13. When love and hate collide

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—Sabes que cuando se entere te va a moler a golpes, ¿verdad?

Encogió sus hombros restándole importancia. Cerró sus párpados por segundos intentando relajarse, una vez que los abrió con unos ojos rodeados de largas pestañas, pudo captar las nubes que dejaban caer gotas que lloraban fuera del edificio. Su índice y su pulgar jugaron con el palito de la paleta que tenía sobre su boca.

—Sabes que ahora acabaron todas tus oportunidades con él, ¿no?

Allá afuera el viento arreciaba con tanta furia que los árboles se batían con intensidad, tanto así que con la mezcla de gotas y viento, era difícil darle forma a las hojas que cubrían las copas de los encinos frondosos. Para ese punto estaba seguro que toda la escuela había quedado deshabitada salvo por los intendentes, los maestros que decidían terminar sus deberes antes de llegar a casa y uno que otro individuo que estaba esperando a que sus choferes aparecieran por ellos. Aún así, en aquel salón de clases deshabitado, sabía que tenía la privacidad que necesitaba.

—No me importa —respondió después de largos segundos, girando el palito sobre su lengua con sus dedos.

—¿No te arrepientes?

—¿Te arrepientes tú, cara de mono? Ambos sabíamos que tarde o temprano pasaría.

A pesar de que le desagradaba con aplomo la presencia frente a sus ojos, se tomó el tiempo de analizarlo solo unos segundos. El cabello ligeramente empapado por algunas gotas que lo alcanzaron dejaban reposar un flequillo sobre su frente, donde todo su rostro remarcaba un abatimiento que él conocía a la perfección.

—Acerca de lo que dijiste antes... que me golpeará. ¿No deberías de ser tú quien mas preocupado se encuentre? Nadie es ignorante ante el cambio brusco que tuvo de repente su actitud, sabiendo que siempre estaba sonriendo con positivismo ignorando tus sucios actos de egoísmo. Lidiaba por su cuenta para preservar lo más importante para él por encima de todo, y eso, era su amistad... —se quitó la paleta de la boca con un gesto, adentrando una mano en su bolsillo del pantalón de vestir azul, con su mirada en los casilleros tras la espalda de su acompañante—. Algo hiciste, que aunque aún no nos lo haya confesado fue suficiente para descontrolarlo. Porque créeme, conozco bien a cada uno de mis amigos y Sergio, nunca se había portado de esa manera.

Daniel sonrió con desgane, resposando la cabeza contra las taquillas del aula que se encontraban en la parte baja.

—¿Y de qué sirvió? Al final, yo fui el único que perdió.

—No perdiste totalmente.

Su mano sacó lo que llevaba en el bolsillo, apreciando la gran cantidad para tendérselos sobre su rostro.

—Nunca creí que podría llegar a chantajearte —su tono era casi burlón—. Ni que lo aceptarías. ¿Por qué me has permitido humillarte de esta manera?

Daniel con desgane tomó el fajo de billetes con molestia, tirándolo a un costado del suelo donde estaba posicionado de pie.

—De todas formas, tarde o temprano iba a pasar, eso es algo que ambos sabíamos. La diferencia era ganar algo o no hacerlo.

—Eres asqueroso —su sonrisa se ensanchó en su rostro, llevándose la paleta nuevamente a la boca.

—Espero que estés satisfecho.

—Por favor, no sigas poniendo tan mala cara  —se acercó hacia él palmeando su mejilla, sentía que el mero acto le otorgaban ganas de pellizcarlo y maldecirlo, porque ciertamente, lo aborrecía.

Lástima que la codicia interna por el bienestar de sus amigos pasaban por encima de sus propios deseos; y a veces, odiaba ser tan considerado.

—No seas un perrito necio. Ahora enfócate en mejorar, y tal vez, mejores cosas llegarán para ti.

King of your Heart ; ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora