El vil pecado: Laida

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La primer hija y la última, una aberración de los cielos y de los infiernos. Un vil pecado una blasfemia, su llegada anunciaba la destrucción del mundo. El fin de los tiempos. Nacida sin amor ni comprensión, solo el castigo de un ángel, de aquel que se atrevió a amar a un ser sin corazón quien solo le habían engañado y ahora se encontraba a su asecho. Quería reclamar a esa bebe como suya, su propiedad, su hermosa marioneta su ave.

Ella cantaría para él, pero su madre no lo permitiría cualquier costo la alejaría de ese demonio. Sus ilusiones la habían engañado a ella pero no lo aria con su hija se aseguraría de ello, y aquel ángel vago en la tierra desolada había perdido sus alas y no se le permitía regresar al cielo. Condena que Zeus le habría otorgado y que todos tuvieron que llevar a cabo. Muchos fueron desterrados nadie quedaba impune del mas mínimo error aunque no fueran culpables. Era una ley injusta la suya, ser perfecto a todo precio a no verse manchado de ningún deseo. Solo marionetas.

La pequeña creció en un silencio absoluto, su madre le habría prohibido cantar e incluso hablar, Pues le había advertido que su voz era peligrosa y si alguien la escuchaba sobria morir y ella sería la culpable. Con ese miedo la niña se hiso pasar por muda y sorda, nadie la aprecio la miraban con ojos de quien ve a una deformidad. Nada le era conocido, encerrada en una habitación sin ventana, y si salía su madre la regresaba a la casa. Nadie debía verla nadie debía conocerla. Y cada vez que sus alas crecían su madre se las arrancaría repitiendo las palabras: "Nadie debe saberlo cariño, lo lamento, lo lamento".

Incluso con ello era una mujer cariñosa, tan llena de amor que siempre trato de hacer de la vida de esa pequeña algo mejor. Pero la Tierra no era como en el cielo, la muerte, la codicia y la enfermedad se encontraba en todos los rincones. Era de esperar que aquel ángel callera en la propia destrucción, y con ella la vida de su pequeña. Tanta fue su desesperación por regresar a los cielos buscando el perdón de los dioses, les suplico, estos le contestaron: "entrega a tu hija y regresaras, concluye lo que no nos permitís a nosotros." Querían que la niña muriera, era un pecado que ella existiera y ese ángel acepto.

Una noche mientras todos dormían llevo a su hija al rio con la excusa de jugar ambas. La niña inocente no sabía de las segundas intenciones de su madre ilusionada por salir se adentró al rio. La corriente no era fuerte y no corría peligro, pero su madre era el verdadero peligro. Tomando a la niña por su cuello la sumergió en el rio, aunque esta suplicara con sus cortas brazos apartarla no lo consiguió. Así el ángel le arrebato la vida a su propia hija, nadie fue testigo nadie se enteró de lo ocurrido. Solo se escuchó el grito desgarrador de una madre al contemplar lo que había hecho, para luego arrebatarse la vida.

Gitanos quienes se encontraban acampando en las cercanías escucharon el grito, asustados acudieron al lugar en donde solo vieron a una madre y a su hija muerta en el suelo, con sus cuerpos empapados. Aquellos desconocidos lamentaron aquella escena tanta fue su comprensión, que cavaron tumbas para ambas. Después del entierro se alejaron del lugar pero un niño pequeño quien miraba curioso vio como de la tumba la niña esta salía de la tierra a quien se creía muerta. Pensando que habían cometido un error cuidaron de la pequeña quien para entonces había perdido todos sus recuerdos de antes de ser encontrada por los gitanos ser llamada por el nombre de Laida, que significa "luz tenue y oscuridad creciente". 

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