18

36 7 2
                                    

POV SEYRAN

Creo que Zey y yo nunca habíamos estado tan cerca de sufrir un ataque de nervios como hoy. Tal como habíamos quedado con Ferit y los otros, a las cuatro de la tarde hemos ido al Boyd Hall para preparar la sala para mañana por la noche junto con la compañía encargada de la decoración. Pero allí no hemos encontrado a nadie más que al conserje Jones, que estaba maldiciendo a voz en grito y de forma no apta para menores por el teléfono, solo para comunicarnos después que la empresa había aceptado por error dos encargos y al final se había decidido por el más lucrativo.

Me he quedado unos minutos en estado de shock, nada más, pero luego me he vuelto hacia Zey. Me ha bastado con mirar sus ojos para saber que estaba repasando mentalmente todas las opciones que teníamos.

El conserje Jones nos ha contado que, después de muchos tiras y aflojas, la compañía se ha comprometido al menos a traernos en breve el material de decoración que habíamos pedido. No obstante, somos demasiado pocos para poder prepararlo todo de forma aceptable en tan poco tiempo.

Cuando el director Saffet ha aparecido de improviso y se ha quedado petrificado en medio de la sala vacía y sin decorar, habría querido que se me tragase la tierra. Le explico compungida lo que ha ocurrido, esperando que mueva decepcionado la cabeza y que se busque una nueva dirección para el equipo de eventos, pero para mi sorpresa me informa con decisión que va a buscar ayuda.

Un poco más tarde se abren las puertas del Boyd Hall y entra por ellas el equipo de lacrosse al completo. Con expresión sombría, Ferit se ha encaminado directo al conserje Jones sin dirigirnos ni una sola mirada, mientras yo observaba cómo el director Saffet se plantaba delante del resto del equipo, nos señalaba a Zey y a mí y decía a los chicos que a partir de ese momento nosotras les daríamos las instrucciones.

Luego he adaptado el piloto automático a la situación y he intentado comunicar a los jugadores de la forma más estructurada posible sus distintas tareas. Ha pasado hora y media desde entonces y en este tiempo ya no estoy al borde de un ataque de nervios, ni Zey tampoco.

—Cada vez va tomando más forma, ¿no lo crees? —opina a mi lado, mientras desenrollamos juntas un cable desde el escenario hasta la mesa de control a través de la sala.

Levanto la vista y contemplo el Boyd Hall. Una gran parte de la decoración ya está colocada en las paredes, el escenario está montado casi del todo y Akin y Ali han distribuido entre los dos todas las mesas sobre la superficie libre de delante.

—Un poco más a la derecha, Aktel —oigo decir de repente al entrenador, y miro con un poco más de cuidado la distribución.

Oh, no. Entre las mesas hay demasiada poca distancia. Me acerco a Mesut y le sonrío con diplomacia.

—Muchas gracias por su ayuda, entrenador Mesut, pero si se colocan las mesas tan cerca unas de otras, nadie podrá pasar entre ellas.

Parpadea perplejo. Luego carraspea y se hunde más la gorra en la frente. Retrocede y me indica que dé un paso adelante con la otra mano.

—Akin —digo—. Espera un segundo. —Me acerco a él y le explico cuál ha de ser como mínimo la distancia entre las mesas para que los invitados tengan espacio suficiente—. La primera fila tampoco debe estar demasiado cerca del escenario. No podemos esperar grandes donativos de los presentes si han estado tan cerca de los altavoces que se han quedado medio sordos después de la ceremonia.

Akin me observa consternado mientras Ali resopla.

—¿Quieres decir que hemos de cambiar de sitio las treinta mesas? ¿Tienes idea de cómo ha sido el entrenamiento de hoy? Estoy que no siento los brazos.

Sonrío amablemente pero con determinación y me quedo mirándolos expectante tanto rato que al final Akin suspira negando con la cabeza y suelta:

—¡Qué terca eres, Seyran!

Mientras Ali y Akin colocan las mesas en el sitio correcto, Zey y yo empezamos a comprobar las conexiones de la mesa de control.

—Si esto sigue así, vamos a acabar a tiempo seguro —dice Zey, pero apenas la oigo porque en ese momento entra Ferit por la gran puerta.

Lleva una mesa y echa un vistazo al plano que Eda le sostiene. Mira a su alrededor y se va directo al extremo más alejado de la sala, donde coloca la mesa justo en el lugar adecuado. Luego se seca la frente con el dorso de la mano.

Akin no ha exagerado al decir que ya no siente sus brazos; todos los jugadores de lacrosse parecen ahora exhaustos. Hoy tocaba ese terrible circuito del entrenador Mesut. Puesto que ya tengo unas agujetas terribles después de los ejercicios de nuestra profesora de Educación Física, no quiero ni pensar en cómo estarán los chicos mañana.

Observo a Ferit, que pide una botella de agua a Omer y bebe de ella con ansia. Un extraño aleteo se extiende por mi vientre. Con el cabello mojado, las zapatillas de deporte y las mejillas enrojecidas, Ferit no tiene ninguna mala pinta, para nada. Más bien al contrario. Trago con dificultad. De repente me acuerdo de la última vez que lo vi sin aliento, sudado y con la cara enrojecida. Entonces estaba desnudo, me susurraba cosas íntimas al oído y me besaba con pasión.

—Aterriza, Seyran —dice Zey, arrancándome de mi trance—. ¿Puedes darme el cable?

—Sí. —Aparto la vista precipitadamente e intento dirigir mis pensamientos a un terreno inofensivo.
 
 

save you #2Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin