𝐈𝐧 𝐘𝐨𝐮𝐫 𝐖𝐢𝐥𝐝𝐞𝐬𝐭 𝐃𝐫𝐞𝐚𝐦𝐬 (𝐓𝐫𝐚𝐝𝐮𝐜𝐢𝐝𝐨)

LXXV

Aquí vamos.

Arte de portada: Curbizzle

Capítulo 75

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La Bestia los estaba alcanzando.

Ese era el único nombre que Jaune podía pensar en darle. La cosa era una presencia en el fondo de la mente de Salem, siempre allí, siempre rondando. No importaba cuánta distancia soñara que había entre ellos y ella. Construyó una elaborada semana de viaje con el sol y la luna volando sobre sus cabezas, y aun así, la criatura seguía cada uno de sus pasos.

Incluso Salem quedó en shock.

—¿Cómo es que todavía nos sigue? ¡Llevamos más de una semana viajando!

En realidad, habían pasado minutos, pero aún así la habían engañado para que soñara con cientos de kilómetros de viaje, así que, fuera lo que fuese, debería haberlo dejado atrás. Si solo fuera una pesadilla, debería haber soñado con algo nuevo, algo que tuviera sentido dada la distancia desde la torre. Podrían haber sido bandidos en el camino o monstruos o incluso un dragón, no esa cosa que los perseguía.

Lo perseguía, pero nunca lo alcanzaba. Siempre flotaba fuera de la vista, rugiendo y chillando y llenando el aire con una sensación de tensión terrible. Si hubiera tenido su aura llena y no hubiera sido tan consciente de que le había arrancado un trozo antes, Jaune podría haberse dirigido hacia él para investigar.

Ozpin lo tomó a un lado y le preguntó:

—¿Qué tan cerca estamos de Vale?

—De nada.

—¿Qué? Pero podrías cruzar la distancia por nosotros.

—Y traer eso —señaló Jaune, mirando nerviosamente hacia atrás—. No estoy seguro de que mi Semblanza pueda recrear el daño que le causa a la ciudad, pero tampoco estoy seguro de que no pueda. ¿Estamos dispuestos a correr ese riesgo?

Ozpin maldijo, visiblemente frustrado. Su plan había funcionado tan fácilmente: estaban en el sueño de Salem, la habían engañado y debería haber sido dolorosamente simple usarla para encontrar dónde se escondía dentro o fuera de la ciudad. En cambio, tenían a esta Bestia en su cabeza que se negaba a dejarlos en paz.

—No podemos ignorar esto —dijo Ozpin—. ¿Qué pasaría si matáramos la pesadilla?

—¿Crees que es eso?

—Debe serlo —asintió Ozpin, seguro—. Es un producto de su imaginación, tal vez una sensación persistente de inquietud o miedo relacionada con la torre en la que pasó la mayor parte de su vida mortal atrapada. Un miedo persistente que no la deja ir, que la persigue incluso en sus sueños.

Parecía plausible. Oobleck habría dicho más, pero la idea de que Salem se sintiera atrapado inconscientemente dentro de la torre y el sueño que lo reflejaba con una inquietud que se negaba a dejarlos escapar tenía cierto sentido. Suficiente para que Jaune estuviera de acuerdo.

—Está bien. ¿Pero qué pasa con Salem?

—Podemos dejarla en un campamento. En ese momento, ella no era más que una doncella atrapada y yo, nosotros, aquí, éramos caballeros. Ella aceptaría que le pidiéramos que se mantuviera a salvo mientras lidiamos con la amenaza.

—Pero ese es su sueño —señaló Jaune—. Y si se pone nerviosa, aunque sea un poco, comenzará a manifestar otras cosas.

—No es mejor que si ella ve a este monstruo y se imagina que es demasiado poderoso para que podamos luchar contra él. Si ella se imagina que es más fuerte, se volverá más fuerte. ¿No?