Yo lo puedo oír: Idrion a Ozz

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 Mucho antes que Raena nos prohibiera salir de sus territorios y nos confinara bajo un muro de magia. Yo me había escabullido a la villa, quería ver aquel lugar donde durante tantos años ella había permanecido. Su escape había causado muchos revuelos que muchos tuvimos que pagar. Y yo la odiaba por lo había provocado.

Pero incluso aquel sitio era mucho más extravagante de lo que había pensado. Lo más insoportable eran las risas chillonas de la gente, aquello me recordaba a la corte real del reino y de la presencia del rey humano. Aunque ya se había vuelto una costumbre para mi reír de todo, aunque realmente ni fuera gracioso, como resultado de mi forma de sobrevivir. Ni único objetivo era que Ryden se encontrara bien.

Mientras escuchaba las risas y conversaciones de la gente, no pude evitar distinguir una voz en particular. No era como el resto mantenía un tono justo sin llegar a ser insoportable. Era la voz de un sacerdote, quien se había encontrado con Ryden y le había ayudado. Estuve a punto de intervenir pero solo puede dignarme a escuchar. Quería identificar cuáles eran las intenciones con Ryden tanto así, que comencé a dejar de poner atención a lo que Ryden decía y centrarme solo en la voz de ese humano.

Y valla que fue mi sorpresa al enterarme que Ryden le había marcado como suyo. Estaba muy molesto ¿pero porque lo estaba? Fue porque Ryden falto a la promesa que me había prometido o al enterarme que él había tomado por pareja en específico a aquel humano. ¿Cuál era mi verdadera molestia? Al no tener respuesta me digne a ir a enfrentar a ese sacerdote en su capilla aun con la presencia de un elfo y de Ryden. Recuperaría lo que era mío a cualquier precio.

Yo venía a reclamar a Ryden o mis intenciones eran otras. Al ver que yo le había perdido me sentí tan miserable, yo había renunciado a mi orgullo y soportado la humillación por él. Pero este parecía solo verme como su protector a quien debía recompensar por ello. Hundido en mi propia miseria fue cuando ese sacerdote me abrazo. ¿Por qué lo habría hecho? Yo quien había llegado a reclamar algo que afirmaba que era mía pero nunca lo fue. Había perdido a aquello que le daba sentido a mi propia existencia. Pero él me entendía. Eso fuero lo que dijo, y fue su voz la única que me intereso seguir escuchando después de ello.

Y cada vez que tuve la oportunidad de salir del muro, le buscaba. A él, a su voz. Cada detalle de sus conversaciones, la forma en como pronunciaba las palabras. Yo le podía oír, pero no como el resto. Solo yo podría escuchar su verdadera voz. Aquella que se encentraba vacía, por la pérdida. 

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