Invitación

180 14 1
                                    

Luego de comer se despidieron de Ángelo y Gabriela y fueron a caminar por la ciudad. Olga e increíblemente Alessandra quisieron comprar algunas cosas para preparase para la cena de la tía de Alessandra.
Massimo estaba feliz de por fin poder acompañarla, verla probarse los vestidos que le ayudaba a elegir y asombrarse cada vez que salía del probador era definitivamente lo que más le gustaba. Lo único malo era que lo amenazó para que no se le ocurriera pagar "ni se te ocurra pagar Torricelli, eso lo habrás hecho con tus otras conquistas, pero tengo mi dinero y mi independencia", eso no le gustó, pero que más podía esperar de ella.

Regresaron a casa con múltiples bolsas de compras, y cuando entraron al dormitorio Alessandra se lanzó a la cama boca abajo, rendida.

- ¡Oh Torricelli! Esto es agotador, no se como Olga lo soporta con lo sedentaria que es. Prefiero mil veces entrenar.

Massimo rio.

- No estas acostumbrada, pero este es el ejercicio que muchas mujeres hacen felices -le dijo acariciando su espalda-.

- "Muchas mujeres" -enfatizó con sus dedos- Siempre me hablas como si fuera más extraterrestre que una mujer.

- No eres extraterrestre, pero si la mujer mas extraña que conozco.

- ¿Extraña? Suena mas bonito distinta o especial . Además no es mi culpa que solo conozcas personas simples sin agallas, ideales ni valores -le dijo girando para quedar de lado poyando la cabeza con la mano y poder verlo de frente-.

- Eres la mujer más especial que conozco Alessandra, eres un misterio sin resolver; nunca se que pasa por tu mente y todo lo que eres, dices y haces es lo contrario a lo que esperaría de cualquier mujer. Incluso si fueras hombre serías distinta a todos. Nunca he conocido alguien como tu y estoy seguro que nunca te terminaré de conocer, pero eso es lo que más me gusta de ti.

- Siempre he sabido que estas loco y por eso te gustan las cosas extrañas -le dijo con una sonrisa-. Y eso pasa por que tienes tendencia a entrar en problemas, te gusta el conflicto y las situaciones de riesgo. Sabes que eso puede ser una enfermedad mental, "borderline" por ejemplo.

- ¡Mierda! -suspiro riendo- pasé de Gigoló a enfermo psiquiátrico.

- Si -le dijo pasando un dedo por su pecho-, pero no te preocupes yo creo que también encajo, así que somos dos locos peligrosos sueltos por el mundo, algo así como "Bonnie y Clyde".

Massimo la tomó y la acomodó a su lado con su cabeza sobre su pecho.

- Duerme Bonnie, necesitas descansar un poco por que al parecer será un noche intensa... Aunque siempre serás Merlina.

- Cállate Homero.

- Tienes razón, y tu eres mi Morticia a la que me encanta besar.

Comenzó a besarla por la mano subiendo por su brazo hasta llegar a sus labios. Nunca se cansaría de besarla.

Durmieron abrazados hasta que sintieron tocar la puerta.

- No se que están haciendo, pero si están teniendo una loca tarde de sexo más vale que vayan terminando, debemos comenzar a prepararnos.

Massimo solo suspiro en cambio Alessandra se ruborizó y lanzó una almohada furiosa hacia la puerta.

Ella fue la primera en levantarse y tomar una ducha, mientras Massimo esperaba en su cama apoyado en un cojín peludo y jugando con el de forma de corazón. Le hubiese gustado poder conocer a Alessandra en esa época, poder estar a su lado y apoyarla frente a lo que estaba viviendo, pero el también era responsable de su sufrimiento, por su culpa ella había tenido que huir y dejar atrás todo lo que conocía. La imagen de ella corriendo por el patio trasero mientras él le disparaba siempre le atormentaría, en ese momento lo que más deseaba era acabar con ella y no dejar ningún Campodónico vivo en esa casa. Se le apretaba el pecho al pensar que esa fue la primera vez que la vio y lo único que deseaba era asesinarla. Había alcanzado a darle un tiro, ¿Qué hubiera hecho si la hubiese derribado y se hubiera acercado a darle el tiro de gracia ¿La habría asesinado a sangre fría?

Escuchó a Alessandra salir al vestidor y se levanto a eliminar esos pensamientos de su mente con una ducha de agua fría.

Cuando salió del baño para arreglarse se encontró con una Alessandra que llevaba un vestido plateado metalizado corto que le llegaba un poco más abajo del culo y la tela se estiraba y se amoldaba a él exhibiéndolo en todo su esplendor. Para arriba era suelto, cuello bote y manga larga, pero su trasero y sus piernas eran suficiente para poner cachondo a cualquiera. Sabía perfectamente como se sentían entre sus manos y eso lo incitaba a acercarse e intentar calmar un poco su dureza sintiendo su dulce cuerpo. La tomó por la espalda y apretó su dureza contra su trasero y subiendo sus manos por sus curvas hasta llegar a sus pechos, necesitaba tomarlos y tirar sus pezones. Le bajo el cierre del vestido y besó su espalda y llegó a su cuello, mientras le masajeaba sus pechos por debajo del vestido. Alessandra soltó un suspiro de placer y eso le hizo aumentar su deseo, pero cuando vio el reflejo de ella en el espejo se detuvo. Tenía los ojos cerrados y su cara era una mezcla de placer e incomodidad, parte de ella se resistía y la soltó, no quería presionarla y tampoco eran sus planes que su primera vez fuera aquí donde había sido tan infeliz.

Un par de horas después llegaron al restaurant que su tía había reservado, en su interior se encontraban todos los Campodónico que ya conocía, y uno nuevo que era el hijo de Tatiana. Federico resultó simpático como Ángelo, pero era la oveja negra de la familia y les agradó de inmediato. Por parte de los D'ambrosio se encontraba Francesco, Gabriel y su hijo Marco junto a su esposa y sus dos hijos, Gabriela y Luciano. Por fin conocía a Luciano, el supuesto eterno enamorado de Alessandra y apenas la vio ingresar se acercó a saludarla ignorándolo por completo.
Los separó indicando que quería conversar con ella en privado y Alessandra cedió. Hervía en ira y celos al verlo junto a ella conversando con complicidad y riendo de sus secretos ocultos. Estaba seguro que lo hacía a propósito y Alessandra no era consiente de eso.

La verdad es que sin Alessandra a su lado se sentía un completo forastero, pero eso terminó cuando se acercó Tatiana a saludarlos. Alessandra tenía razón en decir que era una mujer intensa, lo acaparó y no lo soltó durante toda la velada.

En la mesa se podían observar dos bandos, hacia el lado izquierdo se encontraban ellos junto a Tatiana, su esposo y su hijo Federico; Giuseppe, su esposa, sus dos hijos, y Gabriela. En el centro de la mesa generando una transición entre ambos sectores se habían ubicado Alessandra, Francesco, Sebastián, Federico -el esposo de Tatiana- y Giuseppe. En el otro extremo se encontraban el resto de los D'ambrosio con un Luciano con cara de cabreado por no haberse sentado junto a Alessandra. Debía agradecer a Tatiana que se había encargado de eso y al parecer estaba de su lado.

A pesar de ser tensa fue una velada agradable, hicieron un brindis por el nuevo negocio de los Campodónico y durante la cena se conversó sobre recuerdos familiares y la vida de Alessandra en Londres y Sicilia.
Los D'ambrosio omitieron cualquier tipo de comentario hostil y como se suponía Tatiana indagó toda la noche sobre su vida y sus intenciones con su ahijada .

Antes de terminar Tatiana se levantó junto a Federico pidiendo la atención a todos.

- Querida familia, en dos semanas más Federico y yo cumpliremos 30 años de matrimonio y encuentro necesario celebrar la paciencia que he tenido para soportarlo por tantos años -provocando la risas de todos en la mesa-. Al principio habíamos pensado hacer algo íntimo, pero hace poco decidimos celebrarlo a lo grande junto a todos nuestros seres queridos. Es por esto que los quiero invitar a nuestra ceremonia que se llevará a cabo en Paris, el lugar donde nos conocimos y tuvimos nuestra primera cita -se miraron como adolescentes enamorados y se besaron-. Massimo deseó poder tener una escena así en su futuro junto a Alessandra.

Por supuesto queridos ustedes también se encuentran invitados -dijo dirigiéndose a ellos-.

Y así será, dentro de dos semanas se encontrarían nuevamente con todos los Campodónico y los D'ambrosio. Debía comenzar a acostumbrarse a eso.

365 días juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora