Capítulo Seis

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Era sábado por la tarde y Jungkook decidió que ya era hora de volver a casa. Además quería darle espacio a la joven pareja. Se fue satisfecho, pues Tae le había ofrecido la posibilidad de trabajar con su hermana que tenía una pequeña florería. Necesitaba alguien de confianza que atendiera la caja por las mañanas. Sería sólo por unos meses, mientras encontraba a alguien definitivo. Jungkook aceptó. Ya era tiempo de comenzar a usar su tiempo libre y además eso lo tendría alejado de su casa y de Seokjin al menos unas horas.

Cuando llegó a casa, su padre lo recibió muy cariñosamente. La verdad era que Seokjin antes de irse se atrevió a hablarle y aconsejarle a su jefe que intentara acercarse un poco más a su hijo.

Jungkook se sorprendió que su padre lo invitara a charlar en la piscina. Así es que aprovechó de contarle sobre su incipiente trabajo. El señor Jeon se sorprendió, pero también se alegró y le dio todo su apoyo. El corazón de Kook se sentía un poco más cálido y subió muy feliz a su habitación. Todo parecía en perfecto orden. Por un momento pensó que Seokjin tal vez hubiese planeado una venganza... pero no había indicios de nada. Verificó su ropa interior, su shampoo... nada. No pudo ocultar un poco de decepción. Era obvio, seguro que simplemente se había ido feliz a reencontrarse con su familia. ¿Para qué iba a ocuparse de un niño cómo él?

Cuando se sentía triste, todo lo que hacía era dibujar. Recordó que Jin había visto su dibujo y sintió un poco de pudor.

Tomó entonces su cuaderno para dibujar algo... cuando lo vio. Al principio quedó sorprendido, luego se rió y finalmente la ira lo invadió ¡¿Que se creía ese hyung al corromper su amado cuaderno?!

 Al principio quedó sorprendido, luego se rió y finalmente la ira lo invadió ¡¿Que se creía ese hyung al corromper su amado cuaderno?!

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"No soy tan bueno como tú dibujando, pero creo que quedó muy parecido a ti"

Jungkook lo primero que hizo fue repetir su último mensaje y que ya se convertía en su sello característico. Sí, su dedo medio. Cuando se aseguró que Seokjin lo había visto, comenzó a marcar su número frenéticamente. Pero no le contestaba. Aun así, no se rendiría. Tenía que escuchar todo lo que pensaba decirle.

Cuando al fin sintió el saludo cínico de su hyung, sentía su sangre hervir.

¡QUIÉN TE CREES QUE ERES PARA HACERME ESTO? CORROMPISTE MI CUADERNO Y YO NO SOY UN CONEJO.

Seokjin no paraba de reír. Como aún iba por la calle la gente lo miraba extrañado.

Claro que lo eres Kookie, todos lo dicen, el señor Choi, Rosé, tu padre.. Un adorable y tierno conejo. Aunque yo creo que ahora mismo debes verte así.

 Aunque yo creo que ahora mismo debes verte así

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El Secretario de PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora