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Bueno, nunca digas nunca.

Acabo de tener una charla con la gerenta del local y pudimos lograr que me den sólo dos días para tomarme un mini descanso. Apenas me lo sugirió se lo mencioné a Barco y él me dijo que iba a hablar con el entrenador. ¿Será que se alinean los planetas y podemos tomarnos unas mini vacaciones? El clima está hermoso para dormir en la playa y levantarse tostada por el sol.

Salgo del trabajo y voy directo para mi casa aunque mis compañeros me invitan a tomar algo yo esta vez paso, no me siento con muchas ganas. Sólo quiero llegar a casa y acostarme a dormir.

En la parada recibo una llamada de Valen que contesto rápido para ver si le permite ausentarse unos días.

—Hola amor, ¿ya saliste del trabajo?

—Sip, ¿Qué te dijeron?

—Te paso a buscar y me quedo en tu casa a dormir.

—Bueno, ¿Qué te dijeron?

Valen se ríe al otro lado de la línea:— No seas ansiosa, ya voy para allá.

Me cuelga el teléfono y yo vuelvo al local para que directamente me pase a buscar por ahí. No tarda ni diez minutos.

Me subo y le doy un beso.

—Hola amor, ¿Qué te dijeron?

—Hola amor, estoy bien, ¿vos? Bien gracias.

—Dale tarado—le pego en el brazo.

—Me dijeron que sí.

Bueno esto sí es tener suerte.

Me tiro encima suyo y lo lleno de besos por toda la cara y el cuello.

—¡Sii, vacaciones al fin!

Valen me empuja encima suyo y yo sigo llenándolo de besos por todos lados, me río en su cuello cuando me aprieta contra él y me doy cuenta que está duro.

—Veo que te gusta la idea de irnos de vacaciones—me muevo encima suyo.

—A mi me gustas vos—si, lo puedo notar. Lo puedo sentir.

—Valen en el auto es incómodo, vamos a mi casa.

Lo miro y abrazo por los hombros, me gusta su manera de mirarme cuando está caliente, porque parece que está enojado por no poder terminar lo que estamos haciendo.

—Nunca probamos en el auto.

—Pero no es cómodo. A parte alguien nos puede ver.

Valen besa mi cuello y me da mordiscos y aunque quiero terminar lo que empezamos, el auto me parece una pésima idea.

—Vamos a casa—le pido por última vez.

—Dale—Valen me devuelve a mi asiento y pone el celu en manos libres llamando a alguien.

—¿A quién llamas?—le pregunto porque no alcancé a ver.

No me contesta porque una voz suena en los parlantes del auto.

—Colo—reconozco enseguida la voz de Giay. La persona que no puedo sacarme de la cabeza desde que me quedé a solas con él el otro día.

—Amigo, ¿qué haces?

—Nada acá, boludeando antes de acostarme a dormir.

—¿Te dijeron algo?

—No no me dijeron nada. Que podía mientras que el miércoles vuelva al entrenamiento.

¿Eh?

—¿Y Brisa?

—Uh, amigo pasa que con Bri...—Agus suspira y se queda unos segundos en silencio.

Agustin GiayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora