Pacto con el diablo [Hyunlix]

QUINQUE

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La jornada escolar ya había terminado, y el instituto ya estaba casi vacío, Felix se encontraba lavándose las manos después de la clase de arte, cuando la puerta abrió y un molesto Yang Jeongin entró.

—Justo lo que necesitaba, un muñequito de trapo para descargarme...

—No tengo tiempo para esto, Jeongin. Déjame en paz —respondió Felix, tratando de deslizarse hacia un lado para salir del baño.

Jeongin lo agarró del brazo, apretándolo con fuerza. Felix sintió una punzada de dolor. —Vamos, Lee, no seas aburrido. Solo quiero jugar un poco contigo —dijo Jeongin, su tono casi juguetón pero con un toque siniestro.

—Por favor...—Rogó.

—¿Qué? ¿Ahora que Hyunjin no está a tu lado no eres tan valiente?

—Por favor, déjame en paz —suplicó Felix, su voz temblorosa y llena de desesperación.

Pero Jeongin solo se rió, su risa resonando en el pequeño espacio del baño como un eco ominoso. —¿Crees que puedes escapar de mí tan fácilmente, Lee? Eres tan ingenuo...Supongo que si puedes chuparsela a un psicópata como Hwang, puedes chuparmela a mi...¿No?

—No hagas esto, por favor... —murmuró Felix, sus ojos llenos de pánico mientras intentaba encontrar una salida.

El más alto sonrió de manera retorcida, disfrutando de la vulnerabilidad de Felix. —No te preocupes, Lee. No será tan malo... —susurró, sus manos comenzando a desabotonar la camisa del pecoso con una destreza inquietante.

Felix sintió cómo el nudo en su garganta se apretaba aún más, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras buscaba desesperadamente una forma de escapar.

—No... por favor... —susurró Felix, su voz apenas un murmullo entre el sonido del agua corriendo en el lavamanos y la risa burlona de Jeongin.

Jeongin lo miró con desprecio, su sonrisa retorcida revelando una pizca de satisfacción en sus ojos. —¿Qué pasa, Lee? ¿No estás disfrutando de nuestro pequeño juego? Pensé que te gustaba chupar cosas... —susurró, sus dedos fríos rozando la piel sensible del rubio mientras desabotonaba la camisa por completo.

Felix tragó saliva, sintiendo cómo el pánico se apoderaba de él mientras sus opciones parecían desvanecerse. Las manos del pelinegro seguían explorando su cuerpo, cada contacto enviando escalofríos por su espalda. Intentó empujar a Jeongin, pero el agarre del menor se fortaleció, impidiendo cualquier intento de escape.

—¡Déjame en paz! —gritó Felix, su voz llena de desesperación mientras luchaba por liberarse del agarre de Jeongin.

—Vamos, Felix, no te hagas el difícil. Sé que te gusta —dijo Jeongin, su tono burlón llenando el aire cargado del baño.

Felix sentía cómo el miedo lo paralizaba, cómo su mente se nublaba con el terror de lo que estaba a punto de suceder. Intentó patear a Jeongin, pero el pelinegro lo evitó con facilidad, manteniendo su agarre firme en el brazo de Felix.

—No... por favor, detente... —murmuró, sus manos temblando mientras intentaba apartar las contrarias de su cuerpo.

Entonces, justo cuando Felix pensaba que no podía soportar más, la puerta del baño se abrió de golpe.

—Felix, escuche unos gritos ¿Está...? —La mirada de Hyunjin cambió drásticamente al ver la escena.

Jeongin soltó al menor, quien velozmente empleo a abrochar su camisa con desesperación. —Oh, mira quién tenemos aquí. El gran Hwang Hyunjin vino a rescatar a su juguete. ¿Qué, tienes miedo de que te quiten a tu muñequito?

Hyunjin avanzó lentamente hacia Jeongin, su mirada fija en él como si lo estuviera evaluando. —Estás jugando con fuego, Jeongin. Y no creo que quieras las consecuencias. Dejalo en paz.

—¿O..? ¿Acaso me vas a matar?

Con la mirada, el diablo le indico a Felix que saliera del lugar, el rubio no dudó ni un segundo en hacerle caso. —Solo para ser claros... —Hyunjin dejó caer sus palabras con un tono gélido—. Te buscaste esto.

—Vamos, Hyunjin, ¿vas a pelear por este inútil? —dijo Jeongin, su tono desafiante pero con un atisbo de incertidumbre.

Hyunjin no respondió de inmediato. En cambio, avanzó lentamente hacia Jeongin, cada paso calculado, cada movimiento lleno de una quietud inquietante.

—No te he dado permiso para tocar a lo que me pertenece —dijo Hyunjin, su voz baja y peligrosamente tranquila.

Jeongin retrocedió aún más, su rostro perdiendo la sonrisa burlona mientras la seriedad de Hyunjin lo intimidaba. Imprevistamente, el pelimorado se lanzó sobre el más bajo, tomándolo del cuello y estampando su cuerpo contra la pared.

Hyunjin mantenía su agarre firme en el cuello de Jeongin, su expresión fría y sin emociones mientras ejercía una presión cada vez mayor. Jeongin luchaba por respirar, sus ojos llenos de pánico mientras buscaba desesperadamente una salida. Pero Hyunjin no mostraba signos de ceder, su agarre solo se intensificaba con cada segundo que pasaba.

—Por...Favor...

—Su cuerpo me pertenece. —Dijo haciendo referencia a su pacto con el de pecas—No tienes derecho a tocarlo imbécil.

El rostro del menor ya se había puesto lila y sus ojos estaban casi tan rojos como la sangre—Vete al infierno.

—De ahi vengo.

Apenas vio como el pelinegro perdió la consciencia lo dejó caer en el piso y encubrió la escena . Luego se dio la vuelta y salió del baño en busca de Felix. Lo encontró no muy lejos, temblando y aún abrochándose la camisa con manos temblorosas.

—¿Estás bien? —preguntó Hyunjin, su tono más suave de lo que Felix había esperado.

Felix levantó la mirada, sus ojos llenos de lágrimas contenidas y miedo. Asintió débilmente, pero su cuerpo seguía temblando. Hyunjin se acercó a él, extendiendo una mano con cuidado para no asustarlo más. Ayudó al pecoso a levantarse y se quitó su propio abrigo antes de ofrecérselo.

—Lo siento... —murmuró Felix mientras cubría su cuerpo con la chaqueta.

—No tienes que disculparte por nada, para eso estoy aqui —respondió Hyunjin, acariciando suavemente el cabello de Felix—. Él no volverá a molestarte.

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