Epílogo: Recuerdos y Esperanzas

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Los años habían pasado, llevándose consigo muchas estaciones, pero el invierno seguía siendo una época especial para Jisung. Ahora, como un adulto, casado y con dos preciosos hijos, Yunnie y Wonho, Jisung había encontrado un equilibrio entre el dolor de la pérdida y la alegría de una nueva vida. A través de las risas y los desafíos que la paternidad traía, siempre sentía la presencia de Minho en su corazón.

Era un día de invierno particularmente frío cuando Jisung decidió llevar a su familia al lago congelado fuera de la ciudad. Este lugar, que una vez había sido el escenario de sus momentos más felices con Minho, se había convertido en un santuario personal, un lugar donde podía sentir una conexión especial con su pasado.

-Papá, ¿por qué siempre venimos aquí en invierno? -preguntó Yunnie, su hija mayor, mientras caminaban por el sendero nevado hacia el lago.

Jisung sonrió, sosteniendo la pequeña mano de Yunnie en la suya. -Es un lugar muy especial para mí, Yunnie. Aquí es donde conocí a alguien muy importante que siempre será parte de mi corazón.

Wonho, su hijo menor, corría adelante, dejando huellas profundas en la nieve. -¿Alguien como papá? -preguntó con curiosidad.

Jisung asintió, aunque su corazón se encogió ligeramente. -Sí, Wonho. Alguien que siempre será una parte de mí, aunque ya no esté aquí.

Cuando llegaron al lago, Jisung observó la superficie congelada, cada detalle trayendo consigo una oleada de recuerdos. Podía ver a Minho, riendo mientras patinaban torpemente, cayendo y levantándose juntos. La nostalgia se mezclaba con la tristeza, pero también con una profunda gratitud por esos momentos compartidos.

-Vamos a patinar, ¿quieres? -sugirió su esposo, observando la expresión melancólica en el rostro de Jisung.

Asintió, sacudiéndose el peso de los recuerdos. -Sí, vamos a hacerlo.

Juntos, se pusieron los patines y entraron en el hielo. Yunnie y Wonho se tambaleaban, riendo cada vez que uno de ellos caía. Jisung observó con una sonrisa, viendo cómo sus hijos experimentaban la misma alegría que él había sentido en ese mismo lugar años atrás.

Después de un rato, Jisung se alejó un poco de la familia, necesitando un momento a solas. Se deslizó hasta el centro del lago, donde el silencio del invierno era más profundo, y se permitió sentir la presencia de Minho a su lado.

-Hola, Minho -susurró, mirando al cielo gris-. Hace mucho tiempo, pero siempre estás conmigo, ¿verdad?

La brisa fría pareció responderle, envolviéndolo con una ternura que sólo podía venir de los recuerdos más preciados. Jisung cerró los ojos, recordando el rostro sonriente de Minho, sus ojos brillando con amor y calidez.

-Te extraño -continuó Jisung, su voz temblando un poco-. Pero también quiero que sepas que he encontrado la felicidad de nuevo. Mi familia... ellos me dan una razón para seguir adelante cada día. Y en cada momento feliz, siento que estás con nosotros, riendo, amando y viviendo.

Jisung se quedó en silencio, dejando que el peso de sus palabras se disipara en el aire helado. Sentía que había hecho las paces con su pasado, aceptando el dolor y la alegría como partes inseparables de su vida.

Al regresar con su familia, Jisung se sintió renovado. Se unió a sus hijos en el juego, riendo y cayendo con ellos, su corazón más ligero que antes. En cada risa de Yunnie y Wonho, en cada mirada amorosa de su esposo, Jisung encontraba la fuerza para seguir adelante, sabiendo que el amor de Minho siempre estaría allí, guiándolo.

Cuando el sol comenzó a ponerse, tiñendo el cielo de colores cálidos, Jisung se tomó un momento para observar a su familia. En ese momento, comprendió que el legado de Minho vivía en cada acto de amor y bondad que él mostraba, en cada risa y lágrima compartida con sus seres queridos.

-Vamos a casa -dijo finalmente, tomando la mano de su esposo y llamando a sus hijos-. Ha sido un día maravilloso.

Mientras se alejaban del lago, Jisung echó una última mirada al lugar que había sido el escenario de tantos recuerdos preciosos. Aunque el invierno era frío y el dolor de la pérdida nunca desaparecía por completo, el amor que Minho le había dado era una fuente de calidez eterna, una luz que nunca se apagaría.

Jisung sabía que, aunque el invierno siempre traería consigo un toque de melancolía, también era un recordatorio del amor eterno que había compartido con Minho. Un amor que le había dado la fuerza para vivir una vida plena y feliz, encontrando esperanza en cada nuevo día.

Y así, con el corazón lleno de recuerdos y esperanza, Jisung continuó su viaje, llevando consigo el amor de Minho, asegurándose de que su legado de amor y calidez perdurara en cada rincón de su vida.

The coldest winter without you (Minsung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora