Dos

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Yoongi encontró aceite aromático en el estante del baño. Todavía no podía creer lo que estaba a punto de hacer, pero el alfa en él le impedía irse y dejar a Jimin sufriendo dolor. El celo de un alfa era fuerte, doloroso y quemaba, pero ninguno de sus celos lo había hecho sentir la cantidad de dolor que Jimin parecía sentir.

Todo lo que Yoongi sabía era que tenía que ayudar a detener el dolor, el deseo dentro de él de proveer alivio, aun si a quien iba a aliviar era otro alfa. Otro deseo muy arraigado en su ser era el de poseer, ese que se encendió y reemplazó la lucha cuando se dio cuenta de que Jimin estaba en celo. Un anhelo de tomar al hombre delante de él, marcarlo con su aroma y hacer que incline otra vez la cabeza para él.

Yoongi se desconectó de la realidad en cuanto vio al otro alfa de rodillas en el centro de la cama, sin los boxers y con el trasero levantado, presentándose tal como lo haría un omega, ofreciendo su parte más íntima para que Yoongi la tomará. Su mente suprimió todo lo que lo rodeaba y se concentró unicamente en el aroma que embotaba sus sentidos, el apretado y firme trasero delante de él y la poderosa sensación de estar por encima de este alfa, que se sometía a él de buena gana.

Cuando Yoongi volvió a parpadear y aspirar con fuerza, la punta roma de su polla rompía el apretado anillo de músculos del culo de Jimin, su jefe, nada menos y un alfa. Se empujó un poco más adentro, viendo el brillo del aceite que había usado para estirar el agujero con sus dedos y sintiendo el calor apretado que envolvía su polla dura y palpitante. Disfrutando de la ajustada presión y el placer de enterrarse en el canal más sedoso que jamás haya conocido.

Gimió cuando Jimin lo hizo y la vibración atravesó su cuerpo desde donde estaban unidos.

El gemido de Jimin se volvió un quejido y Yoongi se detuvo.

—¿Duele?

Jimin asintió, con la cara enterrada en la almohada y los nudillos blancos por agarrar con un apretón mortal las sábanas debajo de él.

—Los alfas no están hechos para esto, voy a parar.

—No, por favor —gimoteo Jimin, sonando ahogado por la almohada. —Lo necesito.

—¿Por qué? Eres un alfa.

—No lo sé, Yoongi. Sólo tengo esta necesidad de someterme, de entregarme.

—¿A mi?

—Sí.

De nuevo, Yoongi sintió el instinto absorber todo a su alrededor. Se empujó hasta el final y luego folló a Jimin sin control. Escuchando los gemidos de Jimin pasar del dolor al placer y sintiendo como el dominio que tenía sobre él llenaba todos sus sentidos, como si ese hubiera sido el propósito real de su existencia. Estar allí, en la cama con Jimin, tomándolo y reclamándolo como suyo, dejando que su aroma se impregnara en la piel dorada del alfa de rodillas por él, ofreciendo la mayor muestra de sumisión que jamás haya existido. Y Yoongi se sintió posesivo, con la necesidad de dejar una marca visible en el cuerpo de Jimin que le dijera a todo el mundo que el hombre era suyo, que un alfa había sometido a otro y ahora le pertenecía. Que nadie se podía acercar a él, ni alfa ni omega, porque ya tenía un compañero. Él.

Volteó a Jimin sobre su espalda, levantando las piernas del hombre para que descansaran en sus hombros y se aferró a los muslos fuertes y esculpidos, empujando una y otra vez muy dentro del estrecho canal de Jimin, aplastando sus bolas contra su trasero en cada embestida y emborrachándose de la dulzura concentrada del aroma a melaza y tierra fértil. Era un sentimiento embriagador, escuchar a Jimin gemir de éxtasis con cada golpe a su punto dulce, y gimoteando desesperado por más, suplicando por el nudo de Yoongi con tanta desesperación que nadie le creería nunca si alguna vez contara la experiencia de un alfa rogando por él, por su polla, su nudo, su cuerpo.

Alfa |YM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora