

Demasiado cerca como para ignorar, demasiado cerca como para no aprender los sutiles cambios en su aroma, demasiado en confianza como para quedar al cargo de toda la empresa en lugar de alguno de los gerentes de área, porque conocía la columna vertebral de la compañía mejor que nadie y tenía la confianza y el respeto del señor Park y su querida madre, los dueños absolutos de todas las acciones de Park Industries.

—Una vez que los informes de cada área estén listos, se analizará el rendimiento individual y en conjunto. Este año se esperan alzas en los dividendos y habrá beneficios para todos si obtenemos más del treinta porciento que obtuvimos el año pasado. Los bonos serán más generosos y es posible que se considere la posibilidad de lanzar al mercado un pequeño porcentaje de acciones para que los empleados que lo deseen puedan comprar.

Yoongi vio a su jefe ponerse de pie después de las últimas palabras. Contundente y sin reparos. Eficiente. No había formalismos para iniciar o finalizar juntas con el señor Park. Un hombre demasiado ocupado como para quedarse a charlar unos minutos después de una reunión, pero suficientemente amable y dispuesto a escuchar necesidades, propuestas o sugerencias cuando se lo permitía su limitado tiempo.

Yoongi se puso de pie cuando los demás asistentes a la junta lo hicieron, saliendo de la sala solo hasta que el jefe se había ido y asintiendo a uno que otro compañero de trabajo en el camino. No era exactamente el mejor amigo de todos. Algunos lo respetaban, otros lo evitaban y había unos pocos que Yoongi se atrevería a decir que lo odiaban. Ser considerado la mano derecha del jefe cuando no era ni de cerca un gerente o vicepresidente era cuestión de disgusto para aquellos que intentaban abrirse paso a lo alto de la manera que fuera.

Yoongi no les prestaba atención. No era competitivo, no en ese sentido retorcido de querer rebasar a otros, aunque era demasiado celoso de su posición como para dejar que otros intentaran derribarlo. Afortunadamente, hacer bien su trabajo siempre era suficiente para mantener seguro su puesto y la confianza que los señores Park le tenían.

En su camino por el pasillo de regreso a su oficina, la estela del aroma de su jefe le hacía querer seguirlo hasta el final. El dulzor de la melaza espesa y caliente y tierra... tierra fértil al inicio de la primavera. Suave, refrescante, adictivo.

Yoongi sintió hambre, pero no precisamente de comida.

Alfa |YM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora