𝐈𝐧 𝐘𝐨𝐮𝐫 𝐖𝐢𝐥𝐝𝐞𝐬𝐭 𝐃𝐫𝐞𝐚𝐦𝐬 (𝐓𝐫𝐚𝐝𝐮𝐜𝐢𝐝𝐨)

LVI

Demonios, acabo de atrapar un avispón asiático en mi cocina. Aquí en el Reino Unido. ¡No es bueno! ¡La cosa es ABRAZO!

Arte de portada: Curbizzle

Capítulo 56

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No fue difícil darse cuenta de que estaba en Vacuo. El ondulado desierto lo delataba con creces, pero incluso si eso no fuera así, el pañuelo que llevaba envuelto alrededor de su cabeza y la parte inferior de su boca lo habría ceñido. Había otros que vestían lo mismo, esperando afuera de un campamento en las dunas. A pesar del calor, todos estaban envueltos en telas sueltas, todas ellas diseñadas para proteger contra la arena gruesa que se metía en sus cuerpos.

Con los rostros de todos cubiertos, no se sabía quién podría ser el soñador. En total, había unas veinte personas, de diferentes alturas (desde aproximadamente cinco pies hasta seis), pero todas bastante similares en forma. Delgado. Jaune se consideraba una persona ágil, difícil de engordar con su nivel de ejercicio, pero era mucho más corpulento incluso que la persona más grande aquí.

Un ruido proveniente de la tienda más grande del campamento llamó su atención, y un hombre bien vestido salió pisando fuerte un momento después, flanqueado por otros dos hombres que parecían tener algún entrenamiento de cazador. O, al menos, armas de cazador. Una especie de guardaespaldas. El hombre del centro le recordaba a Oobleck, excepto que era mucho más rico si nos guiábamos por los brazaletes de oro. Era de ascendencia Vacuan con piel bronceada y numerosos piercings dorados en ambos lados izquierdo de la nariz, pero también en la mejilla que llegaba hasta la oreja. Una gran piedra preciosa brilló en un único pendiente.

—¿Son todos ustedes los que son lo suficientemente valientes como para aceptar mi oferta? —llamó a las veinte personas—. Debería quejarme. No importa, ustedes son los valientes. Y pronto serán los ricos, ¿eh? —él rió—. Todos seremos ricos una vez que desenterremos los grandes tesoros del rey loco Malik.

Malik. El nombre le resultaba vagamente familiar, pero sólo en el sentido de algún antiguo conquistador que gobernó un reino hace cientos o miles de años. Era historia antigua, del tipo que quedaba consignada en documentales narrados por hombres silenciosos durante las horas del día, cuando los programas más populares no se transmitían.

Los guardaespaldas del hombre salieron y pidieron a todos que se pusieran en fila. Una a una, la gente recibió algo de dinero. Jaune esperó hasta el final para recibir el suyo, que ascendía a unos quinientos liens. Esa cantidad de dinero era agradable, pero no especial. No cubriría el alquiler de una semana en Vale, pero Vale era una gran ciudad. En Ansel, en su casa, habría podido comprar un juego de ordenador nuevo y caro en la tienda, o quizás tres o cuatro comidas en un lugar barato.

Era una cantidad promedio de dinero para lo que Jaune sospechaba que sería una cantidad de riesgo superior al promedio. Estaban en las afueras de la ciudad de Vacuo, en el desierto, y este hombre tenía dos cazadores consigo. Además, esto iba a ser una pesadilla. Jaune podía leer entre líneas con bastante facilidad.

Pero la gente aquí aceptó desesperadamente el dinero.

Lo que significaba que debían haberlo necesitado.

—Hoy también se han alimentado de mi dinero —dijo el hombre rico—. Y tenemos suministros en abundancia. ¡Tendrás el estómago lleno mientras trabajan para mí! A cambio, espero su mejor esfuerzo. Ahora, comencemos. El templo hundido está cerca y tienes mucha arena para mover.

Entonces, el sueño se transformó, borrando lo que probablemente fueron horas de viaje y asignación de tareas, saltando a la siguiente parte importante como un espectador impaciente que salta un vídeo en línea.