QUATUORDECIM

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El sonido del timbre lo despertó. Felix abrió perezosamente los ojos y se dio cuenta que debajo de él se encontraba el diablo durmiendo plácidamente. Ambos estaban desnudos, fue entonces cuando recordó todo lo que había sucedido el día anterior, el calor subió a sus mejillas y cuidadosamente se levantó de la cama, procurando no despertar al peli morado.

Felix se deslizó suavemente fuera de las sábanas, sintiendo cómo el aire fresco acariciaba su piel. Miró a Hyunjin, quien aún dormía profundamente, el rostro apacible y la respiración pausada contrastaban con su usual conducta.

El segundo timbre sonó, y con un ligero sobresalto, Felix se dio cuenta de que probablemente alguien estaba en la puerta. En silencio, recogió algunas prendas que estaban desordenadas por la habitación y se las puso rápidamente. Antes de salir de la habitación lanzó una última mirada al hombre en la cama y, con el corazón acelerado, se dirigió hacia la puerta.

Al abrir la puerta, Felix se encontró con una figura familiar: Minho, quien lo miraba de arriba abajo, con una ceja arqueada al ver su aspecto desaliñado y las mejillas enrojecidas.

—¿Te interrumpo algo...?

La primera reacción del pecoso fue cerrarle la puerta en la cara, sin embargo, el mayor no se lo permitió, puso un pie antes de que el menor la cerrara por completo, obligandolo a dejarla abierta.

—Vete.

—Por favor Felix, solo quiero disculparme por lo de ayer...

—Vete.

—¿Puedes al menos escucharme? —suplicó Minho, apoyándose contra el marco de la puerta—. No estoy aquí para pelear, solo quiero... hablar.

—No tengo nada que decirte —respondió Felix, cruzando los brazos—. Solo me hiciste daño.

—Lo sé, no debí hacer nada de lo que hice, pero no me dejaron opción, ellos...

—¿Que no te dejaron opción? Minho me drogaste, pude haber muerto.

—No quise hacerte daño —interrumpió Minho, con una expresión de desesperación en su rostro—. Solo estaba tratando de encajar, de demostrar que yo también soy fuerte. Lo que pasó fue un error, y lamento haberte involucrado.

Felix sintió una punzada de dolor al recordar el momento, el miedo que lo invadió y la traición que había sentido. —¿Y eso justifica lo que hiciste? —preguntó con un hilo de voz, tratando de mantener la compostura. —Minho, yo confié en ti...

Minho bajó la mirada, claramente avergonzado.

—No, no lo justifica. Pero... —se detuvo un momento, como si buscara las palabras adecuadas, pero antes de que pudiera seguir, un tercero se presentó en el lugar.

Entre aplausos sarcásticos, Hyunjin apareció por detrás de Felix, llevaba solo unos shorts y su cabello estaba desordenado. —Pero mira a quién tenemos aquí...Judas...

—Hyunjin, espera —dijo Felix, girándose un poco para mirarlo. El rostro de Hyunjin estaba serio, pero sus ojos brillaban con una intensidad protectora que hizo que Felix se sintiera más seguro.

—No voy a esperar, Felix. Este tipo... —Hyunjin señaló a Minho con un gesto despreciativo—, no merece tu tiempo.

—Solo quería disculparme —replicó Minho, tratando de mantener la calma. Sin embargo, la mirada que Hyunjin le lanzó fue lo suficientemente amenazadora como para hacerle retroceder un paso.

—¿Te parece que disculparte es suficiente después de lo que hiciste? —El más alto se acercó más, su voz baja y peligrosa. Felix notó cómo Minho se encogía.

Pacto con el diablo [Hyunlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora