Alfa |YM|

Siete

Yoongi no se quedó por demasiado tiempo en la reunión. No era su área y no tenía el nivel de importancia como para participar de ese tipo de juntas.

Sabía que había estado liberando su aroma a borbotones en la sala de conferencias y no podía evitarlo. Su cuerpo estaba actuando por sí solo, intentando marcar territorio o más bien recuperarlo y si seguía así iba a ser demasiado obvio para los omegas en la sala.

Necesitaba calmarse, poner su mente en orden y mantener su cuerpo a raya.

¿Qué demonios le pasaba? Él no era así, no actuaba por instintos primarios que jamás habían sido un problema antes.

El latido en su pecho era más insistente a cada segundo. Había una extraña sensación de estrés e irritación y no era exactamente él, y Yoongi supo que era el vínculo. Jimin estaba irritado y por más que el cuerpo de Yoongi, su lado alfa, le exigiera volver a esa sala y ver qué tenía a su alfa tan molesto, se obligó a permanecer en su propia oficina y seguir trabajando.

Su alfa. Su compañero.

En su mente acelerada el concepto era extraño, pero el latido en el pecho se atenuaba cuando lo pensaba. Y luego su mente se aceleraba de nuevo con la idea de que tenía un compañero, pero no era un omega sino un alfa. Que se había dejado someter, follar, marcar.

Si Jimin había estado dispuesto a eso ¿significaba que lo quería? ¿Que realmente estuvo de acuerdo con lo que había pasado entre ellos?

¿Cómo saberlo? Ir allí y apostar un reclamo sobre el otro alfa no parecía ser lo ideal. No cuando el otro alfa era su jefe, el dueño de la compañía.

Y ¿qué iba a decirle?

Jefe, lo siento, pero usted es mío. Lo reclamé durante su celo y lo marqué. Soy su alfa y tiene que inclinar la cabeza por mi.

Ridículo. Era ridículo, no solo porque Jimin era un Park. Dueño de Park Industries. Sino porque no concebía la idea de el alfa rebajándose a otro alfa de ese modo. Ese no era él y no era lo que Yoongi querría tampoco.

—Yoongi —la puerta de su oficina se abrió lentamente y Hoseok asomó la cabeza.

El otro alfa era el abogado de la empresa y un gran amigo. A veces se pasaba por la oficina de Yoongi y hablaban sobre los asuntos menos clasificados del trabajo, aunque ambos tenían acceso a toda clase de información. Otras veces, Hoseok sólo se sentaba frente a su escritorio y hablaban de cosas aleatorias.

—Adelante —invitó Yoongi.

—Te ves como la mierda.

—Yo también te quiero —dijo Yoongi sarcástico.

—Sí. Y también hueles como si tu glándula de olor se hubiera roto y derramado No estás en celo, ¿verdad?

Ummm.

Yoongi no estaba en celo, ni se sentía como si lo fuera a estar pronto. Más bien era como si su instinto se hubiera vuelto loco y actuaba como un perro en medio de un bosque, meando cada cinco segundos a cada árbol en su camino. Aunque Yoongi no meaba, solo dejaba salir sus feromonas como una fuente rota y no podía evitarlo.

—Estoy bien. Puede que me vaya a enfermar o algo así.

Yoongi vio a Hoseok fruncir el ceño.

—Dime que no es un virus contagioso o una bacteria. Ayer estuve en el despacho del jefe y se veía extraño, pero a diferencia de ti, él no estaba apestando su olor por todas partes. Más bien parecía asqueado por todo el aromatizante y a punto de vomitar el almuerzo.

Yoongi podía decir a ciencia cierta ahora que su jefe estaba tratando de enmascarar los aromas. No había otra explicación para eso. Pero una ola de protección se desató en él ante la mención de que Jimin estuviera siquiera levemente enfermo.