Capítulo VII

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Michael

Sábado, 7:00 am

Desperté tras un largo sueño y descanso. Sabía bien qué día era hoy. Abrí los ojos, emocionado, sintiendo un torbellino en mis hombros.

—¡Sam Anarnoth, por los dioses! ¿Qué haces en mi habitación? —Miré a mi hermano, sabiendo bien lo que buscaba.

—¡Ropa! Es lo que necesito, no tengo. —Estaba buscando desesperado. Yo solo resoplé y salí de mi habitación para ir a los sanitarios y hacer mis necesidades básicas.

A lo largo del día, todo parecía completamente normal, como si nadie supiera qué día era hoy. Sin embargo, mi hermano lo dejó claro a todo el palacio.

—¡Estúpidos insensatos! ¿Acaso no recuerdan qué día es hoy? Hoy es el día más importante de nuestras vidas, el nacimiento de los gemelos, esos guapos y fuertes hermanos del reino de Arnor.

Todo el palacio se escandalizó, incluidos los sirvientes, que ya estaban cansados del comportamiento de mi hermano Sam.

—Por favor, discúlpenlo —dije, susurrando y avergonzado por el momento.

Mis padres hablaron—Mis herederos cumplen años el día de hoy. Creo que saben lo que eso significa.

Mi padre habló, aunque sabía perfectamente que ni siquiera se acordaba de qué día era hoy. Como todos los días, a veces era aburrido permanecer aquí. Todo era trabajo y compromisos, nunca tenían tiempo, ni siquiera para el día más importante de mi vida. Bueno, eso es lo que creía antes. Cuando era niño, mi cumpleaños no era más que un día para compartir con mi hermano, porque nunca fue importante para mí.

—A mí, en lo personal, no me interesan esas cosas —dije, un poco disgustado, pero sabiendo perfectamente lo que se avecinaba.

—Cariño, ¿Cómo vas a decir eso? Hoy es uno de los días más importantes para mí porque fue el día en que los di a luz. ¿Acaso piensan que yo me iba a olvidar de un día tan importante? —Mi madre me besó la mejilla junto a mi hermano—.Es obvio que lo tienen que celebrar en grande. Voy a apartar el salón que está junto al bosque, en la colina. Saben perfectamente que ese lugar es muy recomendado para hacer eventos.

Eso es lo que ella quería: que simplemente fuéramos reconocidos por todos. ¿Pero realmente era eso lo que yo quería? Dejé de pensar hace mucho tiempo en lo que quería porque me resigné a cumplir la voluntad de mis padres. Como el mayor, sabía perfectamente que iba a ser coronado, pero mi hermano no quería que eso sucediera, así que trata de llamar la atención, cada que puede.

La fiesta surgió como un torbellino, y antes de que pudiera oponerme, todo estaba planeado. Aunque yo no deseaba tal celebración, mi hermano estaba encantado. Pero dentro de mi seguí preocupado por lo que escuche el día anterior, sabía perfectamente cómo operaba nuestro reino, y entendía que no todo estaba bien. Esa noche, escuché a mi padre hablar con sus amigos de confianza. Estaban tramando algo que, según él, era para el bien de nuestro "reino", queriendo superar al reino vecino.

En lo personal, nunca he guardado rencor, ya que no me hicieron daño, pero mi hermano Sam y mi padre no eran de la misma opinión. Sabía que mi padre no era de fiar, aun así era mi padre y he estado obligado a recibir sus ordenes.

A medida que pasaban las horas y el embrollo de organizar una fiesta gigantesca con numerosos invitados crecía, sentía una ligera aprensión. No es que fuera tímido o introvertido, simplemente no me agradaba la gente falsa. Fingir ser alguien que no soy me molestaba profundamente, pero es lo he estado haciendo para poder sobre vivir, escuche una voz molesta.

—Hermano, piénsalo bien. ¿Por qué no le propones matrimonio a la mejor amiga de Alice Larcy? Tienen buenos acuerdos y mucho dinero.

Esos eran los comentarios habituales de mi hermano. Era fácil esquivarlos. —Querido hermano, no soy tan superficial como tú, y la verdad, su mejor amiga no es mi tipo.

Los Dos Reinos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora