La joya de la alegría: Raena a Perla

1 0 0
                                    


_Hace 3. 000 años desde su llegada a la villa._ Tras la independencia de mi hija y de la unión de mi hijo con su actual amor. Mi alma no pudo hacer frente a la soledad que me asechaba, volvía a estar sola una vez más. Tampoco podía hacer nada más que aceptarlo, aún me recriminaba mi propio egoísmo de añorar una familia, como si tratase de borrar o remplazar a la que había traicionado. Aun ahora podía escuchar sus gritos de dolor, durante mis caserías. Por ello me negué a comer carne por casi un siglo, como una muestra de arrepentimiento por lo ocurrido, incluso si eso me debilitaba no me importó.

Pero ante la necesidad de nutrientes mi cuerpo necesitaba una clase de sustituto a la carne. Teniendo como primera opción el pescado, por lo cual decidí aprender a pescar, lo cual era mucho más complejo de lo esperado. Durante mi tiempo de pesca, escuche como un suave sollozó se hacía presente en aquel río, proveniente de la orilla contraria de donde me encontraba pescando.

El llanto provenía de una pequeña niña, pero esta era una sirena. Ella estaba tratando de escapar de una red de pesca que la había atrapado y herido, notando que aquella red y anzuelos eran los míos, no pude evitar sentirme de nuevo en conflicto. Había dañado alguien de nuevo. Con cautela me acerqué a la joven niña, tratando de explicarle que la ayudaría, lo cual hice sin demora. Notando que había heridas en sus escamas, le propuse curarla, a lo que ella aceptó.

Es así como cada tarde cuándo iba a pescar al río, me encontraba con la pequeña sirenita a la cual seguía cuidado, hasta que sus heridas se curaran por completo. Aquello se convirtió en una costumbre para mí, incluso después de ello seguía llamándola. Tal vez era por mi sentimiento de soledad o porque vi llorar a la niña, pero no podía evitar preocuparme por ella. Ella se encontraba sola, a tan pequeña edad, que no pude imaginar con horror que habría sido de mis hijos si yo no les hubiera encontrado. Ella era tan solo una niña.

Al notar que aquella niña también se encontraba sola tanto como yo en ese entonces, aunque por situaciones completamente diferentes. Le propuse permanecer juntas, en principio fue solo con la intención de acompañarnos mutuamente, de consolarnos, una compañía que me recordaba mucho a la presencia de mis hijos, a aquella clama que siempre desee alcanzar. Y sin dudarlo, le propuse que se quedara conmigo como mi hija. Aquella sirenita es tan dulce y tierna, una criatura repleta de inocencia y pureza, quien siempre lograba hacerme reír aun cuando me encontrara mal. Una criatura que no me reprendió u odio, por mi error de herirla con mi red de pesca cuando nos conocimos. Una pequeña y hermosa joya de mar, que colmaba a mi alma de momentos llenos de risas y diversión. Mi eterna alegría.

Tanto era mi aprecio por ella que le ofrecí mis escamas con las cuales forje un collar de protección, que me avisaría cuando ella estuviera en peligro. Junto a una promesa: "Tú nunca más permanecerás sola, yo permaneceré a tu lado. Desde ahora eres mi protegida, una más de mis hijos, parte de mi familia y de mi sangre. Ahora eres mi familia, mi alegría. Mi Perla" 

Nueva tierra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora