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POV SEYRAN

Nunca había estado tan emocionada ante la llegada del lunes como hoy. El trayecto en el autobús de la escuela me parece el doble de largo de lo habitual y, aunque normalmente lo disfruto, esta mañana estoy como una moto. Mientras recorremos los últimos metros para llegar a la escuela y el autobús por fin se detiene, me exhorto a mí misma para controlarme.

«Es una día de escuela normal y corriente. Todo es como siempre. Haz el favor de bajar el ritmo, pulso.»

Soy la última que baja del autobús. Y cuando desciendo la escalera, lo veo.

Ferit está apoyado en la verja del campo de juego, justo frente a la parada de bus. Me mira sonriendo casi como con timidez, aunque su actitud no transmite esa impresión. Me acuerdo de la mañana, hace más de tres meses, en que me sorprendió de la misma manera. Entonces habíamos estado en una fiesta en casa de Kaya y él había intentado protegerme de las preguntas tontas de nuestros curiosos compañeros de escuela.

Esta vez no espera a que yo llegue a su lado, sino que sale a mi encuentro. Su sonrisa no se desvanece, al contrario. Ayer ya me di cuenta de la frecuencia con que sonreía cuando jugaba con mi familia. Casi no puedo creerme que este sea el mismo chico que en diciembre lloraba entre mis brazos. Qué bien sienta verlo así.

—Hola —lo saludo, arreglándome el pelo. Sopla el viento y temo que se me disperse el pelo en todas direcciones. Pese a ello, Ferit me mira como si fuese lo mejor que le ha pasado en su vida.

—Buenos días. —Levanta la mano y me coloca un mechón rebelde detrás de la oreja. Está tan cerca de mí que hasta percibo su olor. Tan familiar. Cálido. Con un toque como a miel. Un día le tengo que preguntar sin falta qué perfume se echa.

—¿Vamos? —pregunta haciendo un gesto en dirección a la puerta de entrada.

Me da un vuelco el corazón. Todo me parece emocionante y nuevo, y eso que no es la primera vez que me viene a recoger y me acompaña hasta la clase.

—Sí —respondo, y me planteo brevemente si puedo agarrarle de la mano. No sé si ya hemos llegado tan lejos, si puedo hacerlo ni qué impacto causará en los demás. Ferit decide por mí y envuelve mi mano en la suya. Desde mis dedos se extiende un hormigueo hacia el resto de mi cuerpo.

—¿Está bien esto? —pregunta.

—Más que bien —contesto apretando su mano.

Luego nos vamos los dos hacia el Boyd Hall. Por el camino casi no nos cruzamos con nadie que yo conozca, pero todo el mundo conoce a Ferit. Y cada uno de ellos parece interesarse por el hecho de que vayamos de la mano. Oigo cuchichear a un par, algunas cabezas se vuelven hacia nosotros al pasar de largo. Por unos minutos me siento insegura y como mareada. Miro a Ferit de reojo y esa sensación se debilita un poco, porque actúa como si fuera lo más normal del mundo que vayamos al Boyd Hall cogidos de la mano.

—Por cierto, quiero que quedemos un día —murmura, poco antes de entrar en el Boyd Hall.

Reprimo la sonrisa que quiere extenderse por mi rostro. Con fingido desinterés levanto una ceja.

—¿Ah, sí?

Ferit asiente.

—Ajá. El sábado que viene. Si tienes tiempo.

Hago como si tuviese que pensarlo y Ferit sonríe.

—Me tienes en espera, Seyran Sanli.

Ya no reprimo mi sonrisa.

—Me apetece muchísimo salir contigo, Ferit Korhan —contesto mirándole a los ojos para que sepa que lo digo en serio.

Mientras entramos en la sala, me susurra:

—Esperaba que me dijeras esto.

Después de la asamblea, Ferit me acompaña a mi clase. Llegamos a la puerta en el momento en que Akin, Kaya y Ali aparecen por el pasillo detrás de nosotros. Ali echa un vistazo a nuestras manos entrelazadas, da media vuelta y desaparece en una de las aulas. Noto que Ferit se pone rígido y automáticamente tengo el impulso de soltarle la mano, pero él sigue sujetando la mía con determinación.

—Buenos días, pareja —dice Akin, dedicándonos una diminuta sonrisa.

Kaya solo hace una escueta inclinación de cabeza. Yo le devuelvo el saludo del mismo modo. No olvido lo que me dijo en diciembre y lo mucho que me dolieron sus palabras. Su amistad con Ferit es asunto suyo, pero eso no significa que nos tengamos que caer bien.

—Buenos días —contesta Ferit con un tono calmado y carente de cualquier emoción.

—¿Significa esto que dejarás de estar tan insoportable? —pregunta Akin mirando nuestras manos entrelazadas.

Ferit levanta la mano libre y le enseña el dedo corazón. Luego se vuelve hacia mí.

—Nos vemos después.

No suena a pregunta sino a afirmación, y yo asiento.

—Hasta luego —me susurra, acariciándome el dorso de la mano con el pulgar. Todo mi cuerpo vibra a causa de ese leve roce.

—Hasta luego.

Me suelta la mano y emprende el camino hacia el aula donde él y sus amigos tienen ahora clase. Kaya y Akin van tras él y yo los sigo con la mirada hasta que Ferit vuelve la vista atrás por encima del hombro y me sonríe. Debería ir a mi propia aula, pero estoy como congelada.

Cuando pienso en cómo empezamos, me resulta increíble que con el tiempo hayamos llegado hasta aquí: entrando en la escuela de la mano, delante de todos los alumnos de Maxton Hall.

Pero da gusto.

Y no solo eso: es como debe ser.
 
 

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⏰ Son güncelleme: Aug 02 ⏰

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