21. Love is Just a Word Without You

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La confusión se implantó en su semblante, procurando hacer el menor ruido posible.

No quiso ser un entrometido, pero escuchó su nombre y aquello no le pareció específicamente apropiado, cuando bien, Carlos podía adentrarse un par de pasos en la cabaña y dirigirse a él directamente.

Aunque, tal vez, solo era él justificándose en lugar de nombrarse entrometido.

—Por supuesto que no. No. George, no. Se le escapará inmediatamente.

¿De qué diablos estaba hablando?

—Lo haré, te lo prometo. Te aseguro que se lo diré, pero no ahora.

Su agarre sobre el chocolate se hizo más fuerte, escondiéndose en la pared de madera bajo la repisa donde estaban las llaves de la casa.

—Si lo digo me va a matar. El gato curioso muere, ¿lo sabías? Yo soy el gato.

¿Qué diablos?

—¡No es necesario que lo sepa si no va a aportar nada! ¡Ya...! ¡Ni siquiera es importante! —soltó frustrado—. Ya todo está hecho. Puedo llegar a empeorarlo si decido hablar.

Apretó con tanta fuerza la tableta que crujió. Carlos de forma inmediata dejó de hablar, Checo se cubrió todavía más en la pared con sus ojos bien abiertos.

Para esto... ¿por qué estaba en su cabaña? ¿Tenía algo que decirle, pero no quería enfrentarlo con el valor necesario?

Que si bien, varias veces llegó a ser demasiado pensador en la cómoda de su habitación algunas noches de desvelos. Los acertijos a veces se formaban hasta completarse, hasta deducir... que las palabras de Cathy y las de Carlos eran demasiado similares.

¿Era acaso esa suposición de que Carlos no quería admitir varias verdades en voz alta?

Porque su almohada y él habían considerado varias cosas que parecían resolverse, como hechos demasiado notorios y predecibles.

Carlos sabía que estaba enamorado de Max. Carlos sabía que Max estaba enamorado de él. Y por eso, cuando se enteró de su reconciliación, fue el menos sorprendido respecto al tema. Por eso, sus palabras se le habían escapado en el zoológico.

Pero decidió no encararlo.

Molesto subió a su habitación hasta encerrarse. Max seguía en la ducha, mientras Sergio caminaba de un lado a otro pensando con sus manos en la cadera.

Si Carlos estaba enterado sobre eso... ¿quién más lo sabía? Porque estaba hablando con otra persona en el teléfono. Eso, le daba la seguridad de admitir que alguien más conocía lo que estaba pasando.

«George».

Lo escuchó. Dijo su nombre en la llamada.

Fue rápido en tomar su celular. La luz azul le iluminó el rostro cuando deslizó por sus contactos. La mejor forma que tenía para que George soltara las palabras, era encararlo de imprevisto, así que eso era lo que iba a hacer.

Cuando presionó su nombre, el timbre tardó en sonar tres veces antes de que atendiera.

—¿Hola? ¿Checo? Estaba a punto de ir a dormir —su voz sonaba somnolienta, ¿no eran las ocho de la noche? Además, estaban de vacaciones—. ¿Qué pasó? Antes que nada, ten cuidado. Me encontré con una tarántula queriendo entrar por la puerta... antes de salir corriendo. Lo siento, amigo, si decide ir a la tuya, no fue a propósito. A decir verdad, no estoy seguro si Daniel acabó con ella, mis gritos por toda la casa debieron de haber expresado el mensaje cuando me fui corriendo a resguardarme en mi habitación. Mi madre me dijo que no era necesario cargar en la maleta con el insecticida, pero ahora me encuentro desprotegido, cuando pude haberle rociado algo hasta que se asustara. O... ¿mejor no? He visto vídeos donde te saltan directo a la cara. ¿Sabes qué? Mejor que otro se encargue, he llegado a la conclusión de que me encuentro totalmente indispuesto.

King of your Heart ; ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora