El sonido del teléfono rompió el silencio de la noche en el pequeño apartamento de Jisung. Con el corazón latiendo en sus oídos, contestó, esperando ansioso escuchar la voz de Minho al otro lado de la línea. En lugar de eso, una voz grave y desconocida le informó que Minho estaba en el hospital, en estado crítico. La habitación pareció girar a su alrededor mientras asimilaba las palabras.
Sin perder un segundo, Jisung salió corriendo hacia el hospital, el frío de la noche mordiendo su piel y sus pensamientos sumidos en una mezcla de miedo y desesperación. Cada paso que daba lo acercaba a una realidad que no estaba preparado para enfrentar. Al llegar, fue guiado rápidamente a la unidad de cuidados intensivos, donde encontró a Minho inconsciente en una cama, rodeado de máquinas y monitores.
El corazón de Jisung se rompió al verlo así. Se acercó lentamente, tomando la mano fría de Minho entre las suyas, las lágrimas rodando libremente por sus mejillas.
-Minho, por favor, despierta... -susurró, su voz quebrada por la emoción-. No me dejes así.
Un médico entró en la habitación, con una expresión seria en su rostro. Se dirigió a Jisung, ofreciéndole una silla para que se sentara.
-¿Eres Jisung? -preguntó el médico con suavidad.
Jisung asintió, incapaz de hablar.
-Minho me pidió que te entregara esto si algo le pasaba. -dijo el médico, sacando un sobre de su bolsillo y entregándoselo a Jisung.
Con manos temblorosas, Jisung tomó el sobre, reconociendo la letra de Minho en el exterior. Se sintió mareado, como si el mundo a su alrededor estuviera colapsando. Abrió el sobre con cuidado, sacando la carta y comenzando a leer.
Las lágrimas cayeron sobre el papel mientras Jisung leía, su corazón rompiéndose con cada palabra. La verdad que Minho había ocultado por tanto tiempo era más dolorosa de lo que jamás podría haber imaginado. Se inclinó sobre la cama, sosteniendo la mano de Minho con fuerza, deseando poder devolverle la vida solo con su amor.
-Minho, ¿por qué no me lo dijiste? -susurró, su voz apenas audible entre los sollozos-. Habría estado a tu lado, habríamos enfrentado esto juntos...
El tiempo se detenía en aquella habitación de hospital, cada segundo pesando sobre Jisung como una eternidad. Los médicos hicieron todo lo posible, pero el estado de Minho era crítico, y su cuerpo, debilitado por la enfermedad, apenas podía soportar más. Jisung permaneció a su lado, sin soltar su mano, susurrándole palabras de amor y consuelo, recordándole los momentos felices que compartieron.
La noche se alargó, y Jisung, agotado por la emoción, se quedó dormido junto a la cama de Minho. Los sueños y recuerdos se mezclaban en su mente, una confusión de risas y lágrimas, amor y pérdida. Cuando despertó, el primer rayo de sol de la mañana entraba por la ventana, bañando la habitación en una luz dorada. Pero Minho no podía verlo.
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