Furia - POV Alessandra-

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La palabra furia se queda corta ante lo que siento. Odio a Massimo, odio a la "santa" Laura y odio al mojigato de Nacho. Odio haberlos conocido, odio haber aceptado el trabajo de institutriz e ir a parar a Sicilia y lo que más odio es no poder controlar mis sentimientos por Massimo.
Detesto no tener el control, y mis sentimientos por él tienen vida propia, no responden ante mi mente y estoy segura que si Massimo me busca no podría resistir por mucho.
Debo huir lejos de todo, necesito volver a mi centro, rehacer mi vida y Londres no es una opción. Tal vez Nueva Zelanda me traería un poco de paz y tranquilidad por un tiempo, jamás me buscarán ahí.

No estaba preparada para las emociones que sentí al cruzar por la puerta, este departamento que era un lugar con los pocos recuerdos de felicidad que tengo de mi adolescencia ahora estaba contaminado por él.

Como siempre mi ira explotó destruyendo todo a mi paso. Encontré una botella de Ginebra y lo mezclé con zumo y hielo, esta es la única forma en que lo bebería, aunque es probable que para los siguientes no me importe el zumo.
No me esperaba beber tan rápido, pero es como si esto lograra apagar el fuego en mis venas y me preparé mi segunda copa. Me la terminé mientras salía de la cocina y lancé el vaso contra la pared.
Volví por el tercero y sentí deseo de un cigarrillo. Mi mejor opción era buscar entre las cosas de Massimo y pensar en eso me hizo sentir la necesidad de romper y quemar hasta las cenizas todo lo que me recordara a él.

Entré al dormitorio y mientras bebía destrocé su ropa con una navaja. Apagué mi cigarrillo en sus costosos zapatos, y lancé por el retrete sus colleras, pero eso no fue suficiente y destruí todo a mi paso mientras fui por mi siguiente copa.

Estaba en la cocina cuando sentí que tocaban a la puerta, debía ser el encargado del edificio preocupado por los ruidos de mis destrozos y no estoy de humor para eso.
Continué tratando de apagar mi ira con ginebra hasta que escuché a Massimo rogando por que le abriera la puerta. Él es el responsable de los golpes que interrumpen mi intento de paz.
Mi ira comenzo a subir nuevamente como la lava de un volcán a punto de hacer erupción, una corriente eléctrica subió desde mis pies recorriendo todo mi cuerpo y me hizo hormiguear mis manos.
No lo quiero ver, pero tal vez puedo aprovechar la oportunidad de descargar mi ira contra él y no en objetos inocentes. Golpearlo y hacerlo sufrir es tentador. Una vez que descargue estos sentimientos podré dar vuelta la página.

Abrí la puerta y ver su cara de arrepentimiento me hizo hacer erupción. No esperé a que hablara y le lance y golpe certero en su rostro que alcanzó su ya dañada nariz -que le daba un aire rudo y sexy-. Me miró desconcertado y no le di tiempo para analizar la situación ya que tomé un adorno que estaba junto a la puerta con el que intenté golpearlo, pero Massimo se había dado cuenta y detuvo el golpe.
Sin soltar mi brazo me pidió que conversáramos, pero eso es lo último que deseo, así que acudí a la vieja técnica y le di con mi rodilla en sus pelotas y lo disfruté bastante.
Aproveché que se retorcía de dolor y corrí al interior encontrando por el camino una lámpara que ocupé como proyectil gritándole que se largara, pero el imbecil se negó y avanzó hacia mí.
Corrí pero pisé la falta de mi estúpido vestido y caí -me había sacado los tacones pero no el vestido, que inteligente intentar luchar con un vestido de alta costura, bien pensado Alessandra-. Massimo aprovechó la situación y se puso sobre mí, me subió los brazos sobre la cabeza aprisionándome contra el suelo y pude ver que su mirada de arrepentimiento había sido reemplazada por lujuria, y a pesar de mi ira no pude evitar humedecerme. Pero no caeré, no soy premio de consuelo y eso me devolvió mi determinación, necesitaba liberarme de la llave con la que me inmovilizaba, pero era imposible de romper, lo bueno es que imposible no existe para mí, por lo que mordí con todas mis fuerzas su bíceps logrando que me soltara, logré patearlo y me pude arrastrar fuera de la llave, pero no tuve tiempo para huir y me tomó por el tobillo arrastrándome hacia él. Con mi otra pierna logré patearlo en la nariz y el dolor lo inmovilizó por un momento -si no se la había roto antes, seguro que ahora si-, lo que aproveché para pararme y huir.

Mi intento para descargar mi ira se había transformado en la persecución de un gato -más bien una pantera- contra un ratón, y yo me había transformado en el ratón.
Mientras corría volví a lanzarle unos jarrones y figuras de decoración gritándole que no intentara acercarse, pero eso lo entretuvo más. Me giré para seguir corriendo pero entre mis reflejos disminuidos por el alcohol y el estorbo de mi vestido volví a caer. Massimo me tomó por la espalda apresando mis brazos en un abrazo. No lo podía morder, pero comencé a patear tratando de golpear sus canillas mientras me retorcía, y logré que cediera un poco su agarre, intenté abrir sus brazos enterrando mis uñas casi como si fueran garras, volví a patear y me logré liberar.

Mi venganza se transformó en deseo de vencer esta lucha, y tomé una lámpara de pedestal para golpearlo. Él tomó el otro extremo y tiró de la barra logrando acercarme un poco, pero me giré e intenté correr. Lamentablemente fui muy lenta, Massimo logró meter su mano por el escote trasero de mi corpiño y tiró hacia él mientras yo me resistía e intentaba huir. Como resultado la cremallera se rompió, mi vestido cayó al suelo y me quedé solo en bragas frente a él.
Su mirada depredadora me hizo humedecerme aún más.
Gracias a mi distracción logró aprisionarme. Me agarró ambos brazos por los bíceps y me inmovilizó contra la pared. No quería mirarlo, pero sus ojos me quemaban. Sin soltar mis brazos retrocedió un poco para poder admirar mi cuerpo desnudo. Entre la vergüenza y el deseo no intenté escapar y me atreví a observar como recorría mi cuerpo con su mirada.
Acercó su rostro y comenzó a recorrer con su nariz mi mejilla y bajando por mi cuello y mi clavícula. Su respiración contra mi piel me ponía la piel de gallina.

La mirada lujuriosa que me dirigía es la que deseaba. En el fondo quería que me mirara como lo hizo con Laura. Quiero que me mire como a una mujer sensual y no la dulce Alessandra con su vestido rosa de princesa.
Quiero dejar de ser la niña traumada, quiero ser una mujer. Quiero ser la única que provoque esa mirada en él, quiero ser la dueña de su deseo y quiero ser su única obsesión.

Con esta nueva determinación lo besé y lo tomé desprevenido. Cuando superó su asombro me devolvió el beso con una intensidad que nunca había sentido. Me besaba, mordisqueaba y succionaba como si me quisiera a comer a mordiscos. Pero siento que no es suficiente, quiero más, necesito más contacto con su piel, quiero fusionar nuestros cuerpos.
Lo abracé y le rodeé el torso con mis piernas, haciendo contacto con mi vagina en su abdomen. Seguro sintió lo mojada que estaba ya que el encaje no servía para ocultarlo.
Me miró queriendo preguntar algo, pero ahora lo que menos me interesa es conversar, tampoco quiero pensar, solo quiero sentir... y lo quiero sentir dentro de mi.

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⏰ Última actualización: Oct 07 ⏰

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