El Último Respiro

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La habitación de hospital estaba en silencio, con solo el sonido constante y monótono del monitor cardíaco interrumpiendo la quietud. Jisung se había quedado al lado de Minho, su mano nunca soltando la de su amado. La fatiga y el dolor habían dejado sus marcas en el rostro de Jisung, pero él no se apartaba, no quería perder ni un segundo más junto a Minho.

En algún momento de la noche, Minho, que había estado inconsciente durante horas, comenzó a moverse ligeramente. Jisung sintió el cambio y se inclinó hacia él, la esperanza iluminando su rostro cansado.

-Minho... -susurró, su voz temblando-. Estoy aquí. Te amo, Minho.

Los párpados de Minho se agitaron y, con un esfuerzo tremendo, logró abrir los ojos. Su mirada se encontró con la de Jisung, y una débil sonrisa apareció en sus labios. Era una sonrisa que hablaba de amor, gratitud y una profunda paz.

-Jisung... -su voz era apenas un susurro, pero en ese momento era el sonido más hermoso del mundo para Jisung.

Las lágrimas llenaron los ojos de Jisung, pero él mantuvo su voz firme, queriendo darle a Minho toda la fuerza y el amor que podía en esos últimos momentos.

-Siempre te amaré, Minho. No importa qué pase, siempre estarás en mi corazón. -Las palabras salieron con una mezcla de dolor y devoción, cada una cargada de una promesa eterna.

Minho apretó suavemente la mano de Jisung, sus ojos brillando con una ternura infinita. Parecía querer decir tanto, pero las palabras le fallaron. Sin embargo, Jisung podía leer todo en su mirada: el amor, la despedida, la paz que había encontrado en sus últimos momentos.

-Yo también... te amo... -logró decir Minho con un último suspiro. La sonrisa en su rostro se mantuvo mientras sus ojos se cerraban lentamente, sus dedos relajándose en la mano de Jisung.

El monitor cardíaco emitió un largo y constante pitido, señalando el final. Jisung sintió como si el mundo entero se desmoronara a su alrededor. El dolor que lo atravesó era indescriptible, una mezcla de desesperación y angustia que lo dejó paralizado.

-¡Minho! ¡No, por favor! -gritó, su voz quebrándose mientras se aferraba a la mano inerte de Minho-. ¡No me dejes, por favor, no me dejes!

Las lágrimas fluían sin control, cayendo sobre las sábanas blancas del hospital. Jisung se inclinó sobre Minho, su cuerpo sacudido por los sollozos. El amor de su vida se había ido, y el vacío que dejó era demasiado grande para comprenderlo en ese momento.

El personal del hospital llegó rápidamente, intentando consolar a Jisung y realizar los trámites necesarios. Pero para Jisung, el tiempo parecía haber perdido todo sentido. No podía apartar la mirada del rostro sereno de Minho, la sonrisa que aún quedaba en sus labios una amarga ironía de la paz que él nunca podría sentir sin él.

Finalmente, agotado tanto física como emocionalmente, Jisung fue llevado fuera de la habitación. Caminaba como un fantasma, cada paso pesado y sin rumbo. Los recuerdos de Minho inundaban su mente: sus risas, sus conversaciones, los momentos felices y los sueños compartidos. Ahora, todo eso parecía tan distante, como si perteneciera a otra vida.

En su apartamento, Jisung se dejó caer en el sofá, incapaz de encontrar consuelo en el silencio abrumador que lo rodeaba. La carta de Minho, cuidadosamente guardada en su bolsillo, era un recordatorio constante del amor que habían compartido y del dolor de su pérdida.

Jisung la sacó una vez más, sus dedos rozando las palabras que Minho había escrito con tanto amor. Las lágrimas volvieron a caer, pero esta vez, junto con el dolor, había una extraña sensación de paz. Minho había encontrado su descanso, y ahora, de alguna manera, Jisung debía encontrar una manera de seguir adelante.

-Prometo vivir por ti, Minho. -susurró al aire, sabiendo que Minho, dondequiera que estuviera, escucharía sus palabras-. Prometo llevar tu amor en mi corazón, siempre.

Con esa promesa, Jisung cerró los ojos, dejándose llevar por el agotamiento. En sus sueños, vio a Minho sonriendo, libre de dolor y lleno de luz. Y en ese sueño, aunque solo por un momento, encontró consuelo.

La realidad al despertar sería dura y llena de desafíos, pero Jisung sabía que el amor que compartieron con Minho le daría la fuerza para enfrentarlo. Minho siempre sería una parte de él, una chispa de esperanza en los días más oscuros y una razón para seguir adelante, no importa cuán difícil se volviera el camino.

 Minho siempre sería una parte de él, una chispa de esperanza en los días más oscuros y una razón para seguir adelante, no importa cuán difícil se volviera el camino

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The coldest winter without you (Minsung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora