12. Just between you and me

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Su pecho dolía al intentar recuperar el aire, sus piernas y sus pies estaban haciendo un esfuerzo por seguir manteniéndose en movimiento después de estar corriendo sin parar bajo la lluvia.

El ciclo escolar había terminado, pero las gotas seguían cayendo con furia desde el cielo. Se despidió rápido de sus amigos en la salida donde ni siquiera pudo explicarles nada de lo sucedido. No sabía qué fue exactamente de las palabras de Cathy lo que provocó mover los pies sin detenerse, no sabía si se trataba del hecho de decir que podría interesarle a Max, o el hecho de que Daniel le haya confesado sus secretos más íntimos por una razón que aún desconocía.

Sin embargo, lo que más prevalecía en su interior es que no quería que Max se enterara de su enamoramiento por otra persona. No quería que alguien dijera en voz alta algo que tanto y arduamente Sergio habia escondido en lo más profundo de su interior.

Incluso ahora, ¿las cosas podrían salvarse?

Mientras corría, intentaba huir de aquellas amistades nuevas de sentimientos malignos que lo habían acompañado durante aquellos días. Todos ellos se aglomeraban a su alrededor, diciéndole que se detuviera, que no había nada que remediar porque los daños ya estaban hechos.

Max no lo quería.

Ahora que tal vez conociera de los sentimientos de Sergio, lo primero que haría sería instalar una muralla e impedir el acceso para que no se adentrara con sus palabras en el intento de excusar la situación.

Tenía miedo, tanto miedo que lo único que podía seguir haciendo era correr de él, porque si se detenía aunque sea un momento, aunque sea un mísero y estúpido milisegundo, treparía sobre su espalda provocando el tan conocido escalofrío hasta instalarse completamente en su cuerpo.

No. No iba a permitir que las malas ideas nublaran su juicio. Había permanecido más tiempo del que imaginó distanciado de Max, y si aquello ya le quemaba el interior, el no saber una respuesta producida por su boca acerca de sus sentimientos le ardía en el alma, imaginando situaciones en las que se marchaba de la cercanía de sus manos aún sin llegar a rozarlo.

Cuando pasó la vereda de su propia casa a toda velocidad, no se detuvo. Cruzó las siete grietas sobre el suelo que habían aumentado por los tantos años que habían traspasado, llegando en menos de cuatro segundos cuando cruzó su jardín ni siquiera subió un escalón, dio un salto y cuando estuvo sobre el pórtico, se dignó a tocar el timbre dos veces mientras esperaba con paciencia.

Al esperar, la pesadumbre lo persiguió.

¿Y si Max no lo escuchaba?

¿Y si Max le decía que se fuera?

¿Y si lo rechazaba realmente?

¿Y si le decía que había optado por preferir a Daniel? ¿Por darle una oportunidad a el?

No tenía la certeza de nada, y las palabras antes escuchadas no le daban ninguna respuesta.

Toda su infancia ambos siempre habían sido unidos y cariñosos, toda su infancia el contacto fue frecuente con las visitas, los juegos, y por supuesto, los secretos también. Hasta ese preciso momento. se cuestionaba si todas aquellas muestras frecuentes de afecto eran la idea que necesitaba colocar sobre la mesa para comenzar a descifrar los laberintos. Se preguntó si solo con un desglose de las reacciones de Max al acercar sus rostros eran la respuesta, si el rubor imperceptible ante el toque de sus manos, y el rápido movimiento por apartarlas, decían en mil palabras lo que se negaba a ver.

Checo no lo entendía. Las ideas y los recuerdos eran un remolino al mismo tiempo que toda su ropa y hasta sus calcetines goteaban delante de la puerta principal de su recibidor.

King of your Heart ; ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora