Confesiones Nocturnas

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La ciudad estaba envuelta en la quietud de la noche, iluminada únicamente por el resplandor suave de las farolas y el ocasional destello de un automóvil pasando. En el apartamento de Minho, el silencio era roto solo por el sonido del viento golpeando suavemente las ventanas y el murmullo bajo de una música tranquila que llenaba el espacio.

Jisung estaba sentado en el sofá, con una taza de té caliente entre las manos. Minho se encontraba a su lado, observándolo con una mezcla de curiosidad y preocupación. Habían pasado la tarde juntos, disfrutando de una película y compartiendo risas, pero Jisung había estado más callado de lo habitual, con una sombra de tristeza en sus ojos.

Minho no había querido presionarlo, pero finalmente, después de la película, se había atrevido a preguntar:

-Jisung, ¿estás bien? Pareces tener algo en mente.

Jisung había tardado un momento en responder, su mirada fija en la taza de té, como si buscara las palabras adecuadas en el vapor que se elevaba lentamente. Finalmente, suspiró profundamente y levantó la vista para encontrarse con los ojos de Minho.

-Minho, ¿alguna vez has sentido que no tienes un lugar al que realmente pertenezcas? -preguntó Jisung, su voz apenas un susurro.

Minho frunció el ceño ligeramente, preocupado por el tono de su amigo.

-Sí, a veces. Pero... ¿por qué lo preguntas?

Jisung tomó un sorbo de té, como si necesitara el calor para reunir el coraje necesario para continuar. Luego, dejó la taza sobre la mesa y se frotó las manos nerviosamente.

-Es mi familia, Minho. Mi padre nos abandonó cuando yo era pequeño. Apenas lo recuerdo, pero su ausencia ha dejado un vacío enorme en nuestras vidas. Mi madre... -hizo una pausa, luchando por mantener la compostura-. Mi madre no ha podido manejarlo. Se volvió alcohólica, y desde entonces, nuestra casa ha sido un infierno.

Minho se quedó en silencio, procesando las palabras de Jisung. Sabía que su amigo tenía problemas en casa, pero no había imaginado la magnitud de lo que estaba pasando.

-Lo siento mucho, Jisung -dijo finalmente, su voz llena de empatía-. Debe ser muy difícil para ti.

Jisung asintió, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas.

-Sí, lo es. La mayoría de las noches, ella llega a casa borracha, gritando y culpándome por todo. Intento mantenerme fuera de su camino, pero a veces... -su voz se quebró, y tomó un momento para recuperar la calma-. A veces, simplemente no puedo más. Y no tengo a nadie con quien hablar de esto. Hasta ahora.

Minho sintió un nudo en la garganta al escuchar la confesión de Jisung. Sin pensarlo dos veces, se acercó y lo abrazó, rodeándolo con sus brazos en un gesto de apoyo y consuelo.

-Jisung, lamento tanto que tengas que pasar por esto. Pero quiero que sepas algo -dijo Minho, su voz firme y reconfortante-. No estás solo. Estoy aquí para ti, siempre. No importa lo que pase, puedes contar conmigo.

Jisung se aferró a Minho, sintiendo cómo las lágrimas finalmente escapaban de sus ojos. La calidez del abrazo de Minho era como un bálsamo para su alma herida, y en ese momento, sintió que el peso de sus problemas se aligeraba, aunque solo fuera un poco.

-Gracias, Minho. Significa mucho para mí -dijo Jisung, su voz temblorosa pero llena de gratitud.

Minho aflojó el abrazo, pero mantuvo sus manos sobre los hombros de Jisung, mirándolo directamente a los ojos.

-Hagamos una promesa -dijo con seriedad-. Prometamos estar siempre el uno para el otro, pase lo que pase. Seremos un refugio en medio de la tormenta, una luz en la oscuridad.

Jisung asintió, una sonrisa débil pero sincera curvando sus labios.

-Lo prometo, Minho. Siempre estaré aquí para ti también.

Sellaron su promesa con un apretón de manos, un gesto simple pero lleno de significado. A partir de ese momento, su amistad se profundizó aún más. Las noches se llenaron de confesiones y risas, de planes y sueños compartidos. Encontraron consuelo en la compañía del otro, sabiendo que, sin importar cuán difícil se pusiera la vida, siempre tendrían a alguien en quien confiar.

La conexión entre ellos se convirtió en un ancla, algo a lo que aferrarse cuando el mundo se volvía abrumador. Minho ayudó a Jisung a encontrar formas de lidiar con su situación en casa, ofreciéndole su hogar como refugio cuando las cosas se volvían insoportables. Jisung, por su parte, brindó a Minho una perspectiva fresca y un oído atento para sus propios problemas.

A medida que los días se convertían en semanas, y las semanas en meses, la promesa que se hicieron aquella noche se convirtió en la base de una amistad inquebrantable. Era un pacto silencioso pero poderoso, un recordatorio constante de que, sin importar lo que la vida les arrojará, siempre tendrían un lugar seguro en el corazón del otro.

Y así, en medio de las dificultades y el dolor, encontraron una forma de florecer. La amistad entre Minho y Jisung se convirtió en una fuerza que los sostuvo, iluminando incluso los días más oscuros y recordándoles que, a veces, la verdadera familia no es la que nace contigo, sino la que encuentras en el camino.

 La amistad entre Minho y Jisung se convirtió en una fuerza que los sostuvo, iluminando incluso los días más oscuros y recordándoles que, a veces, la verdadera familia no es la que nace contigo, sino la que encuentras en el camino

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The coldest winter without you (Minsung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora