Capitulo 5

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El hombre solo miraba el cielo, este lleno de hermosas estrellas.

Como le gustaría ver este hermoso cielo con él, con su amado...

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando escuchó el sonido de las hojas crujir detrás de él, poniéndolo alerta al instante, sin embargo, se relajó al ver de quien se trataba.

Oh, eres tú respondió, su voz escuchándose desinteresada a la vez que devolvía su mirada al cielo.

Sospeche que te encontraría aquí, al parecer tuve razón, ¿Puedo? preguntó, pidiendo permiso a la persona a su lado para sentarse, cosa que el otro accedió

El silencio predominaba entre ambos, solo escuchándose los sonidos silvestres de aquel bosque.

¿Crees que me esté viendo ahora mismo? ¿Crees que alguna de estrellas en el cielo pueda ser él? el hombre empezó, su mirada completamente fija en el cielo.

Es probable, él era un ángel. respondió Ambos sabemos que no viniste aquí solo a ver las estrellas, ¿Y bien? ¿Vas a continuar con tu plan? Aún no es tarde para arrepentirte, no tienes por qué ensuciarte las manos.

El ambiente a su alrededor se sintió pesado de repente.

Claro que seguiré, todo está planeado, las piezas están en el tablero, solo falta poner el juego en marcha.

La otra persona solo suspiró, pues no creía ser capaz de convencer al otro de detenerse.

No hay nada que pueda hacer para convencerte, ¿Cierto?

El silencio fue todo lo que recibió en respuesta, sin embargo, ese silencio expresó más que mil palabras.

Él iba a seguir hasta las ultimas consecuencias, y nada ni nadie podría detenerlo.

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Lavó su cara con esmero, tratando de refrescarse, sin embargo, el tono carmín no se iba de sus mejillas, en momentos como este odiaba tener tez clara.

Mierda, ¿Qué se supone que iba a hacer? Se veía tan patético.

Unos toques en la puerta lo hicieron sobresaltarse.

— Daniel, ¿Todo bien? Llevas un rato ahí adentro — la voz preocupada del rubio llenó sus oídos.

— T-todo está bien Jay, solo me maree un poco, es todo — respondió, tratando de que su tono de voz se escuchara convincente.

— ¿Seguro? Podemos irnos si quieres.

— Estoy bien, de verdad, solo dame un momento.

— Esta bien... Te esperaré en la mesa — seguido de esas palabras Daniel pudo escuchar los pasos del rubio alejándose, suspiró aliviado por esto.

En estos momentos Daniel Park se encontraba encerrado en el baño de una cafetería, esperando que sus emociones que se calmaran y su corazón dejara de bombear fuertemente en su pecho.

Hoy había salido con Jay a una cafetería italiana donde el rubio le dijo que hacían un macchiato delicioso, y le pidió a Daniel que lo acompañara, cosa a la que el pelinegro no se pudo negar.

Otro mes había pasado desde que empezó a trabajar para Jay, oficialmente llevaba medio año trabajando con el rubio, y desde aquella vez que fueron a aquel circo, las salidas entre ellos se habían vuelto algo frecuente, a pesar de que Daniel insistió muchas veces que le avergonzaba que Jay gastara en él y le sugirió a Jay que le descontara de su sueldo, Jay insistió en que no era ningún problema, pues le gustaba salir con él.

Karma || JayDanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora