Capítulo 8

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Una vez que el tren empezó a avanzar, los tres niños se acomodaron en los asientos. Theo estaba leyendo un libro sobre Aritmacia, mientras que Adhara y Blaise estaban los dos juntos leyendo “Animales Fantásticos y donde encontrarlos”

– ¿Crees que papá me dejará tener una reserva para los animales? – le pregunta la niña mientras leían sobre los Thunderbird.      

– De seguro que sí. – le responde el moreno – Papá no te puede negar nada.

– Eso es cierto. – respondió Anthony – Los consiento demasiado, sobre todo a ti. – le da una sonrisa a la chica – Pero no tendrás una reserva.

– ¿Por qué no? – preguntó la niña con un puchero.

– Porque ya tienes demasiadas criaturas en casa. – respondió el hombre – No voy a dejar que tengas una reserva.

– Oh, ¿y si yo te la regalara?  – preguntó Kol en dirección a la chica, haciendo que su familia le viera extraño y que Anthony empezara a negar repetidas veces.

– ¿Lo harías? – los ojos de Adhara empezaron a brillar de la emoción.

– ¡Pues claro! – responde el vampiro – Me encantaría conocer a todas esas fantásticas criaturas. – dijo emocionado.

– ¡Eres el mejor! – exclamaron Adhara y Blaise.

– ¡Klaus, haz algo! – dijo Tony en dirección al original.

– ¡¿Y qué quieres que haga?!  – responde en su dirección.

– ¡No sé, pero haz algo!  – contestó – ¡Pero que no involucre dagas! – dijo rápidamente.

– ¡Pues esa es la única manera de resolver las cosas! – le contesta el hibrido.

– Si ellos tres se juntan, serán el dolor de cabeza de Klaus. – le dijo Finn a Freya.

– Y de Anthony también. – agrega la bruja.

– No lo creo. – respondió Theo sin apartar la mirada de su lectura – Después de que adoptaste temporalmente a los dos cerberos, no creo que te deje tener la reserva.

– ¡¿Adoptaste a dos cerberos?!  – exclamó Pansy.

– Fue temporalmente. – responde la chica – El tío H me dejó llevármelos por un tiempo.

– ¿Quién es el “tío H”? – preguntó Hermione.

– Alguien a quien nunca tendrás el placer de conocer. – responde Zaza.

– ¿Y por qué no? – preguntó la niña con un puchero.

– Porque tiene miedo por el tipo de criaturas que puedas llevar a la reserva. – le respondió el chico con tono obvio.

– Tiene razón. – confirma Anthony.

– ¡Papá! – exclamó la chica.

– No sé en que estaría pensando él cuando te dejó llevártelos. – dijo negando.

– En que soy la mejor para cuidar a sus perros guardines. – respondió la chica con orgullo.

– También eres la mejor cuando se trata de domar a las bestias más peligrosas. – añade Blaise hacia su amiga.

– También eso. – asiente la chica con una sonrisa.

En toque a la puerta interrumpe la conversación de los niños. Al abrirse la puerta, está una señora con un carrito lleno de dulces.

– ¿Quieren algo del carrito, queridos? – preguntó la mujer.

– Sí. – respondieron los tres.

La hija perdida de Klaus Mikaelson (Watching the movie HPxTOxTVD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora