Capítulo 7

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Afuera, en el Callejón Diagon, los dos adultos y los cuatro niños estaban caminando por la calle. Los niños ya habían comparado la mayor parte de su equipo y están leyendo su lista.

– Lo único que nos falta es la varita. – señala el chico Zabini.

– ¡Vamos a ver como consiguieron esos hermosos objetos! – los ojos de Kol estaban brillando por la emoción.

– ¿Una varita? Bueno querrán ir a Ollivanders. – Hagrid señaló la tienda – No hay lugar mejor. ¿Por qué no corren hasta allí y esperan? Nosotros tenemos una cosa que hacer.

Potter asintió a lo dicho por Hagrid, pero en cambio los otros tres niños solo miraron a Anthony esperando órdenes suyas.

– Vayan a Ollivanders, niños y espérennos ahí. – dijo el Lord.

– ¡Sí, padre! – obedecieron y junto al Potter caminaron a la tienda.

– Parecen soldados. – dijo Elijah – Esperando órdenes de su superior.

– Nos enseñaron que fuera de nuestra propia casa, solo debemos obedecer a nuestro padre o al adulto al que estemos a cargo. – informa Theo.

Los cuatro niños entraron en la tienda en silencio. Miran a su alrededor. Hay estantes de varitas en cajas, pero no hay personas.

Los tres chicos miraban a su alrededor buscando al fabricante de varitas que aún no había aparecido. Todo lo contrario de Adhara que se hallaba con una postura de estar alerta.

– ¿Por qué estabas alerta? – preguntó curiosa Hope.

– Porque estaba en un ambiente desconocido. – respondió la pelinegra – Desde pequeña me enseñaron a estar siempre alerta en un entorno desconocido, así nadie me coge desprevenida.

– Muy bien, muy bien, Anthony. – felicitó Klaus asintiendo al mencionado – Le enseñaste muy bien.

Sus hermanos solo atinaron a mirarle raro.

– Gracias. – dijo el hombre con gracia – Pero no puedo llevarme todo el mérito.

– ¿No crees que Klaus está actuando un poco extraño? – preguntó Hayley a Marcel en un susurro.

– Puede que un poco. – contestó el moreno.

– ¿Hola? ¿Hola?  – habló Harry.

Entonces, un ruido vino desde atrás, y un hombre aparece en una escalera y mira a los niños. Antes de que alguien dijera algo, Adhara, por auto reflejo, lazó una daga en dirección al hombre. Dicha daga quedó clavada en la pared, al lado de la cabeza del señor. Eso tomó por sorpresa a los tres niños que la miraron.

– ¡Adhara! – reprendieron algunos de los amigos de la chica.

– ¡Lo siento! – se disculpa la niña sonrojándose – Pero fue un auto reflejo. El maldito salió de la nada.

– ¡Bien hecho! – felicitaron Kol y Klaus, ganándose una mala mirada de sus hermanos

El hombre es Ollivander, y sonrió en dirección de los niños.

– Me preguntaba cuando los vería, señores Potter, Zabini, Nott y señorita Campbell.

– Lo siento mucho, señor Ollivander, pero me tomó por sorpresa. – se disculpó la chica del grupo.

– Descuide joven Campbell. – le restó importancia – ¿Por qué mejor no empezamos a escoger sus varitas? Primero usted señor Potter.

Pasaron algunos minutos y ninguna varita escogía a Harry. Ya para la quinta varita, Anthony había regresado. Con cada accidente que ocurría, los otros tres niños se divertían. Y él fabricante estaba extasiado.

La hija perdida de Klaus Mikaelson (Watching the movie HPxTOxTVD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora