Me Convertí En El Prometido De Un Dragón De Fantasía Romántica

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33 - Inquietud.

[POV de Adilun]

Rodenov aún me saludaba con un viento frío y amargo.

Tras salir por la puerta de teletransporte, vi la Fortaleza Caltix: un lugar cubierto de hielo, pero lleno de la calidez de sus habitantes.

No era ostentoso ni animado como Enadeim, pero el mero hecho de contemplar esta fortaleza acorazada me daba cierta tranquilidad.

Por espléndida y misteriosa que fuera la apariencia de la capital, parecía que no evocaba tanta emoción como el lugar donde nací y crecí.

Mi hogar. Sí, es mi hogar'.

Sentía una paz que hacía mucho tiempo que no sentía.

Mi padre les contó a los miembros del Castillo de Caltix sobre Aiden y el gran duelo.

Estaban enfadados con Aiden por haberme insultado y dispuestos a condenarlos.

Mi padre también anunció a los caballeros que Physis había sido seleccionado como el gran guerrero de Rodenov, pero los caballeros mostraron bastante descontento.

Pero poco después, cuando se enteraron de que había ganado la competición de caza y el combate de justas y que, además, había condenado a Alan Aiden por insultarme, ese descontento remitió un poco.

En cambio, asintieron a las palabras de mi padre de que éste tendría que poner a prueba las cualidades de Physis para convertirse en un gran guerrero, y le preguntaron a mi padre cómo lo pondría a prueba.

Mi padre dijo que juzgaría las cualidades de Physis luchando con los caballeros de Rodenov.

A raíz de eso, los caballeros se apasionaron aún más y empezaron a entrenar repetidamente para mejorar sus habilidades. Era porque lo veían como una oportunidad de vencer legalmente a Physis, a quien siempre habían querido vencer, así como de poder ser seleccionados como gran guerrero en el gran duelo.

Mientras tanto, me encerré en mi habitación y descansé.

Pero tal vez los criados fueron considerados conmigo cuando regresé, porque no armaron ningún alboroto y se ocuparon de mí para que pudiera descansar cómodamente, y me gustó mucho esa consideración.

Porque necesitaba tiempo para organizar mis pensamientos.

Fueron pocos días, pero las cosas que ocurrieron en el festival del Día de la Fundación Nacional sembraron en mí vergüenza y alivio, y ansiedad y miedo al mismo tiempo.

Había cambiado. No quería admitirlo, pero definitivamente había cambiado.

Sólo por la forma en que le trataba su familia, era evidente cómo había sido durante los tres meses transcurridos desde que le echaron de Rodenov.