Introducción

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En un vasto y lejano país, raramente mencionado, llamado Canterlot, había dos reinos vecinos cuyos destinos estaban entrelazados. Estos reinos disfrutaban de relaciones diplomáticas tan estrechas que incluso las familias reales se habían unido en lazos de amistad desde la infancia. Los jóvenes príncipes, que crecieron juntos en un ambiente de felicidad y camaradería, pronto se verían enfrentados por las sombras de la envidia y el rencor, aunque quizá la justicia encontraría su camino para redimirlos.

Los príncipes, al llegar a la edad adulta, se convirtieron en reyes poderosos y seguros. El primer reino, Arnor, estaba bajo el mando del rey Cecily, un hombre ambicioso que deseaba ser el mejor en todo. Por otro lado, el segundo reino, Azmar, era gobernado por el rey Daisy, un monarca paciente y amable que valoraba más el bienestar de su gente que la gloria personal.

Al tomar el trono, ambos reyes se casaron y formaron sus familias. En aquellos tiempos, era costumbre que los reyes eligieran a la mujer más hermosa como esposa. Cecily escogió a la princesa Amelia, una belleza sin igual, aunque desprovista de otras virtudes. En contraste, Daisy se enamoró de Colette, una sencilla pueblerina dotada de amabilidad, humor y habilidades en la cocina, el arte y la jardinería. Aunque Colette no poseía un título nobiliario, eso no disminuyó el amor de Daisy por ella.

Desde su niñez, Cecily había menospreciado a Daisy, pero este nunca se tomó a pecho sus críticas. Un día, Cecily confrontó a su amigo con desdén:

—Querido amigo mío, ¿cómo puedes estar con una cualquiera? —dijo Cecily con desdén.

—Cecily, por favor, no te refieras así a mi prometida. No me importa su procedencia, sino ella misma. No necesito comentarios inútiles. Ante mi presencia, ella será venerada como la reina que será —respondió Daisy, con firmeza y orgullo.

—Daisy, querido amigo mío, siempre has sido tan ingenuo desde que te conocí.

La conversación se tornó en discusión y terminó con el distanciamiento entre ambos. Cecily comenzó a odiar a Daisy, el "segundo".

Con el tiempo, las esposas de ambos reyes quedaron embarazadas. Esta noticia se propagó rápidamente por los reinos vecinos, creando gran expectación.

Meses después, nacieron los hijos. Cecily anunció con orgullo que su esposa había dado a luz a gemelos varones, una noticia que llenó de júbilo a su reino. Poco después, Daisy anunció que su esposa había tenido mellizos. Los rumores se extendieron rápidamente al saberse que uno de los mellizos era una niña. Cecily se mofaba de su "rival", pero Daisy, imperturbable, amaba a sus hijos por igual, sin importar su género, y ese amor tenía el poder de cambiar una era, un reino y un país.

—Aquí es donde entro yo. Es un placer saludarles. Me llamo Rosetta, soy la princesa del segundo reino, como dicen los pueblerinos, y el tonto que nació después de mí es Rhiannon, también hijo del segundo. Debo decirles que yo cuento esta historia.

Los Dos Reinos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora