Un Amor Eterno

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Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. El invierno pasó, pero el frío que había dejado la ausencia de Minho en el corazón de Jisung permaneció. Sin embargo, con cada amanecer, Jisung encontró la fuerza para levantarse y seguir adelante. Sabía que Minho no querría que su vida se estancara en la tristeza, sino que continuara y encontrara la felicidad que ambos habían soñado.

Jisung decidió honrar la memoria de Minho viviendo una vida plena y feliz, aunque el dolor nunca se disipara por completo. Empezó por retomar las pequeñas cosas que alguna vez había disfrutado y que había dejado de lado por el dolor. Volvió a montar su bicicleta, recorriendo las calles de la ciudad que ahora le parecían diferentes, cargadas de recuerdos y significados nuevos.

Cada vez que pasaba por el parque, recordaba el primer día que conoció a Minho. La sonrisa cálida de Minho en esa mañana fría se convirtió en un faro de esperanza para Jisung. Le recordaba que incluso en los días más oscuros, siempre había una luz, siempre había una razón para seguir adelante.

Jisung también se dedicó a sus estudios con renovada determinación. Minho siempre había creído en él, animándolo a perseguir sus sueños sin importar los obstáculos. Con el amor de Minho como su guía, Jisung se inscribió en la universidad, decidido a hacer algo significativo con su vida. Eligió una carrera que le permitiera ayudar a otros, inspirado por la forma en que Minho siempre había estado allí para él, ofreciendo apoyo y amor incondicional.

Los amigos que Jisung había conocido a través de Minho se convirtieron en su red de apoyo; Bangchan, Seungmin, Félix, Changbin, Hyunjin y Jeongin. Cada uno de ellos había compartido momentos especiales con Minho, y juntos, encontraron consuelo en recordar esos tiempos felices. Aunque el dolor de la pérdida era algo que todos compartían, también encontraron fuerza en su amor y amistad mutua.

Las escapadas al lago congelado se convirtieron en una tradición anual para Jisung. Cada invierno, sin falta, regresaba al lugar donde había pasado uno de los días más felices de su vida. Patinaba sobre el hielo, recordando las risas y caídas que había compartido con Minho. Esos momentos de tranquilidad y reflexión le dieron una sensación de cercanía con Minho, una forma de mantener su memoria viva.

Una tarde de primavera, Jisung decidió visitar la tumba de Minho. El cementerio estaba en plena floración, con flores de todos los colores decorando el paisaje. Llevó consigo una pequeña caja, cuidadosamente envuelta. Se arrodilló frente a la lápida, susurrando palabras de amor y recuerdos.

-Minho, he estado pensando mucho en ti. -Jisung habló en voz baja, como si Minho pudiera escucharle desde el otro lado-. Quería decirte que he seguido adelante, como me pediste. He encontrado una manera de vivir con el dolor, y aunque nunca desaparecerá, siempre estarás en mi corazón.

Abrió la caja y sacó una foto de ambos, tomada durante uno de sus paseos por la ciudad. La sonrisa de Minho en la foto era radiante, y Jisung sintió una calidez en su pecho al mirarla. Colocó la foto en la lápida, junto con una carta que había escrito.

-Esta carta es para ti, Minho. -susurró-. Es una promesa de que siempre te llevaré conmigo, no importa dónde esté. Te amo, y siempre te amaré.

Dejó la carta y la foto en la tumba, sintiendo una paz que no había sentido en mucho tiempo. Se quedó un rato más, hablando con Minho, compartiendo sus sueños y esperanzas para el futuro. Sabía que Minho siempre estaría con él, guiándolo y dándole fuerza.

Cuando se levantó para irse, Jisung se sintió más ligero. El dolor seguía allí, pero también lo estaba el amor. Un amor eterno que trascendía la muerte y le daba un propósito.

Jisung continuó viviendo su vida, encontrando alegría en las pequeñas cosas y persiguiendo sus sueños con la pasión que Minho había encendido en él. Se convirtió en una fuente de apoyo para otros, ayudando a aquellos que enfrentaban dificultades similares. En cada acto de bondad, en cada logro, sentía la presencia de Minho, su amor y su espíritu.

El invierno podía ser frío, pero el amor de Minho había dejado una calidez en su corazón que nunca desaparecería. Jisung aprendió que el amor verdadero no se desvanecía con la muerte; se transformaba en una fuerza poderosa que lo guiaba y le daba fuerza. Y con ese amor eterno, Jisung sabía que podía enfrentar cualquier cosa, encontrar la felicidad y vivir una vida plena, honrando la memoria de Minho cada día.

El dolor y la tristeza eran parte de su historia, pero también lo eran el amor y la esperanza. Jisung encontró la manera de llevar ambas cosas, abrazando el pasado mientras caminaba hacia el futuro. Y en ese viaje, Minho siempre sería una parte de él, un recordatorio de que el amor verdadero nunca muere, sino que vive en los corazones de aquellos que se quedan atrás, manteniéndolo vivo para siempre.

Fin.

The coldest winter without you (Minsung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora