Capitulo 13:

27 14 24
                                    

Myrs corría por el bosque buscando salidas, desesperada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Myrs corría por el bosque buscando salidas, desesperada. Intentando escapar de un final inevitable.

La oscuridad consumió la noche. Los ojos de Myrs, al encontrarse con la bestia, gritaron desesperada, invadiendo el lugar de súplicas una y otra vez.

Pequeños pálidos rayos de luna iluminaban la escena, haciéndola aterradora.

Aullidos distantes rompían el silencio de la noche.

Desgarradores gritos parecían resonar aún en el aire.

Rosas rojas brotaban, contrastando con la crueldad del acto.

El bosque susurraba, cargado de dolor por el cuerpo sin vida de aquella jovencita.

El pueblo cercano recordaba la luz y la energía que Myrs emanaba.

Recuerdos fugaces de una chica que contaba sus sueños.

Que esperaba sanar el corazón que ahora la había lastimado, que ni siquiera había dudado de hacerle daño.

El pueblo de Zyrith solo se hacía la pregunta de ¿quién podía ser capaz de matar a una chica que solo buscaba dar esperanza a este cruel mundo?

—Esto es inútil, chicos —Ashly dijo con locura, un poco alucinada por lo que leía—. ¿Qué es esto? ¿Una historia? ¿Qué se supone que tenemos que buscar?

—Eres tan tonta. Se supone que quien la asesinó —Kent resopló, mirando con aburrimiento la escena—. ¿Alguien tiene una idea?

—Myrs tenía sueños. ¿Quién es la primera persona en arrebatarnos los sueños?

Fruncí el ceño ante la pregunta y miré hacia donde provenía la voz. ¿Cómo había llegado allá arriba o desde cuándo estaba allá arriba? Todos la miraban impactados, estaba atónito. ¿Qué demonios hacía allí balanceando sus pies como una niña? Un día podía comportarse como la reina de toda la universidad y otros como una niña pequeña haciendo travesuras. Alay nos miraba divertida; tal vez por su entrada, era una chica que le encantaba la atención, lo había hecho desde siempre.

Alay balanceaba sus pies desde arriba, sentada en un árbol como si fuera lo más normal. Llevaba unos tacones rojos y sus piernas se veían eternas desde esa altura. Vestía una falda negra de cuero y una camisa blanca manga larga de botones. Era la primera vez que veía a la chica de ojos verdes con su cabello recogido, dejando al descubierto su cuello. Era preciosa y ella lo sabía.

—¿Cómo lograste subir con esos tacones hasta allí? —Linda fue la primera en romper aquel silencio, un poco impactada.

Alay centró su atención en ella y sonrió con burla.

—¿Envidia, querida? —Alay aplano su falda para desaparecer las arrugas invisibles que había—. Me diste mucha pena al intentar entrar como una reina. Ambas sabemos que ese lugar no te queda.

AlayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora