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POV SEYRAN

—Creo que me gustaría un poco más tirando al menta —dice pensativa Suna.

Desplazo el cursor por el campo de color un poco hacia la izquierda y arriba hasta que el verde musgo se aclara y adquiere un tono más azulado.

—¿Así?

Mi hermana emite un sonido de aprobación. Guardo el color y voy a la vista previa de WordPress para que podamos observar nuestra obra.

Sanlibird, el blog de Suna, ha cambiado su diseño con un nuevo logo, un tema de WordPress más moderno y una fresca paleta de colores. En la parte superior de la pantalla se muestra el último post, una guía de moda ética curvy , y justo debajo se encuentran tres ventanas más pequeñas con las miniaturas de los posts mejor puntuados. A la derecha ha añadido los enlaces a sus perfiles de las distintas redes sociales y una foto que le hice el verano pasado. En ella está en un prado lleno de flores y lleva un vestido largo de verano con un estampado floral muy escotado. Todavía me acuerdo a la perfección del momento en que un saltamontes saltó sobre ella y yo la fotografié intentando quitárselo de encima... Fue tronchante. Por desgracia, no ha escogido la imagen en la que salía gritando como foto de perfil, sino una en la que se está riendo tiernamente y se aparta un mechón de la cara. Justo debajo de la imagen se lee:

¡Hola, soy Suna! Bloguera de moda curvy y amante de las palabras y los pasteles. Todo lo bello me inspira. ¡Disfruta de mi blog!

—Tiene una pinta estupenda —señalo con admiración—. Tope profesional.

—Siempre dices lo mismo —contesta Suna examinando la página web con los ojos entrecerrados. En lo que respecta a su blog, es tan perfeccionista como yo con mi agenda.

—Lo sé, pero es que es la verdad.

Repaso sus últimas publicaciones de ropa. Aunque yo misma hice las fotos, no me canso de verlas. Suna sale preciosa en ellas. Por enésima vez, me gustaría que mamá y papá no fueran tan críticos con respecto al tema de las redes sociales. Temen que Suna pueda exponer demasiado su privacidad; sin embargo, ella lleva Sanlibird de forma muy profesional. A estas alturas tiene incluso un par de marcas con las que colabora con regularidad y que le envían sus prendas.

—Por cierto, he visto un vestido que está hecho para ti —comenta de repente mi hermana—. Necesitas uno para la gala, ¿no?

Asiento.

—¡Enséñamelo!

Se acerca un poco el portátil y su diminuto escritorio se tambalea peligrosamente. Yo enseguida agarro mi vaso de naranjada para que no se vuelque. Ya llevamos dos horas sentadas allí, codo con codo, trabajando en su blog mientras la melodiosa voz de Frank Ocean resuena por los altavoces del ordenador.

Suna abre uno de sus marcadores y vemos juntas cómo se va configurando poco a poco la página hasta mostrar un vestido que me arranca un débil suspiro. Tiene un escote en V, es negro y de una tela muy fluida, que se ciñe en la cintura pero que cae en unas suaves ondulaciones a partir de las caderas.

—¿Hay más imágenes? —pregunto, pero en ese momento mi mirada se detiene en el precio—. ¡Dios mío! ¡Cuesta más de doscientas libras! —exclamo, levantando un dedo para cerrar al instante la ventana—. ¿Por qué me enseñas algo tan caro?

Suna me agarra de la mano.

—No para nosotras —dice sonriendo—. La empresa me ha pedido que colabore con ellos.

Dudo un instante. Sé que Suna está recibiendo muchas peticiones para colaborar con tiendas, pero eso no significa que tenga que aceptarlas todas.

—Llevas una eternidad buscando —prosigue mi hermana—, y este sería perfecto para un evento tan elegante, ¿o no? Podría pedirlo.

Enseguida niego con la cabeza.

—No, no puedo aceptarlo.

—¿Por qué no?

Me encojo de hombros vacilante.

—Ni idea. ¿No es raro recibir algo a cambio de nada?

—¿Crees que los actores pagan por los vestidos que piden prestados a los diseñadores para los estrenos y los repartos de premios?

—Con toda sinceridad, nunca he pensado en ello —admito.

—Pues ahora ya lo sabes —replica mi hermana—. Me han ofrecido tres vestidos de prueba e incluso pagarme si escribo una reseña sincera sobre lo que pienso de cómo se adaptan las prendas al cuerpo y esas cosas. Solo me gustaría hacer una foto de nosotras dos, de cómo llevamos los vestidos y cómo nos quedan. Si es que estás de acuerdo.

Vuelvo a contemplar el vestido. Clico las imágenes siguientes y con cada foto me enamoro más de la falda amplia, de ese tejido con aspecto de ser tan suave y de las pequeñas aplicaciones que bordean el escote. Nunca he llevado un vestido tan elegante, exceptuando el que me prestaron los Korhan el octubre pasado para la fiesta de Halloween.

—No hace falta que te lo pregunte, ¿verdad? —dice de repente, y cuando vuelvo desconcertada la cabeza hacia ella, evita mi mirada. Sonríe resignada—. Seguro que no quieres llevarme contigo, ¿no es así?

—Suna. —Suspiro y tomo aire para darle la respuesta automática. Pero entonces me detengo.

Estas últimas semanas, Suna ha estado día y noche pendiente de mí. Me ha cuidado y no ha dicho ni una sola palabra a mamá y papá sobre lo que ha pasado con Ferit, por mucho que ellos hayan insistido.

Sé lo mucho que desea ir por una vez a una de nuestras fiestas. Y, pensándolo bien, la gala benéfica es una ocasión mejor que cualquier otra de las demás fiestas que se celebran en Maxton Hall. Es la única actividad del año en la que los alumnos, sin excepción, muestran su mejor cara. Acuden a ella demasiados nombres célebres y personas influyentes para que alguien se permita dar una imagen negativa. Se trata por eso de un ambiente elegante, y las posibilidades de que pase algo son relativamente escasas.

Suna me observa con atención. Está inmóvil, como si no se atreviera a mover ni un músculo por miedo a provocar una respuesta negativa.

—Te llevo conmigo —contesto al final.

Los ojos de mi hermana se abren como platos.

—¿Lo dices en serio? —pregunta sin dar crédito.

Inspiro hondo. Estos son los últimos meses que vamos a pasar juntas y quiero que transcurran de la manera más bonita posible. Pronto dejaremos de vernos cada día y, aunque me alegro un montón de ir a Oxford, la sola idea me aterra.

—Pero pondré un par de condiciones —advierto con voz firme, porque quiero que Suna sepa que lo que voy a decir va en serio. Mueve la mano para que siga—. Te quedarás toda la noche conmigo. Y hablarás solo con gente que yo conozca y a la que dé el visto bueno. De verdad, no quiero que acabes con alguien raro. ¿Entendido?

Suna se me echa al cuello con tanto ímpetu que casi me caigo.

—¡Eres la mejor! ¡No voy a apartarme de tu lado ni un segundo! —exclama.

Le devuelvo el abrazo y cierro los ojos un momento. Siento un amago de preocupación y me pregunto si he tomado la decisión correcta. A fin de cuentas, soy muy consciente de lo que puede ocurrir en estas fiestas. Por otra parte, Suna pronto cumplirá diecisiete años. Es lista y segura de sí misma, y sabe lo que quiere. Quizá debería tener más confianza en ella.

Cuando Suna se separa de mí y me mira con ojos resplandecientes y una amplia sonrisa, me convenzo de que la decisión es acertada.

—Eso significa que podemos comprar ropa de forma oficial. ¡Y que yo hasta tengo la oportunidad de poder llevarla! Además, esta será la mejor entrada del blog de todos los tiempos. ¡¡Qué emocionada estoy!!

Le devuelvo la sonrisa y siento su desbordante y sincera emoción. Es la primera vez en mucho tiempo que me siento tan ligera.

—Si tú eres feliz, yo soy feliz.

Al pronunciar estas palabras la sonrisa de mi hermana desaparece de repente.

—¿Qué sucede? —pregunto.

Suna evita mi mirada. Empieza a abrir páginas de su navegador, pero no parece saber exactamente lo que está haciendo.

—No es tan importante. Es solo que no me puedo creer que estos sean de verdad los últimos meses que vamos a pasar juntas.

—Solo porque me mude a otro sitio no implica que vayamos a dejar de vernos por completo, Suna —digo con suavidad.

Ella vuelve a mirar la pantalla de su portátil.

—Sí, y tú también lo sabes.

Sacudo la cabeza con energía.

—Las cosas cambiarán un poco, pero eso no significa que no vayamos a vernos más. Cada fin de semana volveré a casa, y seguiré ayudándote con tu blog. Hablaremos por teléfono y por Skype, te enviaré las lamentables fotos de mis almuerzos, te informaré de qué libros estoy leyendo, y...

Me interrumpe con una carcajada.

—Tendrás que prometérmelo, Seyran —dice muy seria justo después.

Rodeo el hombro de mi hermana pequeña con el brazo y la estrecho contra mí.

—Prometido.

save you #2Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin