Diez

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Jimin necesitaba irse a dormir desesperadamente. Llevaba tres noches de desvelo sin razón y estaba empezando a sentirse cansado de verdad. Desde que Yoongi llegó a impregnar su olor a la oficina, los instintos de Jimin se encendieron. Un deseo tonto de tener al otro alfa cerca, de restregarse en él y dejarlo untado de su olor por todas partes, de dejarle en claro qué era él para Jimin había aflorado como un estallido de adrenalina y hacía que Jimin se mantuviera despierto toda la noche, luchando con el instinto primario de posesión; y en el día, lo mantenía encerrado en la oficina sin dejar entrar a nadie además de Taehyung y su madre.

El auditor estaba estudiando las evidencias de en el informe de Taehyung sobre las inconsistencias entre el departamento de marketing y contabilidad y Jimin apenas había tenido la presencia de ánimo para recibir al licenciado Kim y darle autorización para revisar la información más delicada de la empresa.

Ahora, tenía más problemas con los que lidiar. Su cuerpo seguía entumeciéndose, el vínculo era más doloroso que antes y la falta de sueño y apetito habrían hecho desmayar a un omega hace días.

—¿Cuánto tiempo más, hijo? —preguntó Soomi, arrugando la nariz por el fuerte olor estéril.

—No tengo tiempo para eso madre —fue toda la respuesta de Jimin. Su madre le hacía las mismas preguntas casi todos los días.

¿Cuánto tiempo más? ¿Cuándo vas a decirle algo? ¿Cuándo vas a dejar de ser tan orgulloso? ¿A qué estás esperando?

Era mucho más que orgullo, pero su madre no veía eso y Jimin no quería entrar en esa discusión con ella.

—¿Y qué vas a decir cuando...

—¡No, madre! —Sentenció irritado, quizás con un poco más de fuerza de la que debería. —No te empeñes con eso o voy a pensar que estás ansiosa.

—No estoy empeñada en nada y tampoco estoy ansiosa. Estoy preocupada por mi hijo por lo que es evidente. Estás vinculado, evitar a tu compañero te está haciendo daño, mucho más porque una separación que tú has forzado y él no se atreve a contradecir.

—Eso dice mucho ¿no?

Su madre suspiró cansada y Jimin copió el suspiro. Le dolía la cabeza y estaba desesperado por cerrar los ojos y dormir durante una semana.

—Al menos abre las malditas ventanas y quita el difusor de aroma. Sé que te asquea y a mi también. Nadie más que Taehyung y yo entra a esta oficina y tu olor no es algo que no hayamos sentido ya.

Ciertamente Jimin estaba asqueado, pero enmascarar el aroma era una de las maneras en que mantenía la cordura. Encerrarse y evitar a Yoongi era la otra o de lo contrario ya habría hecho algo estúpido como obligar al alfa a oler como él o desnudarle el cuello para que lo mordiera de nuevo y no iba a importar dónde o delante de quién. Porque Jimin no se escondía de la gente o del prejuicio, sino del rechazo de un alfa, que le gustaba desde hace tiempo y que precisamente era uno de sus mejores empleados. No sería sólo repudiado, sino que perdería un elemento importante de su empresa.

—No me molesta —mintió, sabiendo que su madre no era tonta.

Un golpe en la puerta salvó a Jimin de continuar alegando con su madre y luego Taehyung entraba con una carpeta gruesa y a punto de reventar en una lluvia de documentos.

—El auditor es un dolor de cabeza, lo único que no ha pedido es el certificado de nacimiento de cada empleado y subempleado de esta compañía, Jisoo se niega a compartir los archivos digitales de los informes financieros sin una autorización expresa tuya, Kang dice que no puede violar la privacidad de los proveedores publicitarios a menos que ellos mismos le permitan hacerlo y Hoseok dice que necesitas firmar estos contratos para ayer o no habrá exportaciones para el próximo año.

Alfa |YM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora