Guadaña: Megumi

1 0 0
                                    

 Fue la carencia del amor y comprensión en mi vida lo que llevo a aceptar ese trato. Donde mi alma fue desgarrada obligadme a ser convertido en un arma con el objetivo de arrebatar la vida de miles de personas. La codicia de ese hombre me convenció en mi egoísmo a alejarme de aquellos rumores, de voces maliciosas que me trataban como una bestia solo porque no me conocen. Era alguien extremadamente fuerte mucho más que los humanos corrientes, era un hibrido o eso pensada. Nadie podía confirmarlo pero tampoco negarlo.

El dolor de la soledad lo recuerdo junto a aquellos gritos de sufrimiento resultando en mi voz cansada, por aquellos experimentos que realizo ese hombre en mi cuerpo. Creciendo sin derecho a júbilo o remordimiento, fui nombrada la guadaña que uniría los mundos. Yo era capaz de abrir esa dichosa brecha que nos llevaría al mundo de los dioses donde por fin los humanos podríamos reclamarnos como los únicos soberanos. Pero la arrogancia fue lo que nos condenó, el ejecito fue destruido en un solo pardeado cuando todos cruzaron, pues miles de criaturas espeluznantes arrasaron con ellos.

El general quien era portador de mi cuerpo murió sin poder hacerme cruzar al otro lado dejándome a la deriva en ese mundo. Sin un portador me era posible para mí salir de esa prisión donde demonios habitaban. Mi cuerpo había sido convertido en guadaña así que no tuve de otra que esperar a que alguien más me encontrara. Doce años ni nada, otros doce y la música resonó en los alrededores parecía el canto de una niña. ¿Una niña de doce años era capaz de ingresar a este lugar? Como rayos no le aterraba. Yo solo podía mirar pero no escuchar ella parecía conversar siempre con alguien luciendo contenta. Aunque ella me si podía verme solo se dedicó a ignorarme, pero que maldita niña. Otros doce años y nada de nada, me comenzaba a cansar de contar el tiempo de este lugar el cual es casi insignificante.

¿Ahora me pregunto cuando fue que esto se torció? Cierto fue a mis doce años era muy fuerte casi como hércules y eso asustaba a las personas del pueblo. En una ocasión quemaron mi choza, en otra trataron de ahogarme en el rio pero soportaba muy bien la respiración, en otra me persiguieron con antorchas. Nada de nada. Eran muy débiles y nada inteligentes, pero mi fuerza me volvió arrogante. Yo era bestia ante sus ojos una que merecía morir, pero al no aceptar ese hombre me encontró y me propuso ese maldito traro. Si ahí fue donde perdí mi cuerpo, ahora una maldita guadaña que flota en la inmensidad de este mundo sin rumbo fijo porque el ejército de ese hombre murió. Pelear contra dioses está loco pero llegaría otro que lo estaría aún más. 

Nueva tierra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora