POV FERIT
Las paredes me dan vueltas. No diferencio arriba de abajo, únicamente puedo sentir que las manos de Seyran están ahí y me devuelven más o menos a la realidad. Está sentada en mi cama, con la espalda apoyada en el cabezal mientras la mitad de mi cuerpo descansa sobre ella. Su brazo me rodea con firmeza y me acaricia la cabeza con la mano. No me concentro más que en la calidez de su cuerpo, en su respiración regular y en su contacto.
No tengo ni idea de cuántos días han pasado. En cuanto intento recordar, todo se convierte en niebla, una niebla densa y gris, y solo aparecen dos pensamientos que me obsesionan.
Primero: mi madre ha muerto.
Segundo: besé a otra chica en presencia de Seyran.
Poco importa el alcohol que beba o lo que tome, nunca podré olvidar la expresión de Seyran en ese momento. No daba crédito, y se la veía tan dolida... Como si le hubiese destruido todo su mundo.Hundo el rostro en el regazo de Seyran. Por una parte porque tengo miedo de que se levante y se marche en cualquier momento. Por otra, porque temo echarme a llorar Sin embargo, no sucede ninguna de las dos cosas. Ella se queda y yo, por lo visto, ya no tengo más líquido del que pueda prescindir.
Siento como si en mi interior no hubiese nada. Tal vez mi alma se ha muerto con mi madre. De otro modo, ¿cómo podría haberle hecho algo así a Seyran?
¿Cómo he podido hacerle algo así a Seyran?
¿Qué me pasa?
¿Qué demonios me pasa?
—Ferit, tienes que respirar —musita Seyran de repente.
Al oírla me doy cuenta de que es cierto, he dejado de respirar. Y no sé durante cuánto tiempo.
Inspiro hondo y espiro con lentitud. No es tan difícil.
—¿Qué me ocurre? —Susurrar estas palabras me resulta tan extenuante que después me da la sensación de haberlas vociferado.
La mano de Seyran se detiene.
—Estás de duelo —me contesta también a media voz.
—Pero ¿por qué?
Hace un momento me había olvidado de respirar; ahora se me acelera la respiración. Me incorporo bruscamente. Me duele el pecho, al igual que las extremidades, que están como si me hubiese pasado haciendo deporte. Y, no obstante, lo único que he hecho en los últimos días ha sido reprimir todo lo sucedido.
—¿Por qué qué? —Su mirada es cálida, y me pregunto cómo logra mirarme así.
—Me refiero a por qué estoy triste. Yo no quería especialmente a mi madre.
En cuanto termino de pronunciar estas palabras, me callo. ¿De verdad acabo de decir esto?
Seyran me agarra la mano y la sostiene con fuerza.
—Has perdido a tu madre. Es normal que uno esté hecho polvo cuando muere alguien que para él es tan importante.
No parece tan segura y convencida como de costumbre. Creo que ella misma no sabe cómo comportarse en una situación así. Pero que a pesar de todo esté aquí e intente apoyarme es para mí como un sueño.
A lo mejor lo es.
—¿Qué ha pasado aquí? —susurra de repente, levantando con cuidado mi mano derecha.Sigo su mirada. Todavía tengo los nudillos pringados de sangre donde se ha levantado la piel, y el resto está lleno de manchas rojas y azules.
A lo mejor no es un sueño. Y si lo es, es uno muy realista.
—He pegado a mi padre. —Las palabras surgen de mis labios sin ninguna valoración. No siento nada cuando las pronuncio. Otra cosa en mí que va mal. A fin de cuentas, cualquier persona más o menos normal sabe que no debe alzar nunca la mano a sus propios padres. Pero en el momento en que mi padre nos comunicó a Ece y a mí que mamá había muerto, con ese tono tan indiferente y frío, ya no pude aguantar más y dije basta.
Seyran se lleva mi mano a los labios, que aprieta contra el dorso. Mi corazón empieza a latir más deprisa y un temblor me recorre todo el cuerpo. Su contacto me calma, aunque su ternura me destroza. Todo me parece falso y auténtico al mismo tiempo.
Mis padres ya me inculcaron de niño que no debía desvelar mis sentimientos. Si lo haces, tus semejantes te conocen y pueden descubrir tus puntos flacos. En cuanto muestras tus debilidades, te pueden atacar, y eso es algo que el gerente de una gran empresa no puede permitirse. Pero no me han preparado para una situación así. ¿Qué haces cuando pierdes a tu madre a los dieciocho años? Para eso solo he encontrado una solución: intentar ocultar la verdad con alcohol y drogas, y hacer como si nada hubiese ocurrido.
Aunque ahora que Seyran está a mi lado, ya no estoy seguro de si debo seguir comportándome así. Recorro su rostro con la mirada, pasando por su cabello algo revuelto hasta llegar a su cuello. Recuerdo a la perfección la sensación de presionar con los labios la suave piel de su garganta. Lo maravilloso que era abrazarla. Estar en ella.
Ahora parece tan triste como yo. No sé si piensa únicamente en mi madre o en todo el daño que le he causado.
Pero de una cosa estoy seguro: Seyran no merecía que me comportase así. Siempre me ha hecho sentir que soy capaz de conseguirlo todo. Y sin importar lo que ha sucedido..., nunca debería haber dejado que Nevra me besara para demostrarme a mí mismo y a todos los demás que soy un gilipollas sin sentimientos que pasa de todo, incluso de la muerte de su madre. Alejar a Seyran de ese modo fue de cobardes. Y el peor error que he cometido en mi vida.
—Lo siento —digo con voz ronca. Tengo la garganta como entumecida y me cuesta un gran esfuerzo hablar—. Siento mucho lo que he hecho.
Todo el cuerpo de Seyran se tensa. Pasan unos segundos durante los cuales permanece inmóvil. Creo que incluso ha dejado de respirar.
ŞİMDİ OKUDUĞUN
save you #2
RomanceSeyran está destrozada: después de todo lo que han compartido, Ferit la ha traicionado. Decepcionada, no quiere verlo nunca más. Sin embargo, lo apoya en un momento muy triste, aunque le deja algo muy claro: no está dispuesta a perdonarlo ni a darle...