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Era hermoso como las luces de cada uno de los edificios iluminaban la ciudad en la noche. Estar en ese tejado todos los días a la misma hora se había vuelto una rutina para ella. Su cabello castaño revoloteaba en el viento suave de aquella noche. La taza de té calentaba sus manos.

Era curioso como disfrutaba la soledad. La ausencia de sus padres se notaba en ese silencio que dejaba al sentarse, pero a la vez lo disfrutaba. El silencio era su compañero cada noche, y las luces se volvían su pintura favorita.

Agarró su celular y lo encendió para ver si su hermano aún dormía. Desde hace unos años atrás decidió poner cámaras que usan los padres para los bebés. Por suerte su pequeño aún dormía. Sus labios se curvaron en una ligera sonrisa, apoyó el celular en su entrepierna y sopló el té en su taza.

Vestía su pijama de siempre, un short negro con flores rojas hawaiana y una remera gris con el dibujo de "Tom y Jerry". Era su caricatura favorita desde que era una niña, y con 17 años de edad, jamás dejaría de serla.

Respiró hondo el aire de la ciudad por última vez y se levantó de su lugar para entrar a su departamento. Su hermano se levantaba a tomar agua a las 23:20 de la noche, exactamente todo los días.

No quería que su pequeño no la encontrara en su habitación.

Abrió la puerta para entrar y la cerró detrás suyo. Bajó las escaleras hasta su piso y entró al departamento. Fue directamente a la sala y dejó la taza en la mesa, escuchó el bostezo de su hermano y sonrió.

El menor sacó una botella de agua y se la llevó a su habitación cerrando la puerta.

Negó y fue a su habitación. Mañana debía llevar a Matteo a la escuela y no quería llegar tarde, o al menos Matteo no quería llegar tarde, si fuera por ella ni siquiera irían a la escuela.

 Mañana debía llevar a Matteo a la escuela y no quería llegar tarde, o al menos Matteo no quería llegar tarde, si fuera por ella ni siquiera irían a la escuela

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El olor a los panqueques era delicioso, Matteo salió de su habitación y se sentó a la mesa para disfrutar de aquel exquisito sabor que su desayuno le daba. El vaso de vidrio con jugo de naranja también lo estaba esperando al lado del plato.

Su hermana estaba sentada con su cabello suelto y su taza de café recién hecho. Le gustaba leer en las mañanas antes de llevar a su hermano.

-¿Puedo venir solo a casa? -. Sonrió entusiasmado el chico de cabello negro y ojos grises.

-No -. Contestó directamente Victoria cerrando el libro par darle un sorbo a su café.

-Por favor Vicky, vendré rápido y tendré cuidado, ¿Sii? -. Insistió entrelazando sus manos mientras le hacía ojitos a su hermana y sonría inocente.

-No Matteo, tienes 10 años, es peligroso que vuelvas solo a casa -. Terminó la conversación poniéndose de pie para poder atar su cabello en una cola de caballo-. Come rápido o llegaras tarde.

El Hacker: Código de Rescate ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora