Diecisiete

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La mordida dolió, tal como Yoongi lo esperaba. No se sentía profunda, pero la carne sensible se sentía caliente. Las feromonas salieron en oleadas y trató de reprimirlas. No estaba tratando de retar a Jimin y no había sido mordido a la fuerza, pero parecía ser que aun tenían que trabajar los instintos cuando estaban alrededor el uno del otro.

Se quedó quieto para no hacer que Jimin se agitara y tomara sus movimientos como defensivos y respiró profundamente. El dolor mientras la piel se rompía se volvió un palpitar ardiente una vez que los dientes del alfa se retiraron y luego todo fue escalofríos y estremecimientos con sólo una pasada de la lengua húmeda y tibia sobre la herida. Un toque suave y reverente, un agradecimiento y una provocación sensual apenas contenida.

—Mío —repitió Jimin en un murmullo, acariciando la nariz por la garganta de Yoongi.

Yoongi se sentía embriagado. El aroma de Jimin llenaba cada rincón de la habitación, el suyo se mezclaba en cada centímetro que cubrían con feromonas y la calidez suave acentuada en el fondo se volvía parte de la mezcla. Jimin era suyo, así como él era de Jimin. No lo demostraría una marca en el cuello de Yoongi, pero sí la marca que lucía Jimin en el suyo y el bebé que llevaba en el vientre. Un milagro que Yoongi aun trataba de entender después del estado en que había encontrado a su compañero unos días atrás.

Sin embargo, parte de toda esa situación milagrosa era que Jimin parecía dispuesto a darles una oportunidad a ambos, del modo en que Yoongi había aceptado dárselas después de entender que no podía deshacer lo que estaba hecho y no podía luchar contra lo que siempre había estado allí, entre ellos. Una atracción inminente, una unión inherente que había llegado lo quisieran o no, pero que ahora era parte de ellos, lo que eran. Una pareja, un vínculo creciente.

Saberlo y experimentarlo eran dos cosas igualmente abrumadoras, pero totalmente distantes en emoción. La necesidad se volvía cada vez mayor, el deseo, la posesividad, la protección. Todo era como una corriente de sensaciones al rojo vivo corriendo por la sangre de Yoongi y encendiendo todo su cuerpo. La seducción de Jimin, el alfa confiando que siempre fue y la sensualidad que habían atraído a Yoongi no hacían nada por minimizar la atracción, sino encenderla todavía más.

Yoongi no pudo contener el gruñido que se formó en su pecho. Algo tan primario como una demostración de dominio, posesión, estatus. Era el alfa y tenía como compañero precisamente a un alfa al que quería poseer desesperadamente.

—Mío. —Igualó Yoongi la declaración de propiedad de su compañero. —Es mi turno de marcarte —dijo y plantó a Jimin contra el colchón con un giro de sus cuerpos.

—¿Vas a tomarme de nuevo, alfa? —Desafió Jimin, apretando las piernas alrededor de las caderas de Yoongi en un agarre fuerte.

Oh. Provocador astuto. Lo quería tanto como Yoongi, como esa primera vez en el calor del celo de Jimin. Pero Yoongi quería que esto fuera más que por la necesidad de los cuerpos, quería que ambos estuvieran totalmente dispuestos a hacerlo con la mente clara y en sintonía.

—Voy a hacerte mío otra vez —Prometió, inclinándose para besar a su compañero. Exigente, pero menos desesperado que antes. —Quiero que lo disfrutes.

—¿Quién dice que no lo disfruté la primera vez?

—Eso fue más una necesidad de alivio. Esta vez, seremos tú y yo, queriéndolo de verdad. Sin prisas.

El movimiento tenso de la garganta de Jimin le dijo a Yoongi que no esperaba sus palabras. Quizás, preparándose para algo urgente y arrebatado como antes y no una noche de hacer el amor de verdad.

—Okey —susurró el alfa bajo su cuerpo.

Yoongi se tomó su tiempo, haciendo todo lo que antes solo imaginó que se le permitía hacer. Cuando fantaseaba dormido e incluso despierto con el hombre que se sentaba al final de la mesa de reuniones y dirigía una compañía multimillonaria. El hombre que parecía imposible tener alguna vez porque era un alfa y los alfas no deseaban a otros alfas, no a su jefe especialmente.

Alfa |YM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora