Epílogo

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3 años después...

—Kookie...¿estás listo?—Seokjin se asomaba a la oficina de su novio, quien terminaba de revisar unos contratos que le habían enviado a última hora por correo.

—Ya casi. Si no termino de leer esto, mañana mi jefe gruñón me lo va a recriminar.

—¡Hey! más respeto con tu jefe. ¿Cómo es que te atreves a decirme gruñón?

Jungkook se levantó y corrió a rodear el cuello de "su jefe" y comenzar a dejar pequeños besos en él.

—Bueno en realidad tienes razón...además, mañana lo convenzo con una buena mamada aquí mismo en la oficina...

Seokjin se rio. Seguía siendo un desvergonzado lengua larga, pero lo amaba, lo adoraba.

Desde que se había graduado hacía un año, Jungkook había entrado a trabajar en las oficinas de su padre. Pero él había querido comenzar desde abajo, así es que era el asistente de Seokjin, que ya ostentaba el puesto de Subgerente.

Habían sido buenos tiempos. Con amor, discusiones, celos, amor, pasión, peleas y maravillosas reconciliaciones. En realidad la mayor parte del tiempo se llevaban estupendamente. Trabajaban juntos de muy buena manera. Y sabían separar su relación sentimental del trabajo, por lo que no tenían mayores problemas.

—Ya estoy listo...¿dónde iremos a comer hoy?, porque no tengo ganas de cocinar...—dijo el menor.

—Mamá dijo que podíamos ir a casa a comer. Papá iba directo hacia allá. Se fue hace como quince minutos...—dijo Seokjin, mirando su reloj.

—¿No crees que ellos se están visitando muy a menudo?, ¿Querrán acaso convertirnos en hermanastros?

Seokjin rio ante la afirmación de Jungkook. La verdad era que desde hace unos meses su madre y el señor Jeon, que ya no era el señor Jeon sino que "papá" tenían varios "encuentros casuales" y otros no tanto.

Siempre la excusa era que Jisoo cocinaba tan bien... y ahora que vivía solo, le hacía falta la comida casera.

Efectivamente, la mansión ya no existía. La había vendido hace casi dos años, cuando Seokjin y Jungkook decidieron irse a vivir solos y él compró un departamento. El señor Choi y la señora Ming habían jubilado y Rosé trabajaba en la empresa.

—No lo sé...sería extraño...pero ellos están grandes y no podemos intervenir...son libres de enamorarse de quien quieran ¿no crees?

Jungkook estaba de acuerdo. Su padre estaba tan solo y Jisoo y sus hijos se habían convertido en parte de la familia. A él no le molestaba. Amaba a esa mujer y si ambos se hacían compañía era maravilloso.

Asi es que llegaron a la casa de la madre de Seokjin y fue recibido por el ya no tan pequeño Soobin, que ya tenía 11 años y se sentía el hombre de la casa. Sus hermano mayor estaba estudiando fuera de Seúl, por lo que quedaba su otro hermano y él. Jungkook lo abrazó como siempre lo hacía y entró, para ver a su padre, con un delantal, "ayudando en la cocina".

—Llegaron nuestros bebés—dijo Jisoo, lanzándose a los brazos de su hijo y de Jungkook.

—Mamá...tengo veintiocho años, no soy un bebé...Jungkook tal vez...

—¿Qué estás diciendo?, ya tengo veintitres años y soy un ejecutivo de una de las más importantes empresas de Corea...no soy ningún bebé...además si lo fuera..., no te haría gemir como lo haces cada noche.

—¡Jungkook! —gritaron los mayores, al ver que el pequeño Soobin se reía ante las ocurrencias de su hyung.

La cena transcurrió alegremente. Seokjin miraba a su madre, a sus hermanos, al señor Jeon y especialmente a Jungkook. Podía ver lo felices que eran. Lejos de lo que cada uno había sido hace tres años. Recordaba el rostro apenado y cansado de su madre, la angustia de Jeon Hyuk por su hijo y la mirada llena de dolor de Kookie. "Es un buen chico", le había dicho el señor Choi y no se había equivocado. Era un hombre maravilloso. Un poco mimado, pero precioso. Estaba loco de amor por él. Se recordó asimismo, también. Un chico serio que sólo pensaba en sacar a su familia adelante. Y lo había logrado. Lo mejor era que además, había encontrado su propio camino de felicidad.

El Secretario de PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora