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—No tiene sentido las escenas que me haces a mi.

—¿Entonces por qué no me decís quien es Mara?

—Es una amiga, ya te dije.

—Si pero me decís que es sólo una amiga y nada más.

—Porque no es nada más, Bianca escuchate las boludeces que estás diciendo.

—No me hagas quedar como una loca Valen, si sabes bien a lo que me refiero.

—Te juro que ya no te entiendo Bian.

—Sabes que no estás siendo sincero conmigo.

Valen suspira y se agarra la cara con las manos.

—Ya estoy harto de hablar de lo mismo siempre, me lo seguís reclamando y reclamando. Dejate de joder un poquito qué tanta obsesión con Mara.

—¡Porque no sos sincero conmigo!

—¡Por más que sea sincero nunca es suficiente para vos!

Cuando Valen me levanta la voz siento que ya llegamos a un límite. Por un momento me hace pensar que la que está mal soy yo, reclamándole todo esto sabiendo lo que estoy haciendo es mucho peor. Yo tengo culpa pero él también debe tener sus mocos y esa tal Mara no me cierra de nada.

Justo como si fuera una señal divina del universo le empieza a sonar el celular con una llamada entrante de Mara.

—Respondele a tu amiga—le digo con el tono más venenoso que tengo—. Es más, si te animas ponela en alta voz.

Barco contesta el teléfono pero se va al baño a hablar. Yo agarro mis cosas y me preparo para ir al partido que tengo hoy. Hoy jugamos contra River, y tengo que estar cien por cien concentrada porque no podemos perder por nada del mundo. Agarro mi bolso de entrenamiento y como Valen sigue en el baño me voy sin avisarle, ya vendrá el solo a ver el partido.

El partido empieza y yo no me siento tan energética como siempre. Se me dificulta mucho la recepción de los remates incluso los más simples. Le pifio al saque varias veces y la entrenadora me saca para cagarme a pedos. Al final me quedo en el banco de suplentes y me toca ver sentada la derrota de mi equipo mientras yo no puedo sentirme peor por ver a todas mal. Me cargo la derrota del equipo en los hombros, estuve muy floja en el primer set. Ninguna habla en el vestuario, ninguna levanta la mirada y a mi no me da la cara para decir nada tampoco. Fui de vuelta la más floja del equipo.

—Acosta antes de irte quería hablar con vos—me dice la entrenadora cuando estoy por irme. Me acerco ya dándome una idea de lo que me va a decir—. Hace tiempo venís teniendo un rendimiento muy bajo y al principio te lo dejé pasar, pero ya no puedo confiar en vos cuando entras a jugar y eso no me sirve. O te enfocas, o te saco, es así de fácil. Un equipo tan grande como el nuestro no puede darse el lujo de perder de la manera en la que perdimos y mucho menos con nuestro clásico rival. Tu juego ya no está al nivel que lo requiere el club. Asique o lo mejoras, o no me va a quedar otra que reemplazarte.

Aunque yo sabía lo que iba a decirme, igual me duele. Siempre amé jugar al vóley y sentirme en equipo, fui ágil y rápida para el juego y siempre me complementé con mis compañeras. Lamentablemente los problemas personales míos estaban afectando mi juego y obviamente me iban a sacar tarde o temprano.

Cuando estoy saliendo al estacionamiento caigo en que no lo vi a Valen en todo el partido en las gradas. Él no vino.

Me entran unas ganas de llorar muy grandes, de repente se me viene todo enicma, las discusiones con él, las palabras de la entrenadora, las cosas confusas que me pasan con Giay. Es un cúmulo de cosas que se me hace en la garganta y quiero largarme acá mismo a soltar las lágrimas pero no puedo.

Agustin GiayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora