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Taehyung y Jungkook soñaron lo que sería pasar la eternidad juntos, y aunque el concepto era bonito, nada ganaba en belleza y dulzura a los instantes del presente de los que se compone esa eternidad

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Taehyung y Jungkook soñaron lo que sería pasar la eternidad juntos, y aunque el concepto era bonito, nada ganaba en belleza y dulzura a los instantes del presente de los que se compone esa eternidad. Después de seis años de matrimonio, Taehyung había aprendido lo necesario que era aferrarse a los recuerdos de felicidad para resistir a cualquier adversidad. Era una suerte que su bello esposo le concediera muchos de esos alegres recuerdos. Por poner ejemplo, unos meses después de la boda, Tae había decidido cambiar su apellido al de los Jeon, solo para hacer oficial que finalmente pertenecía a ellos. Jungkook y su padre lo sorprendieron haciéndole una fiesta de bienvenida a su pequeña familia, satisfechos con su decisión.


Eran felices. Tenían una casa que quedaba muy cerca del padre de Jungkook, con quien sin falta desayunaban todos los fines de semana. La casa era espaciosa, con un gran jardín que Jungkook cuidaba con mucho esmero y donde solían jugar por las tardes con sus dos perros. Amaban lo que habían construido, pero en el corazón de los dos amantes aún había un deseo por el que habían dedicado horas de charla y luego horas de esfuerzo para hacer realidad: un hijo.


El proceso de adopción había sido largo y a veces desalentador, pero Tae y Jungkook nunca perdieron la esperanza. Finalmente, recibieron la noticia que tanto habían esperado, había un niño esperando por ellos. Su nombre era Sun-no, un niño de cinco años de sonrisa encantadora y ojos curiosos, que había quedado huérfano luego de un accidente en auto del que solo él sobrevivió.


La mañana en que iban a conocer a Sun-no, Tae y Jungkook se levantaron llenos de una mezcla de nerviosismo y emoción. Tae preparó un desayuno especial mientras Jungkook se encargaba de los perros. Habían decidido que su primera reunión sería en un parque cercano, donde esperaban que Sun.-no pudiera sentirse cómodo.

—¿Estás listo, mi amor? —preguntó Tae, ajustándose la camisa frente al espejo.

—Más que listo, amor —respondió Jungkook, acercándose para abrazarlo por detrás—. ¿Y tú?

—Un poco nervioso —admitió Tae—. Pero nos tengo confianza. Seremos buenos padres, Jungkookie.


Llegaron al parque un poco antes de la hora acordada debido a los nervios, queriendo asegurarse de que la reunión no pudiera ser arruinada por descuidos. Tae había preparado una pequeña merienda y Jungkook había redes para cazar insectos, pensando que a Sun-no podría gustarle jugar.


Cuando finalmente vieron a la trabajadora social acercarse con el niño, ambos sintieron que sus corazones se aceleraban. Sun-no, con su pequeño abrigo azul y su gorro de lana, se veía algo tímido pero curioso. Al ver a Tae y Jungkook, esbozó una tímida sonrisa. Jungkook sorprendió a Tae cuando tomando la iniciativa, se arrodilló para estar a la altura del pequeño.

ᴹʸ ᴸᴼⱽᴱᴿ. TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora