Capítulo Uno

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Seokjin sentía como su madre lloraba en silencio mientras lo abrazaba. Era la primera vez que se separarían y era difícil para ambos. Después de todo era el hombre de la casa, luego que su padre los había abandonado hace ya seis años. El hombre siempre había sido un infiel y su madre creyó que podría retenerlo con cada hijo que traía al mundo.

Fue así, como después de Seokjin, nacieron tres niños más. Sus hermanos hoy tenían 15 años, 13 años y el menor de 8 años. Él tenía 25 años, su madre lo había tenido con apenas 18 años y se había casado con la ilusión de formar una familia.

Cuando su padre se fue, Seokjin estaba en su primer año en la Universidad y tuvo que abandonar sus estudios para trabajar y mantener a su familia, pues su padre desapareció completamente de sus vidas.

Luego de un año de gran esfuerzo, logró volver a estudiar y mediante becas, logró egresar y titularse. Su madre estaba orgullosa de él y sus logros. A pesar de aquello, le había costado encontrar un buen trabajo ya que carecía de los contactos necesarios, por eso cuando su ex profesor lo llamó se mostró muy entusiasmado con el puesto. Había sido un largo proceso de selección con test, entrevistas y la conversación final con el señor Jeon en sus oficinas del centro de Seúl.

Por eso cuando finalmente le informaron que él era el seleccionado, estaba feliz, aun cuando eso significaría dejar de lunes a viernes a su familia, pues era en Seúl y ellos vivían en Gwacheon y el viaje diario era inviable, agotador y caro. Por eso el señor Jeon le había ofrecido además de la paga, quedarse vivir en su casa, con la condición de tener un
horario un poco más extenso que el de una oficina. Eso a Seokjin no le había importado. Tendría techo y comida gratis, su madre ahorraría en gastos y estarían más cómodos. Aun a pesar de todas estas ventajas, Jisoo lloraba la partida de su primogénito.

—Mamá, estaré bien. La semana pasará muy rápido. Y te prometo que llamaré todos los días.

—Lo sé hijo mío. Es sólo que me cuesta pensar que ya no te veré todos los días. Me preocupa que comas bien, que no pases frío.

—Eso no pasará mamá. Estoy seguro que el señor Jeon es un buen hombre y no dejará que muera de hambre—Seokjin sonrió y miró a sus tres hermanos que también estaban haciendo pucheros, les dio un abrazo y salió de su casa. Estaba seguro que este trabajo sería el comienzo de un cambio para sus vidas, pues la paga era realmente buena, eso le permitiría poder arrendar un mejor lugar donde vivir y comprarles las cosas que necesitaban.

Cuando el taxi se detuvo frente a la gran reja de la mansión Jeon, sintió un poco de temor. No imaginaba que fuera tan grande. Bajó con su maleta y una mujer mayor salió a recibirlo, Seokjin se inclinó para saludarla y ella le sonrió.

—Buenos días, el señor Jeon lo espera para compartir el desayuno con usted. Por favor entre, nosotros nos encargaremos de sus cosas.

Entonces un hombre que parecía ser el mayordomo, lo condujo al interior de la casa hasta llegar al comedor, donde Jeon Hyuk lo esperaba con una gran sonrisa de satisfacción.

Y no era para menos, al entrevistar a Seokjin se dio cuenta que podía ser mucho más que su secretario, pues tenía los estudios y habilidades suficientes para convertirse en su mano derecha. También su historia de esfuerzo y lucha por salir adelante y de paso sacar adelante a su familia, lo había conmovido. Además y como a todos sus futuros empleados, él lo había enviado a investigar y no había nada en la vida del joven Kim que pudiera considerarse ilegal o vergonzoso. Tal vez a otro le hubiera molestado el novio que al parecer tenía, pero a él no. Después de todo su Jungkook era gay o bisexual, realmente no estaba muy seguro. Pero de todos modos la orientación sexual de su flamante nuevo secretario no le preocupaba. Lo que si lo angustiaba era el poder mantenerlo.

El Secretario de PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora