Perdón por errores ortográficos.
Emily Prentiss.
Mi respiración se detiene por un instante mientras observo a Dimitri con una calma macabra, su sonrisa de satisfacción me hiela la sangre. El cuchillo, ahora con la sangre de mi madre sobre él, brilla siniestramente a la luz de la pantalla. Hijo de perra.
El grito de dolor de mi madre retumba en mis oídos, y aunque mi instinto es correr hacia ella, sé que no puedo hacer nada. No sin poner a mis hijos en más peligro. Ellos están al otro lado de la sala, ajenos al infierno que se está desatando frente a nosotros.
—¡No le hagas daño! —grito, pero mi voz suena quebrada, casi un susurro impotente ante el caos que me rodea.
Dimitri no me presta atención, sus ojos siguen fijos en la pantalla, observando mi rostro con una sonrisa cruel. Es como si disfrutara de mi desesperación, de ver cómo me desmorono ante la amenaza que ha traído consigo.
—Mis demandas son simples, Emily —su voz es baja, peligrosa—. Primero, quiero que entregues todo lo que sabes sobre tu esposo. Segundo, quiero que te pongas en contacto con tu amigo el agente de la INTERPOL, el que estuvo investigando a Ian. Y por último, quiero que me entregues tus registros completos. Lo que tú y tu esposo han estado tramando no es un secreto para mí. Si cumples todo, prometo que tu madre vivirá.
Mi mente corre a mil por hora, tratando de procesar sus palabras. Ian, la INTERPOL todo lo que pensé que había dejado atrás regresa de golpe. Pero lo peor de todo, lo que más me aterra, es la seguridad de mi familia. Mis hijos, mi madre, la vida que he intentado construir para ellos.
—No lo haré —respondo, aunque mis palabras suenan débiles, mi tono tembloroso traiciona mi miedo.
Dimitri sonríe aún más, como si le divirtiera la idea de que me crea tan valiente. Pero sé que mis palabras son vacías. Si realmente estuviera dispuesta a arriesgarme, habría tomado el arma que guardo bajo la mesa, habría hecho algo. Pero mi mente está nublada por la desesperación, y lo único que veo es la imagen de mi madre sufriendo.
—Lo sabías, ¿verdad? —continúa él, mientras empieza a caminar lentamente hacia la cámara, con una calma inquietante—. Sabías que no podías escapar de mí, cuando lo hiciste estando embarazada, fue solo un golpe de suerte. Siempre he estado cerca. La diferencia es que ahora, soy yo quien tiene el control. No ustedes.
No sé qué pensar, no sé cómo reaccionar. Mi madre está al borde de la muerte, y mi familia está en medio de este torbellino. Mi cuerpo tiembla de rabia y miedo, pero mi rostro se mantiene impasible, aunque por dentro estoy hecha trizas.
—Voy a hacer lo que sea necesario para protegerlos —le respondo con firmeza, aunque sé que mi respuesta no tiene valor sin un plan real. ¿Cómo voy a protegerlos si no sé cómo salir de esta?
Dimitri se ríe, una risa que hace eco en mis oídos, y por un momento me pregunto si alguna vez escaparé de su sombra.
—Lo veremos, Emily. Lo veremos.
La pantalla se apaga abruptamente y el silencio que queda es abrumador. El grito de mi madre, el llanto de las niñas, todo se mezcla en un torbellino de caos y desesperación.
No tengo ni un segundo para procesarlo. No sé qué hacer ni por dónde empezar, pero algo dentro de mí arde. La amenaza de Dimitri me ha dado la fuerza para no rendirme. No voy a permitir que este monstruo destruya lo que me queda. Qué destruya a mi familia.
Pero, ¿cómo? ¿Cómo puedo salvar a mi madre y a mi familia de alguien como él?
La oscuridad se cierra a mi alrededor, pero en mi pecho algo comienza a arder con una furia salvaje. La rabia se mezcla con el miedo, y aunque mi mente está al borde del colapso, una pequeña chispa de claridad emerge. No voy a ser una víctima más. No voy a permitir que Dimitri se salga con la suya, no sin luchar. Soy Lauren Reynolds, y para Lauren Reynolds, Dimitri es un don nadie.
Mis hijos están llorando. Mi madre, aunque su grito de agonía se ha silenciado, sigue allá, tendida, a merced de ese monstruo. Pero yo no puedo perder el control. Si lo hago, todo estará perdido. No hay espacio para el miedo, ni para la desesperación. Solo hay espacio para la venganza.
Puedo sentir el peso del arma bajo la mesa, su frío metal me llama, pero no es suficiente. No es lo que necesito. Necesito algo más. Necesito un plan. Y mientras mi mente intenta encajar las piezas del rompecabezas, un pensamiento me asalta con la claridad de un golpe en el estómago.
Dimitri subestimó algo crucial, mi amor por mi familia. Él cree que puede intimidarme, que puede quebrarme, pero no sabe lo que soy capaz de hacer cuando mis hijos están en peligro. Y eso es lo que va a jugar en su contra. No sabe que la furia de una madre es un fuego que no se apaga fácilmente.
La pantalla sigue en negro, pero puedo escuchar el eco de su voz, como una sombra que me persigue, despojándome de mi tranquilidad. Me esfuerzo por calmar mi respiración, pero las manos me tiemblan. Cada segundo que pasa siento cómo la desesperación quiere arrastrarme, pero no puedo permitírmelo. No ahora.
Con un esfuerzo titánico, me levanto lentamente de la alfombra donde tenía a las dos niñas, mis piernas temblando bajo el peso de la situación. Necesito saber más. Necesito entender cómo ha llegado hasta aquí, cómo puede estar tan seguro de que estoy completamente atrapada. Me acerco al escritorio, mis dedos rozan el teclado. Pero antes de actuar, me detengo, como si una fuerza invisible me frenara. No puedo ser impulsiva. Dimitri está jugando un juego largo y quiere asegurarse de que no me pase de lista.
El teléfono en mi bolsillo vibra, y el corazón me da un vuelco. Miro la pantalla, es un mensaje de Patrick. El terror me invade, ¿Y si ha sido él quien lo delató todo? Pero al abrir el mensaje, veo algo completamente diferente: una dirección. Y bajo ella, unas pocas palabras.
“Ian te está mirando. No estás sola.”
La esperanza crece en mí como un faro en medio de la tormenta. Ian está cerca, lo sé. Y si está cerca, entonces Dimitri también lo está.
—Este maldito juego se va a terminar, Dimitri. —Susurro para mí misma, mis dientes apretados, la furia creciendo dentro de mí como un huracán.
Cada segundo que pasa es una oportunidad más para tomar el control. El reloj ya no se siente como mi enemigo, sino como mi aliado. Si logro contactar a Ian y conseguir ayuda, hay una oportunidad de salir de esto. No sé cómo, pero tengo que hacerlo. Mis hijos, mi madre, mi vida todo está en juego ahora. Y no me rendiré sin luchar hasta el último aliento.
Con un renovado sentido de propósito, empiezo a preparar mi siguiente movimiento. Ya no soy la mujer aterrada que vio hace una par de años, Dimitri cree que puede quebrarme. Pero no lo hará.
Vamos, Ian y yo somos éramos un dúo peligroso hace tantos años, y ahora lo somos más, ya que tenemos que vencer la batalla, porque hay quienes depende de nosotros. Somos dos padres dispuestos a atravesar el infierno por su familia.
Y este infierno, Dimitri, lo va a pagar caro.
ESTÁS LEYENDO
Nuestra realidad.
FanficEl amor es algo que muchas personas anhelan tener. Pero para Emily e Ian el amor será la razón por la cual lucharan contra enemigos, se enfrentarán a muchos peligros ¿Será suficientemente fuerte su amor, como para mantenerlos unidos? O ¿se destruir...