1. Childhood

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Max y Sergio se conocieron cuando tenían cinco años, cuando el padre del piloto mexicano junto con su familia se mudaron a la ciudad de Los Angeles en un intento de que el niño pudiera darse a conocer más en el karting en Estados Unidos. Sergio recuerda desde que es pequeño, que su mundo siempre estuvo vinculado con los autos. Le encantaban las películas de acción y de carreras, amaba que sus padres le compraran Hot Wheels para navidad, pero lo que más amaba desde que se mudó es haber conocido a su amigo Max Verstappen, quien compartía el mismo gusto obsesionado por los coches.

Max en un principio, era raro. Esa era la frase que siempre que le preguntaban a Checo por su vecino, él respondía.

—¿Cómo es tu vecino Max? Se llevan muy bien, ¿cierto? —había preguntado su tía Martha esa noche cuando los visitó a su nueva casa, era la primera vez que sus familiares los visitaban después de seis meses de mudanza, así que Checo estaba feliz.

—Max es raro —contestaba el niño con toda naturalidad e inocencia, pues su limitado vocabulario definía que «raro» era perfecto para describir a Max, porque no sabía que en realidad era reservado, tímido, cohibido y muchas cosas más—. Pero le gustan los carritos como a mí, por eso me cae bien.

—¿En serio? Eso debe de ser bueno.

—Sí —Checo jugaba con sus manos, sin saber qué más decir—. Pronto me dijeron mamá y papá que nos postularán en una carrera juntos de karting. Max tiene muchos lunares en la cara, ¿sabía, tía? Y él dice que yo tengo muchas pecas.

—Es porque siempre están jugando bajo el sol, niño listo —respondió ella, dándole un ligero toque cariñoso con el índice sobre su pequeña nariz.

Checo se removió riendo mostrando sus dientes, antes de escapar corriendo por la puerta mosquitera para buscar a su vecino con una única intención. Cuando la puerta se cerró de un golpe, escuchó a su madre gritar que dejara de azotarla como si no le dijera aquello todos los días.

Técnicamente buscar a Max se debatía en dar 20 pasos caminando, tardaba 24 segundos, cruzaba 7 grietas sobre el suelo, subía 4 escalones y tocaba el timbre que dejaba salir un ding dong. Sin embargo, cuando iba corriendo tardaba 8 segundos, cruzaba 7 grietas, subía 2 escalones y tocaba con pequeños golpes en la puerta jadeando, como en aquella ocasión.

—¡Hola, Max! ¿Estás ahí? ¡Soy Checo, tu mejor amigo!

La madre de Max tardó varios vistazos por parte del pecoso a la ventana antes de que la puerta se abriera y apareciera en su campo de visión.

—Hola, señora Sophie, ¿cómo está? he venido a buscar a Max —ante todo la educación, como le habían enseñado sus padres.

—Estoy bien.. ¿y tú, Checo? Te veo muy agitado —respondía con una sonrisa—. Max debe estar en su habitación, hoy ha venido su amigo Daniel a visitarlo.

—¿Qué? —preguntó en confusión el niño—. Pero si él vive en Australia.

—Y como todos los años, su familia viene en vacaciones.

—Yo no vendría de tan lejos... —una mueca de berrinche se vislumbró en sus labios, provocando que la mujer riera.

—Pasa, adelante, ya sabes dónde está su habitación.

Tan pronto la madre de Max lo dejó entrar, Sergio subió las escaleras de caracol con tal velocidad como solo un infante de cinco años podía ser capaz. Para ser sincero consigo mismo, a Checo no le agradaba Daniel. No le gustaba que ese niño estuviera muy cerca de su vecino y solo lo toleraba a como podía, que en realidad, se debatía en casi nada.

—Max —abrió la puerta sin tocar, pues se le había olvidado al pensar en el australiano—. Ven a mi casa rápido, te presentaré a mis tíos y a mis tías. Te quieren conocer.

King of your Heart ; ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora