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El último mes de aquel año tuvo un sabor agridulce. La abuela de Tae, quien desde muy pequeño se había hecho cargo de su crianza debido a la falta de tiempo de sus padres, enfermó y tuvo que ser hospitalizada. Sin embargo, a pocos días de ser dada de alta los Jeon se presentaron para ofrecer su casa. Jae-rim insistió en que de esa forma podrían estar más cerca del hospital ante cualquier emergencia, y que así Jungkook y él podrían ayudar a Tae a cuidar de la anciana señora Kim.


La mujer aceptó luego de un poco más de insistencia, bastando con que fuera Jungkook mismo el que la invitara para que terminara por ceder. Ella adoraba a Kook, y el sentimiento era recíproco. El pequeño chico no tenía más familia que su padre, así que quedó prendado del amor y comprensión que la señora Kim le extendía como si se tratara de su verdadero nieto. Pasaron mucho tiempo juntos una vez los Kim se mudaron temporalmente con ellos, desembocando en rabietas de Tae aclarándole a su abuela que "Jungkookie era suyo".


Kook reconocía que los reclamos de Tae eran justos. Lo había dejado de lado. Pero cuando la tristeza por esto venía a él, la alejaba recordando que su sacrificio era necesario. Él había decidido declararle sus sentimientos a Tae y se preparaba para una gran declaración. Aunque para enfrentar el gran reto que se le presentaba al pequeño Jungkook, se necesitó de todo un equipo.


Primero fue su padre. En situaciones tan desconocidas como esas, Jungkook siempre iba hacia Jeon Jae-rim para saber qué hacer. Con honestidad, Jaerim ya lo veía venir, e incluso comenzaba a pensar que se estaban tardando. Con la señora Kim fue el mismo caso, así que apenas se mudó y se enteró de las intenciones de Jungkook, se unió al equipo.

—¿Así está bien, abuelita Kim?


Jungkook, bajo la enseñanza de la señora Kim, llevaba varias semanas tejiendo una bufanda de un hermoso color rojo. "Es que Tae se ve más guapo con este color", había dicho a su padre mientras compraban el estambre.

—Está muy bien así, Jungkookie.


Kook se dejó acariciar la cabeza por la mano arrugada y cálida de la anciana, orgulloso de ser felicitado por haber sido un buen alumno. Es cierto que sus torpes manos le complicaban la tarea, pero había tardado poco en encontrar el truco. Estaba aliviado de que fuera así, ya que los únicos momentos en los que podía trabajar en la bufanda sin que Tae lo notara, era cuando este acompañaba a su padre al bufete por un par de horas.


Los nervios se hacían mayores con cada día. Faltaba muy poco para el cumpleaños de Tae, que era la fecha escogida para decir su declaración. Practicó mucho frente al espejo lo que diría, compró con mucha antelación todo lo que iba a necesitar para hornear un pastel, y ya tenía un plan detallado para agasajar al cumpleañero. Pero todos los planes se vinieron abajo cuando una noche antes del gran día, la señora Kim tuvo que volver a ser internada en el hospital.

ᴹʸ ᴸᴼⱽᴱᴿ. TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora