Ángel de tu guarda: Raena a Lux

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_ Hace 1.000 años desde su llegada a la villa._ Aun sin encontrar un lugar donde establecerme me dedique a investigar como romper mi sello. Era mi principal preocupación sin embargo no podía dejar de pensar en mis hermanos, varias veces quise regresar y estuve por hacerlo. Pero incluso si regresaba no podría hacer nada.

Busque información dentro de una biblioteca, sin embargo no encontré nada al respecto de mi interés y frustrada comencé a tirar los libros de los estantes mientras maldecía. Aquel comportamiento mío había asustado a un elfo quien se había acercado a observar. Tenía un aspecto enfermizo y desnutrido, como también se podían notar ojeras debajo de sus ojos.

Preocupada traté en varias ocasiones de preguntarle si se encontraba bien, pero él solo me ignoro y se mostraba desconfiado ante mi presencia. Le causaba miedo, ya que el elfo pensaba que quería comerlo. Soy un dragón y si bien me gusta la carne y mucho, nunca me atrevería a comer a criaturas que al menos mostraran algo de razón. Además que ahora mismo me había obligado a no ingerir carne por respeto a lo que les había causado a mis hermanos.

Al joven elfo le expliqué que no tenía intención de comerlo ni menos de dañar a alguien en la villa. Aquello si bien no lo calme de primeras si le ayudo a confiar levemente en mí. Con eso le ofrecí una porción de pan la cual cargaba en mi bolso, pues su salud me incomodaba mucho. Me producían recuerdos de mis hermanos cuando nos castigaban sin alimento. O por contrario nos veíamos obligados a pelear con el resto por la carencia de alimentos entre ellos la carne.

Ese elfo aunque era ya mayor por su tamaño, tenía un comportamiento de un niño. Algo más le pasaba y no sabía identificar muy bien el que. Al ver en él, el reflejo de mis hermanos no dude en hacerme cargo. Él necesita a alguien pues se encontraba solo y yo necesitaba a alguien a quien cuidar. Sabía que ese pensamiento era egoísta, pero no podía evitarlo, mi corazón me decía que ese niño me necesitaba. Ambos nos necesitábamos.

Ahora soy su ángel de la guarda, su madre ahora, soy quien siempre le acompaña, le cuida y le ama. Con mi corazón lleno de amor y preocupación. Me sentía culpable de remplazar a mis hermanos, pero ese pequeño me necesitaba, no había duda era ahora mi familia, mi hijo. Ahora soy lo único que tiene y para mí él es lo único que tengo. Mi hermoso regalo Lux. 

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