OCTINGENTI

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Las clases de educación física no eran las favoritas de Felix, siempre lo hacían jugar deportes en equipos, y además de no ser bueno en ellos siempre era un buen blanco para pegarle en los quemados.
Para su suerte, hoy jugarían fútbol y solo se llevaría unas cuantas patadas.

Felix ya estaba acostumbrado a ser el último en ser elegido para formar parte de un equipo, y el nerviosismo habitual comenzaba a apoderarse de él mientras veía cómo los demás chicos eran seleccionados uno por uno. Finalmente, se quedó en pie, esperando a ser asignado al equipo que lo aceptara a regañadientes.

El partido comenzó, y como esperaba, le dieron pocas oportunidades de participar. Cuando la pelota finalmente llegó a sus pies, intentó pasarla rápidamente, pero un oponente lo derribó con una patada en el tobillo.

Mientras se levantaba lentamente, escuchó una risa burlona a su lado. Era el chico que lo había derribado, con una sonrisa cruel en el rostro.

—Eres patético, Lee—dijo, su tono cargado de desprecio—. Mejor quédate en el suelo donde perteneces.

Felix sintió una mezcla de humillación y rabia arder en su pecho, pero no tuvo fuerzas para responder. Solo apartó la mirada, pero al hacerlo, notó una figura familiar al borde del campo. Hyunjin, con los brazos cruzados y una expresión inescrutable, observaba la escena. Felix sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No tenía un buen presentimiento sobre cómo terminaría ese día.

El partido continuó, pero Felix no pudo quitarse de la cabeza la presencia de Hyunjin, ni la forma en que sus ojos parecían seguir cada uno de sus movimientos. El juego, con sus patadas y empujones, pasó a segundo plano en su mente, y solo pudo pensar en él mirándolo desde la lejanía con una intensidad inquietante. El dolor de las patadas y los empujones de sus compañeros no eran nada comparado con la sensación de ser observado por Hyunjin.

A medida que se acercaba el final de la clase, Felix se dio cuenta de que Hyunjin no había hecho ningún intento de intervenir, simplemente observaba, evaluando. Y eso lo ponía más nervioso que el diablo golpeando a sus compañeros en frente de todos.

Cuando el profesor marcó el final del partido, Felix suspiró aliviado, aunque su alivio fue breve. Los jugadores comenzaron a dispersarse, pero él se quedó, recogiendo su mochila del suelo mientras sentía la mirada de Hyunjin clavada en su espalda.

Sin embargo el mayor no había hecho nada, hasta que cuando estaba en la puerta de los vestuarios escucho audibles murmullos. Al darse vuelta vio a Hwang acercarse al grupo de estudiantes que antes se habían reído de él. Prefirió no seguir viendo la situación y entró a los vestuarios.

A su vez, la mente del diablo se encontraba fija en quien hace tan solo unos minutos había golpeado "limpiamente" al pecoso en la cancha. Se aproximó hasta él en pasos clamados a pesar de ya haber imaginado en su mente múltiples maneras de colgar su cabeza como un trofeo.

El grupo de estudiantes, que hasta hace unos momentos reían y bromeaban, fue quedándose en silencio a medida que notaban la presencia de Hyunjin. La sonrisa del agresor se desvaneció cuando se dio cuenta de que el objetivo de esa mirada intensa era él.

—¿Te diviertes lastimando a los demás? —preguntó Hyunjin, su voz suave, casi seductora, pero con una amenaza oculta que hizo retroceder a muchos.

—Solo estaba jugando—respondió el contrario, el diablo se había dado cuenta que no era alguien que antes hubiera visto.

—No parece que Felix lo haya encontrado muy divertido—murmuró, inclinándose ligeramente para quedar a la altura de los ojos del otro—. ¿O acaso necesitas que alguien te muestre lo que se siente?

Pacto con el diablo [Hyunlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora